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Los muros antibombas caen para restaurar la belleza de Kabul

Los muros antibombas caen para restaurar la belleza de Kabul

EFE

Kabul —

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Jabranullah espera con impaciencia a que lleguen a su barrio las grúas gubernamentales que estos días demolen muros antibombas en Kabul como parte de una campaña estética y le brillan los ojos al pensar en poder volver a jugar al fútbol en la calle o llegar a la escuela en apenas unos minutos.

Al igual que otros cientos de avenidas en la capital afgana, la carretera adyacente al colegio de este adolescente de 14 años en Taimani está bloqueada por gruesos muros destinados a proteger viviendas, negocios y edificios gubernamentales de los constantes atentados suicidas y explosiones.

“Cada día, vemos que un funcionario ha construido nuevos muros de hormigón fuera de su casa y una calle queda cerrada al tráfico”, lamenta en declaraciones a Efe el taxista Muhammad Zaman, exponente de un sector que, afirma, es el más afectado por su proliferación.

A sus 58 años no es ajeno al recrudecimiento del conflicto que le rodea, pero considera que los tabiques antiexplosiones, con un costo de unos 5.000 dólares en un país con salarios medios de unos 400, “sólo protegen a los oficiales corruptos”.

A cambio, mantiene, estos gigantes pétreos de entre 2 y 3 metros “asfixian hasta la muerte” a los ciudadanos de a pie como él.

Recientemente, la Administración capitalina decidió escuchar las quejas que kabulíes como Zaman llevaban años profiriendo y, tras obtener el beneplácito del Consejo Nacional de Seguridad, inició una campaña para acabar con la estética “carcelaria” de la ciudad y sus infinitos atascos.

Las grúas se pusieron manos a la obra hace una semana, escoltadas por policías armados con fusiles.

Los primeros muros en caer oficialmente fueron los de la Comandancia de Kabul, cerca del aeropuerto, pero ya antes el ministro de Asuntos Parlamentarios, Farouq Wardak, había ayudado voluntariamente ha retirar los que protegían su casa en una fortificada zona del oeste de la urbe.

El gesto mostraba cómo esta vez el Gobierno está decidido a quitar todos los muros que ahogan 173 carreteras principales y decenas de calles secundarias, así pertenezcan a importantes líderes políticos o a comandantes de alto nivel.

La única excepción, según explicó a Efe el portavoz de la Administración kabulí Jalil Sultani, serán las instituciones con “altos niveles de amenaza”, como la zona de alta seguridad de la ciudad.

Abarrotada de embajadas y sedes gubernamentales, el área era el objetivo del camión bomba que hace un mes terminó explotando a su entrada, donde causó 150 muertos y más de 300 heridos, en el peor atentado ocurrido en el país en los últimos 15 años.

Kabul se han convertido en el patio de recreo favorito de los insurgentes, pero Sultani afirma que buscarán soluciones alternativas de seguridad para quienes las necesiten e insiste en que derribarán todos los muros antiexplosiones en un plazo de tres meses.

“Nuestros ciudadanos se quejan ahora de que se sienten como encerrados en una cárcel o un fuerte militar mientras caminan por la ciudad”, explicó, al describir que con la campaña esperan “restaurar la antigua belleza” de Kabul.

Tras reconocer que la eliminación de las paredes de hormigón era una de las principales demandas de la población, confesó que su presencia había convertido un viaje de 10 minutos en coche en uno de hora.

“Estos feos muros antibombas también crean problemas psicológicos para los ciudadanos y en cada calle le recuerdan a los vecinos la violencia, la guerra y la inseguridad”, concluyó Sultani.

Baber Khan Sahel

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