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María José Llergo edita “Sanación”, un viaje al dolor con aura flamenca

Fotografía facilitada por Sony de María José Llergo.

EFE

Madrid —

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Cuando las cosas llegan a los centros ya no hay quien las arranque, decía Lorca, uno de los referentes de María José Llergo, que ha sabido desde muy pequeña que el cante estaba en su ADN. Ahora, con 25 años, publica su primer disco, “Sanación”, aura flamenca con médula de dolor y aflicción.

Dice que describir su voz es como intentar “definir un código genético” pero reconoce que en su color, timbre y tono hay un aire muy reconocible: “no me importan que me llamen Silvia -Pérez Cruz- o Rosalía. No me parece un insulto sino un orgullo”, reivindica en una entrevista con EFE la cordobesa.

“Igual que te conoces en las cosas de la vida sabes cómo es tu voz. Solo tú la conoces aunque siempre haya referentes. La voz es un enigma y cada tiene la suya propia. Vas conociendo tus límites y posibilidades, cómo suena y lo que dice”, precisa.

Empezó con el violín con 8 años en el conservatorio de su pueblo, Pozoblanco, pero “porque allí no había voz” porque cantar era lo que hacía desde que tuvo conocimiento y acompañaba a su abuelo, José Sánchez, a dar de comer a las cabritas en el campo.

Desde muy pequeña se sabía de memoria los poemas de Lorca, los fandangos de Juan María Blanco y los tangos de La Niña de los Peines, aunque creía que eso de “Mira que eres linda” era un poema que su abuelo le había compuesto y no un bolero de Antonio Machín.

Estudiaba música y Bachillerato pero cuando terminó sintió “un vacío brutal”. Mandó dos vídeos suyos cantando a las becas de la Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes de España (AIE) y le dieron una para estudiar música moderna en Barcelona.

“Primero estuve en el Liceo y luego en la Escuela Superior de Música de Cataluña. Fue la vida la que me llevó. Ese centro era el único que me podía permitir porque era público y allí aprendí música moderna, jazz y flamenco”, con profesores como José Miguel Vizcaya “Chiqui de la Línea”, el mismo que instruyó a Pérez Cruz o Rosalía.

Publicó “Niña de las dunas”, hace dos años y medio, un vídeo que en Youtube ya tiene cerca de 364.000 visualizaciones pero que estuvo seis meses “sin que nadie lo viera”.

Luego subió la “Nana del Mediterráneo” y ya empezaron a “pasar cosas” como que la discográfica Sony la llamara para editar el disco, que sale hoy en vinilo.

“He querido que se llame 'Sanación' porque es la primera vez que me podía parar a analizarme a mí misma sin la incertidumbre del 'qué pasará cuando acabe' -en la escuela-. Una cuestión de supervivencia”, sintetiza.

Necesitaba “cura” porque estaba “enferma” de las “cosas que no había sabido tramitar” y que no quiere detallar aunque en otras ocasiones se ha referido al bullying que sufrió en el colegio.

“Los jóvenes sentimos cosas que nos duelen y hay que sanarlas porque, si no se les hace frente, condicionan tu camino. No se puede cuestionar el dolor de los demás. Yo hago visible esto pero todos tenemos de qué curarnos”, explica sobre su disco, en el que hace continuas referencias a la naturaleza y al compromiso.

“Sanación”, que se presentará el 14 de febrero en el Auditori de Barcelona, está compuesto por ella misma: “un artista que escriba sus propias letras se expresa de una forma más consciente”, argumenta.

“Nadie bebe de tu agua/ Nadie conoce tu credo/ Nadie sabe a donde llevan/ Los cantes que llevo dentro”, canta en “El Péndulo”.

En los siete temas de “Sanación”, que incluye “Niña de las Dunas” y “Nana del Mediterráneo”, no hay palos propiamente dichos pero sí “aura flamenca”, con dejes de soleá, seguiriya, bulerías o tientos con producción de Lost Twin y mezclas de Max Miglin, que le dan el aire experimental y la atmósfera electrónica.

Sabe de dónde viene y por eso sabe que puede ir a donde quiera, y en ese camino lleva ocho meses en Madrid: “me encanta estar aquí; estoy estudiando los cantes viejos pero también filosofía y literatura”, detalla.

Miembro de una generación “unida a la precariedad y el riesgo” no tiene idea de lo que va a hacer en el futuro o, más bien, no lo quiere decir: “Uy, que me he puesto súper farruca y tampoco quiero impresionar a nadie”, se ríe mientras añade abrazando su disco que tocarlo “es como tocar un sueño”.

Concha Barrigós.

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