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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El 'vaporwave', o cómo combatir el elitismo musical a base de gifs y sintetizadores

Logo de Windows 95, Nokia 3310, Tamagotchi... El 'starter pack' del 'vaporwave'

José Antonio Luna

Windows 98 sigue vivo. Los colores chillones, el sonido enlatado y los gifs pixelados continúan en géneros musicales como el vaporwave, una corriente contracultural en la que el pasado se encuentra muy presente. Da igual que sea popular o no: este estilo bucea entre todo lo que tiempo atrás fue desprestigiado para recuperarlo con más fuerza. Un bofetón ochentero que, paradójicamente, no entiende de generaciones.

“Es la apropiación y recontextualización de la música popular, principalmente de los años 80 o 90”, explica a eldiario.es Clinton Affair, un artista inglés de vaporwave alojado en Madrid. Entre los rasgos del género, señala que las canciones “son cortas, repetidas en bucle y suelen estar acompañadas de una estética correspondiente al periodo en el que se ambienta”.

YouTube se ha llenado de vídeos que invitan a “tres horas continuas de vaporwave” con melodía relajante e imágenes que parecen sacadas de una vieja cinta VHS. Todo ello, adornado con fuentes de letras llamadas aesthetic con algún que otro carácter japonés. De hecho, hasta existen generadores que transforman el texto convencional en vaporwave.  

P a s s i o n s I I by Clinton Affair

Pero, al ser una corriente que bebe de muchas otras, ¿se puede hablar de género en sí mismo? “Al final, cuando escuchas algún tema similar siempre está la referencia de que tiene un estilo posinternet. Es decir, vaporwave”, sostiene Abraham Rivera, periodista especializado en música y presentador del programa Retromanía en Radio 3. Se trata de un cóctel de influencias que, una vez mezcladas, han terminado adquiriendo una identidad propia.

Como afirma Affair, no se puede acudir al vaporwave esperando encontrar “algo convencional”, sino más bien un material que bebe de movimientos culturales como el dadaísmo. “Juega con el tiempo y el espacio, el gusto, la memoria, la nostalgia y la familiaridad.”, considera.

Precisamente por ello, el estilo no está pensado para agradar a todos los oídos. “Existe un tipo de elitismo musical social que dice que debe gustarnos Aretha Franklin, los Beatles y tal; que hay cánones invariables de gusto y apreciación de la música popular que no pueden ser desafiados”, critica el artista. En cambio, cree que el vaporwave ha demostrado que “existe un verdadero interés” por otro tipo de sonidos.

El primer género que nace y muere en Internet

“Todo comenzó en 2010 con Oneohtrix Point Never, y luego llegaron muchísimos artistas que empezaron a hacer diferentes variaciones a través de plataformas como Bandcamp”, apunta Rivera. Se puede mencionar un gran número de músicos cercanos a este universo, como James Ferraro o Blank Banshee, pero realmente solo representan la superficie de un amplio océano. “La gente sacó discos como hongos”, dice el periodista.

A pesar de la evidente nostalgia ochentera, algunos creadores de vaporwave ni siquiera pertenecen a aquella época. Según el periodista, “es gente muy joven como Ramona Andra Xavier, que nació en 1992 y tiene mil alias”. Uno de esos alias, por el que probablemente sea más conocida, es Macintosh Plus.

Ocultarse bajo pseudónimos es otra de las prácticas habituales en el mundo vaporwave. “Forma parte de esta idea del presente, de tener muchos alias y jugar un poco con tu propia identidad”, detalla Rivera. Estos sobrenombres pueden referirse a diferentes aspectos, pero normalmente suelen tener un nexo común: la nostalgia.

Es lo que ocurre con Clinton Affair, referido al Escándalo Lewinsky que revolucionó la Casa Blanca en 1998. Pero lo importante, en realidad, es la fecha. Según el músico, este lo eligió para referirse “a la era de PlayStation, de las Spice Girls, de Los Simpson, o de la telenovela Sunset Beach”, a la que hace continuas referencias en su trabajo.

El anonimato y la negación del valor de las cosas son dos de los atributos principales del vaporwave, razón por la que en Reddit han llegado a preguntarse sobre su relación con el nihilismo. Para Rivera sí que existe esa “idea de rescate”, de tomar canciones y traerlas a la actualidad pasándolas por “una pátina vieja, triste y desolada”.

Sin embargo, Clinton Affair no considera que haya ningún mensaje pesimista. Opina que los productores de vaporwave se interesan más en la nostalgia “porque es una alternativa verdadera a la música convencional”, la cual, continúa el artista, está “obsesionada con la imagen de hoy día, por estar en sintonía con la moda actual”

El cementerio del que nunca salió

Canino recoge un completo reportaje realizado en 2017 que explica los puntos y artistas más importantes del género. También pone el foco en otro aspecto: ¿ha muerto el vaporwave? Quizá, como señalan en la página, es que ya nació moribundo. A pesar de ello, según Rivera, sí que pudo tener un gran momento de actividad: “Tuvo un pico muy fuerte en 2014, con todos los artistas muy bien caracterizados haciendo un determinado sonido, pero creo que ha evolucionado”.

¿Ha pasado de moda? “Tal vez sí”, lamenta Clinton Affair. Continúa diciendo que “todo finalmente lo hace, pero el vaporwave siempre ha sido malentendido, descartado y subestimado”, algo que considera “un error”.

Aún así, no resulta extraño ver cantantes de pop o de trap, como Putochinomaricón o incluso Yung Beef, que igualmente se nutren de esto. Affair asegura que se contempla el vaporwave “como dos entidades separadas: la estética, cool y fácil de entender; y la música, difícil de apreciar, rara y al margen de las modas”. Esa es la razón por la que, según el compositor, algunos artistas “se apropian” de la imagen mientras que rechazan el apartado sonoro.

Rivera matiza que, aunque es “un estilo que probablemente ya esté muerto”, sus referencias siguen expandiéndose. En la misma línea se sitúa Clinton Affair, que aprecia cómo ahora pueden verse su influencia en géneros como “el trap, el future funk, el lo-fi house o el ambient”, entre muchos otros. Puede que ya no esté en el centro de la escena musical, pero, a juzgar por su legado, parece que la ola ochentera del vaporwave aún no ha perdido toda su fuerza.

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