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Pet Shop Boys arranca el Primavera Sound de Madrid ante la incertidumbre de la cancelación

Pet Shop Boys durante el concierto en el Civitas Metropolitano, este miércoles

Elena Cabrera

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La primera edición del Primavera Sound en Madrid ha comenzado con mal pie debido a la borrasca Óscar. Al poco de empezar la sesión inaugural, gratuita, en el estadio Metropolitano, la organización comunicaba en torno a las seis de la tarde de este miércoles a sus trabajadores y empresas colaboradoras la cancelación de la primera jornada de festival, la del jueves 8 de junio. Dos horas después, se enviaba un comunicado a la prensa y se anunciaba por redes sociales.

Las lluvias que persistentemente llevan empapando el suelo de la Ciudad del Rock de Arganda desde hace días han dejado el terreno impracticable, como se ha podido ver en fotografías y videos compartidos por redes sociales. Además, la previsión tanto para el jueves como para el viernes es que continuará lloviendo. Facua ha recordado a los afectados que tienen derecho al reembolso de la parte proporcional de su abono.

A pesar del mal tiempo, Pet Shop Boys ha podido tocar en Madrid, y lo ha hecho dos noches seguidas: primero en el Teatro Eslava y al día siguiente en el recinto exterior del estadio del Atlético de Madrid. Era el mismo grupo pero han sido dos conciertos muy diferentes, lo que demuestra la versatilidad de unos supervivientes a las décadas y las corrientes musicales, de uno de los nombres más grandes del pop, surgidos de la pasión inglesa por los sintetizadores de principios de los años 80. Y hasta ahora.

El concierto en el Teatro Eslava, como parte de la programación de Primavera en la Ciudad, y prácticamente también gratuito, carecía de la escenografía desplegada en el enorme escenario junto al estadio de San Blas, pero concedió el lujo de la distancia corta. Y también algún cambio en el set list, como la interpretación de la balada Jealousy en el teatro. A cambio, en el concierto grande apareció Go West. 

También se reservaron para el concierto de gran formato, además de unas enormes farolas de atrezo, la simbología de Smash, el nuevo recopilatorio de grandes éxitos que marca el talante de esta gira: unas máscaras de motivos geométricos. El set list es prácticamente el mismo que vienen interpretando desde el año pasado en esta accidentada gira Dreamworld, pospuesta por la pandemia. Aunque le han sustraído joyas de finales de los 90 como New York City Boy, Se a Vida E (That's the Way Life Is) o Single - Bilingual. 

Visiblemente encantado con la doble cita madrileña, Neil Tennant, cada día más parecido al Noël Coward que siempre quiso ser, dijo que el público era “maravilloso” y se dejó querer por miles de personas que sin bien no llenaban el aforo hasta el límite de su capacidad, era difícil que permitieran un buen ángulo de visión. Nadie estaba allí de paso, a pesar de su gratuidad; cada alma congregada en este miércoles de inquietudes y decepciones, llevaba dentro un fan de Pet Shop Boys. Si no, cómo era posible que, desde Suburbia (“la combinación de suburbios y utopía”, que dice la canción) hasta Being Boring, se escuchara cantar la mayoría de los versos, a voz en grito, desde el público.

El concierto empezó con 15 minutos de retraso —en una jornada que ya venía marcada por la cancelación del primero de los grupos, La Paloma— y casi que le vino bien al público de Neil Tennant y Chris Lowe, porque las gotas cesaron antes de que ellos salieran al escenario, y finalmente se pudo disfrutar del espectáculo en seco. También dio tregua la lluvia al divertido dúo de technopop australiano Confidence Man, que dio un show de baile imparable, con cambios de vestuario y una Grace Stephenson entregada, incluso literalmente, al público.

Madrid con Primavera

La llegada del festival barcelonés Primavera Sound a la comunidad de Madrid es un evento que tiene también cierto carácter de experimento: ¿Cabe un segundo macrofestival en Madrid? ¿Lo que funciona en Barcelona, funcionará igualmente en otra gran ciudad a 600 kilómetros y tan solo una semana después? Si las dos restantes jornadas se celebran, habrá tres indicadores que arrojen respuesta a esas preguntas: la cantidad de público asistente, la calidad del sonido y las condiciones de movilidad entre Madrid y Arganda, donde se ubica el recinto. Porque sobre la música, que es de lo que en realidad va esto, no habrá sorpresas: todo lo que pase en Madrid en los próximos días, salvo evidentemente los grupos del anulado primer día, ha sucedido de manera prácticamente idéntica hace unos días en Barcelona; las crónicas están escritas.

