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Siete clásicos del cine español que puedes ver legalmente online (y gratis)

La célebre escena del ojo de 'Un perro andaluz', una de las películas que ahora se pueden ver abiertamente

Francesc Miró

Sumergidos en una etapa de profundos cambios en los hábitos de consumo audiovisual, en algún momento perdimos de vista los clásicos. Ocupados en estar al día de la marea de novedades de plataformas como Netflix, o de la última temporada de la serie del momento en HBO, cada vez miramos más hacia adelante.

Pero echar la vista hacia atrás no tiene por qué ser malo. Y no hablamos de nostalgia, sino de conocimiento que permite, en el fondo, ver con otros ojos el estado actual del audiovisual contemporáneo. Y si se trata de historia del cine español, aún mejor.

Es lo que deben haber pensado RTVE y la Filmoteca Española, que han llegado a un acuerdo para aportar su granito de arena al panorama del video on demand  español. Ahora, ambos organismos han puesto en marcha una web que deja a disposición del gran público una amplia muestra de su fondo histórico, con un total de con 700 horas de contenido y 4.000 vídeos. Todo, tras un largo proceso de digitalización de una parte de su archivo, que custodia nuestro patrimonio fílmico y que tiene como misión recuperarlo, investigarlo y conservarlo. Una oportunidad única para descubrir parte de nuestra historia que, esperemos, amplíe su catálogo paulatinamente.

Un perro andaluz  (Luis Buñuel, 1929)

Un perro andaluz

La personalidad de Buñuel entró en el movimiento surrealista como un elefante en una cacharrería. Tras abandonar sus estudios de ingeniero agrónomo, se instaló en París y empezó a trabajar como ayudante del realizador polaco Jean Epstein. Poco después probaría suerte en el séptimo arte con un artefacto que “produjo un efecto bomba”, tal y como lo describía Román Gubern en su Historia del cine. Se trataba de la traducción en imágenes de un guión que escribió a cuatro manos con Salvador Dalí. Se llamaba Un perro andaluz  y estaba inspirada en sus sueños.

La rodó en poco menos de quince días con muy pocos recursos pero su influencia es, a día de hoy, inconmensurable. Su inicio ya era toda una declaración de las intenciones rupturistas de su forma de entender el movimiento artístico en el que militaba: un hombre afila una navaja y, mediante un primer plano, rebana en dos el ojo de una mujer. Y, tras aquello, un torrente de imágenes surrealistas difíciles de olvidar. Desde entonces, la mirada en el cine nunca volvió a ser la misma.

El sexto sentido  (Nemesio M. Sobrevila, 1929)

El sexto sentido

Una pequeña gran muestra muda de la vanguardia española en una cinematografía aún naciente -hablamos del cine que se hacía en nuestro país en el año 29-, que no sólo propone un curiosísimo melodrama, también experimenta con el alcance del lenguaje audiovisual.

Nemesio M. Sobrevila dirigió esta rareza para reflexionar sobre los movimientos surrealistas y expresionistas que estaban dejando su huella en el séptimo arte. Y lo hizo con una alegoría que giraba en torno a la idea del cine dentro del cine: un joven profundamente entristecido conoce a un filósofo que, dicen, le puede curar su depresión. Este se llama Kamus -no confundir con el autor de El mito de Sísifo-, y está interpretado por Ricardo Baroja, hermano del literato. ¿El remedio para los males del joven? Un aparato que no es otra cosa que un cinematógrafo, que según el filósofo, otorga un sexto sentido al ser humano para que pueda ver la realidad tal cual es y no mediada por los sentimientos humanos.

El misterio de la Puerta del Sol  (Francisco Elías, 1930)

El misterio de la Puerta del Sol 

Otra reflexión en torno al cine, esta vez en un tono abiertamente cómico. Se trata de la que muchos consideran la primera película sonora de la historia del cine español, digitalizada a partir de la única copia existente del film dirigido por Francisco Elías en 1929. En los noventa, la Filmoteca Española consiguió adquirirla después de haber permanecido décadas perdida. Se encontró en cuatro latas metálicas en el sótano de la casa del productor y realizador Feliciano Manuel Vitóres. En el 95 se reestrenó, rehabilitada, en el Festival de de San Sebastián.

Se trata de una sátira sobre los sueños de triunfo que el séptimo arte alimentaba en la década de los veinte. Sigue las andanzas de Pompeyo y Rodolfo, dos linotipistas del Heraldo de Madrid que, hartos de su trabajo, deciden probar suerte con el cine. Un día se presentan a un casting de Edwin S. Carawa -trasunto en la ficción de Edwin S. Porter, el director de la seminal Asalto y robo de un tren-. Pero pronto, un cadáver complica las cosas.

