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El verdadero sonido indie pop vuelve a través de los susurros de Cigarettes After Sex 

Luis J. Menéndez

Cigarettes After Sex

Cigarettes After Sex

CryPartisan / [PIAS]INDIE-POP8Cry

Cigarettes After Sex es una formación singular, con referentes sonoros muy claros y que vienen de bastante atrás, como la saga que conforman The Field Mice, Trembling Blue Stars y Lightning In A Twilight Hour y, más en general, el sonido del sello Sarah Records. Formaciones todas ellas a las que desde siempre se ha profesado un fervoroso culto pero que apenas consiguieron en todos estos años escapar de la categoría de delicatessen para iniciados.

No ha ocurrido así con la música de Greg González, que desde aquellos singles iniciales conectó de forma inmediata con un amplio y jovencísimo público fiel a su propuesta, convirtiéndose en una suerte de apóstol del angst juvenil.

Es una propuesta que el músico texano ha definido y defiende con pasión en todos sus aspectos: desde la imagen gráfica en riguroso blanco y negro, fiel al tono tristón y por momentos atormentado de su música, hasta decisiones como las escasas explicaciones promocionales o la elección de un único single para este esperado segundo álbum. Todo ello enfocado a preservar el misterio alrededor de un proyecto que aspira a explicarse enteramente a través de su música. Y esta no deja lugar a la duda: ritmos al ralentí, propios del slow-core, guitarras cristalinas y voces casi susurradas para unas canciones que son melancolía en estado puro.

Desert Sessions

Desert Sessions

The Desert Sessions Vols. 11 & 12Matador / Popstock!ROCK7The Desert Sessions Vols. 11 & 12

Casi en paralelo al nacimiento de Queens Of The Stone Age, entre 1998 y 2003 Josh Homme desarrolló una serie de discos-proyecto que bautizó con el nombre de Desert Sessions. A priori la idea era tan sencilla como atractiva: llevarse a los estudios Rancho De La Luna, en el desierto del Joshua Tree en California, a una serie de ilustres amigos para plantear una colaboración sin excesivas pretensiones y resultados las más de las veces entre el notable y el sobresaliente.

El proyecto pasó a dormir el sueño de los justos, más que nada por la repercusión que estaba alcanzando QOTSA, aunque oficialmente las Desert Sessions nunca pasaron a mejor vida. Y de esta forma, con la misma naturalidad con la que dejaron de llevarse a cabo, Homme las resucita 16 años más tarde.

La reunión de amigos en esta ocasión la conforman el comediante y músico británico Matt Berry, el líder de ZZ Top Billy Gibbons, el cantante de Scissor Sisters Jake Shears, el Royal Blood Mike Kerr y Les Claypool, obviamente con Josh Homme ejerciendo el papel de maestro de ceremonias.

La alineación da en un disco menos correoso que anteriores entregas –porque, no nos engañemos, los años no pasan en balde ni siquiera para Josh Homme- pero que igualmente hará las delicias de los aficionados al rock’n’roll hi-energy que caracteriza a esta tropa, con momentos para el lucimiento personal de cada uno de los presentes a lo largo de estas ocho canciones.

El Hijo

El Hijo

Capital desiertoIntromúsicaPOP ELECTRÓNICO8Capital desierto

Dice Abel Hernández (ex Migala y Emak Bakia) que a la hora de producir estas canciones se ha fijado en “el hiper-pop de los últimos 30 años. Canciones súperconocidas, de las consideradas poco auténticas y sin músculo”. Pero en realidad, como ha ocurrido a lo largo de toda su producción discográfica tanto en solitario como cuando ha estado acompañado de otros músicos, nada es tan evidente en su universo como parece dar a entender con esas palabras.

Hace tiempo que El Hijo dejó de ser un proyecto de folk acústico que rayaba con el mundo de los cantautores, para entregarse de lleno a la electrónica lo-fi. Y de esta forma, desde la publicación en 2015 de Fragmento, Abel explora territorios que van desde el ambient a los sonidos industriales o una personal reinterpretción del dance, casi siempre encajado en el formato canción.

Otorga además una importancia nada desdeñable al aspecto lírico: la voz, valiente, en primer plano, propone imágenes de alienación urbanita. El resultado es reconocible y personal, a pesar del constante reenfoque de su propuesta. Efectivamente el latido pop existe dentro de Capital Desierto, convirtiendo esta colección de canciones en la más certera de cuantas El Hijo ha firmado hasta la fecha, filtrándose entre ritmos maquinales, melodías torcidas de sintes y efectos sonoros de todo tipo. Dejémoslo en pop del siglo XXI pues…

Ortiga

Ortiga

Chicho & sus chichasErnieVERBENA7Chicho & sus chichas

Esteban y Manuel se colaron en el panorama de la música “alternativa” aprovechando el constante reenfoque de la música popular con una propuesta que no podía ser más regresiva: una adaptación del sonido de organillo de las verbenas populares, especialmente exitosas en el norte de España, combinado con el latineo que causa furor a lo largo y ancho de la Península. Liquidada aquella aventura por las diferencias entre sus dos componentes, Manuel González se lo monta en solitario con Ortiga, que lleva aquella propuesta todavía un paso más allá.

