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“No le llaméis, ni ahora ni en un futuro”: rechazado de una orquesta por negarse a cobrar en entradas para su propio concierto

La Film Symphony Orchestra llenará de música de cine el Kursaal de San Sebastián este viernes

José Antonio Luna

La afición de Francisco Gaspar Tomás por la trompeta viene de lejos. Comenzó con seis años, y desde entonces no ha parado de especializarse en el campo musical a base de másteres y colaboraciones con la Orquesta Ciudad de Granada o la Sinfónica Portuguesa, entre otras. Aun así, busca trabajo, y decidió probar suerte con una convocatoria publicada por la Film Symphony Orchestra. Sin embargo, lo que parecía una oferta laboral, en realidad era una “experiencia” para jóvenes músicos: consistía en tocar seis minutos a cambio de recibir tres entradas para ese mismo espectáculo.

La empresa dirigida por Constantino Martínez Orts es reconocida por interpretar bandas sonoras de cine a lo largo de toda España y colgar el cartel de sold out en prácticamente cada auditorio que visita. También aparecen frecuentemente en programas como El Hormiguero, donde presentaron un nuevo tour en homenaje a John Williams en el que darán más de 60 conciertos por 30 ciudades alrededor de España y Portugal. En este contexto, decidieron lanzar una propuesta destinada a “estudiantes de cuarto curso” y “jóvenes trompetistas titulados menores a 30 años”: tocar la pieza Summon The Heroes junto a la orquesta.

“Yo pensé que ellos buscaban un trompetista, así que, bueno, les escribí y les mandé mi currículum”, explica Tomás a eldiario.es. Posteriormente, llegó la respuesta: “Lo pagaban con tres entradas por valor de 50 euros cada una. Que 150 euros por tocar está bien, pero que lo ofrezcan en forma de entradas… Me quedé flipado”, añade. El trompetista señala que a lo largo de su carrera ha vivido situaciones similares en las que tampoco ha recibido un sueldo, pero en las que al menos “pagaron el desplazamiento, las dietas y pusieron prestigiosos profesores a nivel europeo”.

Desde la Film Symphony Orchestra indican a este periódico que “en ningún momento se dice que sea un trabajo, sino una oportunidad. Esto es como si un día viene Bruno Mars y da la oportunidad de que un bailarín de Madrid pueda participar”. Continúan diciendo que “se hace única y exclusivamente para ofrecer la experiencia a gente que de otra manera no tendría la posibilidad, y que además luego siempre puede poner en su currículum que ha tocado con la Film Symphony”.

No coincide David García Aristegui, portavoz de la Unión Estatal de Sindicatos de Músicos, Intérpretes y Compositoras, quien cree que esto refleja “el trasfondo de cómo está el sector musical en España”. “Hay contratos en formación, contratos en prácticas y un montón de soluciones que, aun siendo precarias, permiten que una persona participe puntualmente en una orquesta. En España el Estatuto de los trabajadores es taxativo: el pago en especie no puede llegar al 100% del salario. Por lo tanto, es una ilegalidad de cajón”, reprocha.

En cambio, al ser preguntada por el tema, la orquesta repite que no existe ninguno de estos contratos “porque no es una oferta de trabajo”. De hecho, destacan que “esto no es ninguna ayuda, sino un extra de complicación”, ya que “lo podrían hacer los músicos de plantilla sin más”.

No obstante, estas condiciones no son explicadas en ninguna parte de la convocatoria, sino que se detallan tras enviar el email con el currículum. “En ningún sitio ponía que fuesen prácticas o un trabajo no remunerado. Si hubiera sido así, yo no habría perdido el tiempo en mandarlo”, opina el músico.

“Este tipo de lecturas son posibles, así que tranquilos”

Pero la polémica no acabó con un correo. Después de que Tomás se mostrara en desacuerdo con la política de pagos en especie, la Film Symphony Orchestra le contestó: “Lamentamos que la propuesta no encaje con tus expectativas. Te tendremos en cuenta para futuros proyectos”. La sorpresa para el trompetista llega cuando baja hasta el final del email y en él encuentra un correo interno de la empresa reenviado por error.

En él se podía leer al director, Constantino Martínez Orts, dando lecciones a su equipo de comunicación de cómo afrontar el conflicto con el joven músico. “No os alarméis. Este tipo de lecturas son posibles, así que tranquilos”, se aprecia en el texto. “Le dices que lamentamos que no encaje la propuesta en sus expectativas. Que le tendremos en cuenta para futuros proyectos”, prosigue indicando el compositor valenciano para poco después desmentirlo. “Obviamente no le llaméis. Ni ahora ni en un futuro”, culmina.

Ante tal revelación, Tomás decide compartir capturas a través de redes sociales. Estas se terminan viralizando y acaban en portales como Reddit o Menéame. “A la hora recibí la llamada de la empresa y me dijo que no podía compartir esa información porque era privada. Así, como no quiero más historias y no sé si es legal, les dije que lo borraría”, recuerda el artista.

Como continúa Tomás, también hicieron referencia a las palabras de Constantino Martínez: “Dijeron que él es un bromista. Me preguntaron: ¿tú de dónde eres? Yo de Alicante. Ah, eres valenciano, entonces lo tienes que saber, que los valencianos son muy bromistas”. Según el músico, le “prometieron que el director iba a contestar en un email”, pero actualmente continúa “esperando su respuesta”.

A pesar de ello, desde la Film Symphony Orchestra cree que todo se ha debido a un “problema de comunicación”. “Todos los que han participado están encantados y lo han hecho conscientes. El chico no ha entendido bien nuestra filosofía y yo creo que el comentario de 'Tino' [Constantino], desafortunado por supuesto, era para mostrar que no lo había comprendido. El chico lo malinterpretó y se sintió ofendido en su ego de artista. Al hacerlo público y sacándolo todo de contexto, pues la gente habla por hablar”, valoran.

Por ello, David García Aristegui recalca la importancia de denunciar lo que llama “listas negras”. “Operan y lo hacen de esta manera. Muchas veces cuando lo denunciamos desde las organizaciones sindicales parece que estamos hablando de una conspiración reptiliana y no, nos referimos a este tipo de cosas”, menciona.

Además, aunque en teoría solo son 6 minutos de actuación, Francisco Gaspar se cuestiona qué tipo de seguridad tendrían durante la actuación: “Me das entradas, pero ni muchísimo menos me estás dando de alta en la seguridad social. Si pasa algo, es ilegal”.

Por su parte, la orquesta afirma que existe “un seguro de responsabilidad civil muy amplio con diferentes apartados”, entre los que se encontrarían “las personas que pudieran venir a vivir esta experiencia puntualmente”. No es suficiente para el portavoz del Sindicato de músicos, el cual recalca que es “totalmente irregular”. “Si no es un seguro para trabajadores entonces qué es, ¿un seguro para personas que se suban en el escenario a hacer algo? No tiene ningún sentido”, se pregunta.

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