Sierra de Teruel  (André Malraux, 1939)

Sierra de Teruel 

André Malraux retrató los primeros meses de la Guerra Civil española en un insólito film rodado en plena contienda y estrenado en julio de 1939. Aunque no en España, sino en Francia: ante la victoria de Franco, la cinta viajó hasta París, dónde se proyectó solamente dos veces. Poco después, el gobierno del dictador presionó a la diplomacia francesa que vivía en Madrid para que utilizasen su influencia, consiguiendo así la prohibición total de su exhibición pública.

En los años siguientes, casi la práctica totalidad de las copias fueron destruidas. Se salvó una que, tal como contaba Ferrán Alberich, algun empleado de la Pathé de París había cambiado de etiqueta. Figuraba así, en un recipiente con el nombre de otra película.

En España, la obra no se pudo ver hasta 1978, aunque ahora se pueda descubrir fácilmente online. Se trata de un drama bélico sobre el derribo de un avión perteneciente a las Brigadas Internacionales, que cayó sobre el término municipal de Valdelinares, en Teruel. 

Los habitantes de la casa deshabitada (Gonzalo Delgrás, 1946)

Los habitantes de la casa deshabitada

Gonzalo Delgrás, conocido por ser uno de los precursores de la comedia romántica patria gracias a títulos como Un marido a precio fijo o La boda de Quinita Flores, rodó en 1946 lo que se convirtió en una de las primeras -y prácticamente únicas- comedias de terror de nuestro cine.

Se trata de una genial adaptación de la obra homónima de Jardiel Poncela protagonizada por unos jovencísimos Fernando Fernán Gómez, María Dolores Pradera y María Isbert. Sigue las peripecias de un señor y su chófer que, una noche, sufren una avería y buscan refugio en un siniestro caserón que parece habitado por fantasmas. Aunque resultará que no hay aparición alguna, más bien estafadores y ladrones que intentan ganarse la vida. Una versión de la obra que nos hará olvidar el malogrado remake  que el año pasado protagonizaron David Janer y Guillermo Ortega.

El orador o la mano (Feliciano M. Vitóres, 1928)

El orador o la mano

Aunque no se trata de una ficción, este curiosísimo documental corto rodado por Feliciano M. Vitóres - el productor en cuya casa se encontró El misterio de la Puerta del Sol-, merece ser descubierto por múltiples razones. Por un lado, protagoniza el escritor Ramón Gómez de la Serna, y por otro resulta ser uno de los primeros experimentos del cine sonoro en nuestro país. Vitóres había comprado la patente del Phonofilm, un invento de Lee de Forest, e intentaba implantarlo en nuestro país, así que empezó a experimentar con el invento.

Un día, invitó a probarlo a Gómez de la Serna, que se puso delante de la cámara y empezó a improvisar un hilarante monólogo sobre el monóculo sin cristal, los ruidos del corral y la importancia de la mano en el arte de la oratoria.

Raza (José Luis Sáenz de Heredia, 1941)

Raza

A finales de 1940, Francisco Franco hizo dictar lo que bautizó como Anecdotario para el guión de una película. Aquella idea llevaría por título Raza y pretendía ser la película definitiva -es decir, franquista-, sobre la Guerra Civil que la dictadura quería para los ciudadanos españoles. El anecdotario, que el dictador firmó con el pseudónimo de Jaime de Andrade, fue llevado hasta las manos del recientemente creado Consejo de la Hispanidad de medios para llevar a cabo la filmación de una película.

Se encargó de hacerla José Luis Sáenz de Heredia, un realizador que durante años intentó consolidar la industria del cine español con lo que se podrían llamar blockbusters del momento -en 1943 estrenó El escándalo, una película que costó casi tres millones de pesetas de la época-. Narraba la historia de una familia rota por la Guerra Civil, que combatía la corrupción republicana con los valores patrióticos y religiosos del franquismo. Y es, sin duda, el intento más pomposo de la dictadura por construir un relato y una estética propia, como Hitler hizo con El triunfo de la voluntad.

(Casi)todo el No-Do

Además de películas, cortometrajes y documentales, algunas de las cuales hemos comentado aquí, en la plataforma que han puesto en marcha la Filmoteca Española y RTVE se pueden consultar casi al completo los noticiarios del No-Do

El No-Do fue de obligatoria proyección en las salas de territorio nacional  durante casi cuarenta años. También fue una de las principales herramientas de propaganda del régimen durante la dictadura. Y su lanzamiento de forma pública y online supone el acceso a un documento histórico único para todo aquel que se adentre a conocer la historia audiovisual española.

Únicamente faltan cinco noticiarios que no han podido ser recuperados debido a su deterioro, así que tampoco se han podido digitalizar. Aunque sí se pueden ver los NO-DO que perdieron su sonido en el incendio de los laboratorios Cinematiraje Riera, en Madrid, en agosto de 1945. En él, ardió una parte fundamental de la historia de nuestro país, al desaparecer también los negativos de multitud de películas y una ingente cantidad de negativos de grabaciones realizadas durante la Guerra Civil.

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