Aviso para navegantes: si para muchos amantes del pop el autotune es el gran mal y el enemigo a batir de la música del siglo XXI… Ortiga les da dos tazas. Si el merengue, la bachata y por supuesto la cumbia han tomado ya el espacio público y nos rodean en nuestro día a día, Ortiga está por la labor de asaltar también el territorio festivalero hasta ahora propiedad exclusiva del indie. Cero prejuicios.

Sería un error interpretar las canciones de Chicho & sus chichas desde la ironía, a pesar de que no es fácil defender estar canciones -menos aún sus frívolas letras- en según qué entorno y contexto. Su valor lo encuentro cuando atiendo a su carácter festivo y lúdico, al desenfreno instrumental y también el que provocan entre quienes las disfrutan sin complejos; y, por último, en su desacomplejada fusión de lo popular a ambos lados del Atlántico.

Swans

Swans

Leaving MeaningYoung God / Mute/ [PIAS]ROCK EXPERIMENTAL8Leaving Meaning

Hace un tiempo, con motivo de la publicación de su anterior álbum The Glowing Man y del tour de presentación del disco, Michael Gira anunció un cambio de tercio. Algunos componentes de la formación que firmó esa imponente trilogía que va de The Seer al citado The Glowing Man dejaba la disciplina de Swans y, en consecuencia, el modus operandi y también la música de la mítica banda neoyorquina iba a verse inevitablemente afectada por ello.

Llega pues Leaving Meaning bajo la promesa de un giro de guión que a la postre tampoco lo ha sido tanto. Por un lado porque ahí sigue pulsando las seis cuerdas Norman Westberg, el único componente de Swans que podría discutirle mínimamente a Michael Gira su ascendencia en el sonido de la banda. También Thor Harris, Christopher Pravdica y Phil Puleo, componentes todos ellos de la banda en el periodo que definitivamente elevó a Swans a los altares del rock experimental. Además, amigos y cómplices como Baby Dee, Ben Frost, A Hawk and a Hacksaw, The Necks y Anna y Maria von Hausswolff pasaron por el estudio para dejar su impronta en algunas de estas doce canciones.

Musicalmente es cierto que en Leaving Meaning se aprecia cierta relajación con respecto a esa etapa previa. Y a pesar de ello los Swans de 2019 siguen siendo una de las bandas más tenebrosas e intensas sobre la faz de la tierra. Haciendo una analogía con sus primeros años, Leaving Meaning representa algo similar al giro artístico que supusieron en los primeros noventa los “discos de los conejitos”: cierto abandono del extremismo eléctrico en pos de un sonido en apariencia más limpio, pero igualmente poderoso y amenazante.

Floating Points

Floating Points

CrushNinja Tune / [PIAS]ELECTRÓNICA8Crush

La penúltima (siempre penúltima) generación de grandes productores de música electrónica salida de Gran Bretaña -los Jon Hopkins, James Holden, Daniel Avery y, por supuesto, Sam Shepherd (Floating Points)- tiene en común los contextos diferentes en los que han crecido artísticamente y también presentado su música en directo.

Desde los grandes templos del techno en todo el mundo hasta festivales y giras en espacios para grandes audiencias, estos artistas han visto cómo el riesgo en sus decisiones artísticas no suponía un handicap para llegar a un público casi masivo, trabajar para la industria del cine o tener aseada la cuenta bancaria ejerciendo de DJs en olor de multitud. Algo de todo esto hay en el segundo largo del londinense Sam Shepherd, un álbum compuesto y grabado en tan sólo cinco semanas y que surge de la experiencia de telonear a The XX en grandes espacios enfrentándose a ese público con la única ayuda de una caja de ritmos Roland y un sinte modular.

Shepherd, que venía de registrar un miniLP cercano al jazz con banda de músicos incluida, vuelve de esta forma a sus orígenes electrónicos con un disco en el que encontramos un poco de todo: por supuesto esa escena dubstep con la que ha crecido musicalmente y que él se lleva a su terreno, pero también pasajes cinemáticos, algo de electrónica abstracta y hasta amagos de música religiosa contemporánea. Infalible.

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