Por qué es importante enseñar nuevos trucos a tu perro cuando se hace viejo

Un perro viejo y guapo.

Eva San Martín

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Al contrario de lo que afirma un desfasado refrán, un perro mayor aprende. Y se divierte con los trucos nuevos. De hecho, si le das la oportunidad, tu viejo y buen amigo peludo no solo puede aprender, también disfrutará de lo que le enseñes tanto como un cachorro. Es más, te sorprenderá su entusiasmo. Lo dicen los expertos: los perros adoran aprender, y el aprendizaje puede, y debe, formar parte de toda su vida. 

“Por supuesto que un perro mayor puede aprender trucos nuevos; es más, enseñárselos es muy recomendable”, afirma David Menor, doctor en Etología, miembro del grupo de Etología Clínica de la Universidad de Córdoba, y editor de la revista científica especializada Pet Behaviour Science. Puede que te pase desapercibido, pero tu camarada peludo aprende a diario. 

“Los perros, como el resto de animales, incluidos los humanos, modifican su comportamiento para adaptarse al ambiente que los rodea. Esta plasticidad de comportamiento es un aprendizaje continuo: nos permite sobrevivir y aprovechar al máximo las oportunidades que se nos presentan, y a la vez evitamos riesgos, peligros o situaciones desagradables”, apunta Menor.

Tu peludo obtiene otros beneficios: realizar pequeñas tareas o trucos supone una actividad mental, e incluso física, muy beneficiosa para los perros de cualquier edad, “pero sobre todo para los animales adultos y senior”, incide el etólogo. El motivo: al igual que el ejercicio, aprender un truco nuevo, y practicarlo contigo, estimula su mente y sus capacidades. “Y le ayuda a mantener una adecuada salud mental durante toda su vida”, anota Menor. 

Lo confirma la ciencia. Un ambiente estimulante, junto con una dieta rica en antioxidantes, hace que tu perro mayor envejezca más despacio, según concluye un estudio publicado en la revista científica Neurobiology of Aging. Igual que nos ocurre a los humanos. Además, jugar con la mente le pone de buen humor, afirma otra investigación de 2019. 

La única precaución: pónselo fácil. En otras palabras, o ladridos, adapta la dificultad del truco o del juego, y su exigencia física, a la capacidad de tu amigo. Y ten paciencia. De este modo, evitarás que tanto tú como tu perro os frustréis. O, no menos importante, que tu amigo se lesione. 

Primero: encuentra la motivación perruna

Aunque te cueste creerlo, todos los perros (también el tuyo, como los humanos y, sí, incluso los gatos) tienen un interruptor que enciende las ganas de aprender. “Todo depende de encontrarlo y trabajarlo para realizar ese novedoso truco”, afirma Menor. Para un cachorro o un animal joven esta motivación suele estar relacionada con sus ganas de jugar, de interaccionar contigo o de explorar elementos nuevos. 

Por su parte, para un perro mayor el interruptor puede ser un premio apetitoso. Si es el caso de tu amigo, eso será lo que necesites para premiarle cuando le enseñes un truco. Otros se conformarán con las caricias y las atenciones como recompensa por el trabajo bien hecho. Y otros disfrutarán del juego. “La motivación exacta para aprender varía mucho entre individuos, pero una vez detectada será igual de efectiva que cuando era un cachorro”, apunta el etólogo. 

Trucos para un perro mayor

En realidad, no hay trucos específicos para un perro mayor o de edad avanzada. Eso sí: hay que evitar aquellos que demanden una alta actividad física, o que impliquen determinados movimientos, como saltos o carreras, si tu amigo tiene artritis o un problema muscular. Con esto en mente, cualquier nueva actividad puede ser interesante si la acompañas de su correspondiente recompensa. 

¿Por dónde empezar? David Menor aconseja un truco o juego que implique la búsqueda de un objeto o de premios. Resultan más fáciles para tu amigo, y puedes ayudarle con indicaciones para animarlo a buscar en determinados sitios. Otra ventaja: poco a poco, puedes incrementar la dificultad en función de dónde escondas el premio, y según cómo de bien se os dé el juego. 

La clave: poner su nariz a trabajar. Al principio, puedes dejar trocitos de pollo repartidos por el suelo, y que tu amigo te vea. Más tarde, esconde los premios un poco, en cajas, por ejemplo. O incluye variaciones: cambia el tipo de indicaciones que uses para guiar a tu peludo hacia los premios ocultos, desde gestos hasta sonidos o palabras. 

El juego es similar a cuando jugamos con un niño o niña, y le indicamos “frío, frío” o “caliente, caliente” si se aleja o se acerca del objetivo. [Hace unas semanas te contamos ocho juegos o trucos divertidos para practicar con tu perro, que puedes adaptar para tu amigo más mayor, con las indicaciones del etólogo.] 

Ve poco a poco: empieza por una fase inicial, en la que tu amigo te ve esconder el premio en algún elemento cercano. “Si trabajamos, con el tiempo podemos pasar a situaciones en las que una señal bastará para que nuestro perro sepa que hay algún premio escondido, y es hora de jugar”, concluye Menor. Sobre todo, tómatelo como lo que es: un juego. Y una oportunidad de estrechar vuestro vínculo, y pasar tiempo de calidad juntos. Justo lo que hacen los viejos amigos. 

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