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Los puntos sobre las íes

El diputado en el Congreso de EHBildu, Oskar Matute (I), y el diputado de Bildu, Jon Iñarritu (D), a su llegada a la una sesión plenaria celebrada en el Congreso de los Diputados

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En el Congreso de los Diputados la semana pasada no se votaron los Presupuestos Generales del Estado, sino las enmiendas a la totalidad presentadas por PP y Vox al Proyecto de Ley de Presupuestos del Gobierno. Los 198 diputados que rechazaron las enmiendas no dieron, por tanto, un “sí” al Proyecto del Gobierno, sino que se limitaron a dar un “no” a las mencionadas enmiendas a la totalidad de PP y Vox. 

En realidad, la votación vino a reiterar el resultado de la moción de censura de 2018, que desalojó a Mariano Rajoy de la presidencia del Gobierno y puso en su lugar a Pedro Sánchez. El “sí” al candidato socialista de 2018  fue un “sí”, porque, al ser la moción de censura en España una moción “constructiva”, no había otra forma de decir “no” al presidente del Gobierno del PP. Fue un “no” al PP disfrazado de “sí” al PSOE, sin que estuviera muy claro que significaba ese “sí”. 

En la moción de censura de 2018 hubo certeza en el “no” y ambigüedad en el “sí”. En la votación de las enmiendas a la totalidad al Proyecto de Ley de Presupuestos se ha reafirmado la certeza del “no” y no se ha despejado por completo la ambigüedad respecto del “sí”. El “no”, que en 2018 fue un “no” exclusivamente al PP, se extendió a las tres derechas en las dos elecciones generales de 2019, las del 28-A y 10-N, y se ha circunscrito, una vez que se ha producido el giro de Ciudadanos, a PP y Vox exclusivamente esta pasada semana. En la vertiente negativa de la manifestación de voluntad del Congreso de los Diputados no se ha producido cambio alguno respecto a 2018 e incluso respecto a finales de 2015. Desde las elecciones generales de diciembre de 2015 la derecha española está en minoría y provoca el rechazo de todas las demás fuerzas políticas sin excepción. De ahí la contundencia del resultado.

Ahora queda por ver que pasa con esos 198 escaños, de los cuales únicamente cuatro pertenecen a Bildu. Sin los votos de Bildu las enmiendas a la totalidad de PP y Vox habrían sido derrotadas de manera prácticamente igual de contundente que lo han sido con dichos cuatro votos. Bildu no ha sido decisiva y, en consecuencia, no tiene sentido que se afirme que el sentido de su voto ha sido resultado de un pacto con el PSOE. El PSOE no necesitaba pactar con Bildu para que éste dijera “no” a PP y Vox. El “no” a la derecha españolista con querencia hacia el fascismo está en el ADN de Bildu.

Esta rotunda derrota de PP y Vox es la que se está intentando difuminar por la dirección de ambos partidos con la atribución a los votos de Bildu de un peso que no tienen. Pareciera que esos cuatro votos ha sido lo único importante para el resultado de la votación. Y no ha sido en absoluto a “sí”. Han sido cuatro votos de un total de 198. Es obvio que, poniendo el énfasis de manera casi exclusiva  en esos cuatro votos de Bildu, tanto PP como Vox lo que intentan es ocultar la magnitud de su derrota o, lo que viene a ser lo mismo, ocultar la impotencia en que la derecha española se encuentra en este momento. 

Pienso, por lo demás, que con este intento de esterilizar a  Bildu, de intentar conseguir que los votos de dicha formación política no puedan ser tomados en consideración, van a conseguir lo contrario de lo que pretenden. Cuanto más los ataquen PP y Vox, más incentivos van a tener los demás partidos para considerar a Bildu un partido más de los que está inscrito en el registro de Partidos del Ministerio de Interior, que puede, en consecuencia, participar en el proceso político en las mismas condiciones que todos los demás.

Yo viví de muy cerca el proceso de inscripción de Bildu en el Registro de Partidos. Íñigo Iruin tuvo a bien venir a Sevilla para analizar conmigo el Proyecto de Estatutos del partido y pasamos varias horas discutiéndolo, con la finalidad de darle una redacción definitiva que asegurara  que pasaría el examen previo a la inscripción por parte de los encargados del Registro. Me seguía pareciendo acertada la opinión que habían tenido todos los partidos desde los Pactos de Ajuria Enea y de Madrid, de que la izquierda abertzale tenía derecho a participar en el sistema político español siempre que lo hiciera de manera exclusivamente política. La inscripción de Bildu en el Registro de Partidos era, por tanto, para mí, un éxito de la democracia, que tenía que ser recibido con satisfacción. 

La trayectoria de Bildu desde su inscripción en el Registro de Partidos ha confirmado esta opinión, que, insisto, no era mía, sino que era la de todos los partidos firmantes de los Pactos de Ajuria Enea y de Madrid. Bildu ha tenido un comportamiento escrupulosamente constitucional en todos estos años. El PP no puede decir lo mismo. Ahí están Gürtel y Kitchen y Púnica y Lezo y un largo etcétera. Que un partido con esa trayectoria presuntamente delictiva a sus espaldas pretenda erigir un cordón sanitario en torno a otro al que, desde su inscripción como Bildu en el Registro de Partidos, no puede hacérsele ninguna imputación delictiva, no deja de ser sorprendente. Como tampoco lo es que tenga esa misma pretensión un partido como Vox, cuyo presidente ha borrado la frontera que separa al Régimen de Franco de la Democracia Constitucional en la moción de censura recientemente debatida y votada en el Congreso de los Diputados. Cuanto más ataquen estos partidos a Bildu, más fácil resultará su aceptación por los demás partidos inequívocamente democráticos.

Bildu, le guste o no le guste a la derecha española, es una fuerza política consolidada en el País Vasco, que no se está saliendo ni un milímetro del perímetro diseñado por el ordenamiento constitucional para la acción política. Esto es lo único que se le puede exigir a un partido para formar parte del sistema político. Va a tener, en consecuencia, la influencia que su fuerza en el País Vasco le permita. Tanto en el subsistema político vasco como en el sistema español. Cuanto más empeño pongan PP y Vox en impedirlo, tanto más normalizarán los demás partidos dicha presencia como la de un partido democrático más.

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