Crema de yogur montado, un postre fresco y ligero que no requiere cocinar
Helados, sorbetes, granizados... El verano nos invita a buscar frescura en cada bocado y ahí es cuando la cocina responde con texturas frías, sabores ligeros y preparaciones que alivian el calor. Entre las opciones para combatir las altas temperaturas durante estos meses del año, hay una propuesta que destaca por su equilibrio entre sencillez y ligereza: la crema de yogur montado.
A diferencia de los helados que requieren máquinas o tiempos de congelado, o de las bebidas frías que desaparecen en segundos, esta crema ofrece una experiencia suave y sedosa que se disfruta con calma. Sin necesidad de cocción ni procesos complicados, logra el mismo efecto refrescante que una bola de sorbete, pero con una textura más cremosa, un sabor más versátil y una presentación que se adapta tanto al día a día como a una ocasión especial.
Así como una limonada bien fría alivia el cuerpo, la crema de yogur montado refresca el paladar sin recargarlo. Un postre que no sólo se disfruta, sino que se agradece: ligero, natural y sorprendentemente fácil de preparar. Aquí te explicamos cómo puedes hacerlo en casa.
Las estrellas del verano
La crema de yogur montado forma parte de una tendencia creciente hacia los postres más saludables y frescos, especialmente en verano. En esa misma línea se encuentran preparaciones como las copas de frutas naturales, los polos de yogur caseros, los sorbetes de fruta sin azúcar añadido o los pudings de chía con leche vegetal.
Todos estos comparten un factor común: menos azúcares, más ingredientes frescos y una preparación sencilla. La ventaja del yogur montado es su equilibrio perfecto entre placer y ligereza, ofreciendo una textura cremosa sin recurrir a grasas pesadas ni procesos industriales.
La receta paso a paso
Con apenas cuatro ingredientes y unos minutos de preparación, conseguirás un postre riquísimo. Para preparar la crema de yogur montado, sólo se necesita:
- 250 gramos de yogur griego natural (preferentemente sin azúcar)
- 200 mililitros de nata (crema de leche) para montar, con al menos 35% de materia grasa
- Dos o tres cucharadas de miel (opcional, para endulzar)
- Ralladura de limón o extracto de vainilla (opcional, pero recomendado)
Mientras que el yogur griego aporta cuerpo y cremosidad, la nata montada le da ese aireado tan característico que convierte esta mezcla en una mousse ligera y sedosa. Como añadido, el toque de miel combinará perfectamente con la acidez del yogur.
- Pimero hay que preparar la nata. Para ello, es fundamental que esté muy fría. Lo ideal es guardarla en el frigorífico al menos 12 horas antes y, si se puede, también enfriar el bol donde se va a batir.
- Con una batidora eléctrica o unas varillas manuales, monta la nata hasta que forme picos suaves pero firmes. Cuidado con batir de más porque si se pasa, se puede cortar y transformarse en mantequilla.
- En un recipiente aparte, mezcla el yogur con la miel. Aquí puedes añadir la ralladura de limón, vainilla o incluso una pizca de canela.
- A continuación, añade la nata montada al yogur con movimientos envolventes, de abajo hacia arriba, para no perder el aire incorporado durante el batido. El resultado debe ser una crema homogénea y aireada.
- Aunque se puede servir de inmediato, una media hora en la nevera ayudará a asentar los sabores y a darle una textura más firme.
Lo mejor de esta crema es que sirve como base para infinitas combinaciones. Su sabor de base es tan neutro y suave que la receta admite cualquier tipo de topping. Aquí van algunas ideas:
- Con frutas frescas: algunos ejemplos pueden ser las bayas, el mango, el melocotón, el kiwi o los higos. Los trocitos de fruta que escojas se pueden presentar en capas o simplemente con la fruta encima del yogur.
- Con mermeladas o coulis: un toque de mermelada de frutos rojos, por ejemplo, o un chorrito de sirope transforma por completo el postre.
- Con frutos secos: las nueces, almendras tostadas, pistachos o piñones pueden ser las elecciones perfectas para aportarle a la crema un toque más crujiente.
- Con galletas o bizcochos: la crema de yogur también puede servir para rellenar tartas o para acompañar con un crumble crujiente.
Apta para todos
Además de su sencillez y sabor, este postre destaca por su versatilidad en términos de dieta. Usando yogur y nata vegetal, se puede hacer una versión vegana. Para diabéticos, basta con cambiar el azúcar o la miel por edulcorantes aptos como la estevia o eritritol. Incluso puede convertirse en una alternativa proteica si se utiliza yogur griego enriquecido.
Además, al no contener huevos crudos ni requerir cocción, es seguro para embarazadas y personas con restricciones alimentarias. Y, si se sirve en vasitos individuales, es perfecto para una reunión informal o una cena de verano.
El éxito en la restauración
Este postre ha ido ganando terreno también en la gastronomía profesional. En algunos restaurantes, la crema de yogur montado aparece como una propuesta moderna y no tan empalagosa.
Muchos chefs han reinventado la crema de yogur en forma de espuma con sifón, la aromatizan con hierbas como albahaca o menta, o la sirven como acompañamiento de frutas asadas o confitadas. La tendencia hacia postres menos azucarados y más frescos ha hecho que recetas como esta sean cada vez más populares.
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