El Primavera preparó en octubre del año pasado su desembarco en Madrid separándose de Mad Cool en cuanto a la recepción de subvenciones. “Cero euros”, dijo Alfonso Lanza, director del festival. “No creemos en el modelo de festival subvencionado”, añadió, aunque el evento cuenta con el apoyo de toda la administración pública pertinente: desde las alcaldías de Madrid y Arganda, pasando por la comunidad autónoma y terminando en el Ministerio de Cultura. A pesar de ello, en marzo de este año, el Consejo de Gobierno de la Comunidad firmó un acuerdo para aportar 850.000 euros al festival como “apuesta para atraer turismo internacional”. Es literalmente el mismo argumento, el turismo internacional, el que utiliza para subvencionar a Mad Cool, con 1,08 millones de euros. La directora de la edición madrileña, Almudena Heredero, había explicado que no necesitaban el apoyo económico de las administraciones: “En el momento en que tu festival tiene beneficios económicos, no hay necesidad de recurrir a las subvenciones públicas”, dijo en una entrevista con elDiario.es.

Según anunció la Comunidad, se esperan 85.000 asistentes diarios al Primavera Sound, aunque no se han agotado las entradas de día ni los abonos. Es más, la organización ha dicho que no habrá problema en reubicar en días posteriores a los poseedores de la entrada de día del jueves. En un global de venta de entradas —que no necesariamente se corresponde con personas únicas pues la misma persona acude repetidos días a diferentes eventos—, el festival prevé más de 300.000, juntando el recinto de la Ciudad del Rock en Arganda y los conciertos que se vienen celebrando a lo largo de la semana dentro del programa Primavera en la Ciudad. Estos conciertos fuera del recinto son uno de los aciertos de la estrategia del festival, pues colabora de esta manera con las salas de conciertos, que son las grandes perjudicadas tanto del modelo de consumo musical en macrofestival como de la pandemia. Habrá que esperar a la conclusión del festival el próximo domingo para conocer, de parte de la organización, el saldo final de asistentes. Las condiciones meteorológicas, la incertidumbre ante una primera edición, la conexión entre Madrid y Arganda (dos ciudades separadas por 40 kilómetros), el elevado precio de las entradas, los horarios de los cabezas de cartel y la competencia con Mad Cool, son factores que han jugado en su contra. ¿A su favor? Un cartel inigualable.

Rosalía de madrugada

Otro de los debates que ha suscitado el Primavera Sound los últimos días es el horario de sus actuaciones. Blur, uno de los conciertos cancelados, estaba programado a las 02:05. La misma hora que está prevista para Rosalía el sábado. El horario de Depeche Mode entra dentro de lo habitual (21:10), así como también lo hubiera estado el de New Order (23:05). Otros grupos cuya propuesta no es habitual escuchar en la madrugada, una franja más propia para la electrónica y el baile, también han sido ubicados a altas horas de la noche, como es el caso de Alison Goldfrapp (02:30), Kyary Pamyu Pamyu (02:35), Lebanon Hanover (04:35) o Los Ganglios (04:55).

La calidad del sonido, como decíamos más arriba, es otro de los factores que influyen en la valoración final de un festival. A menudo está relacionado con la ubicación del festival, pues con frecuencia calidad se relaciona con volumen (aunque sean cosas diferentes). Para conseguir un buen volumen durante toda la noche es imprescindible que no haya viviendas cerca. A diferencia del nuevo recinto de Mad Cool, la Ciudad del Rock es un terreno bastante aislado y en principio no ha habido quejas preventivas de los vecinos, como sí ha sucedido con el otro festival citado, trasladado de Valdebebas a Villaverde. 

Y, por último, el tercer factor: la movilidad. Desde su presentación en Madrid, el festival catalán ha dejado claro que resolver el traslado de miles de personas de Madrid a Arganda era clave para el éxito de su propuesta. Para ello, han creado plazas de parking a 10 euros el día —que desincentivan el uso del transporte privado a la vez que dan un servicio para quien lo considere imprescindible— y un servicio de lanzaderas gratuitas de ida y vuelta entre Arganda y Madrid. Para ir, estos autobuses salen del estadio Cívitas Metropolitano entre las 15:00 y la medianoche. Para volver, los vehículos colectivos salen de la Ciudad del Rock hacia el Metropolitano, el intercambiador de Méndez Álvaro y el intercambiador de Plaza de Castilla entre la medianoche y las 07:30 de la mañana. Además, habrá otros buses lanzadera gratuitos de la EMT desde el estadio Cívitas Metropolitano y el intercambiador de Méndez Álvaro hasta la plaza de Cibeles en esos mismos horarios.

Los conciertos que, pase lo que pase, se mantienen en pie, ya que se celebran bajo techo, son los que tienen lugar en el Auditorio Primavera (The Music Station en la estación de Príncipe Pío), otro regalo del festival a la ciudad, con conciertos de mañana que no se repiten en la programación del recinto, como son Swans, John Cale o Laurie Anderson. Están pasando desapercibidos, las entradas están agotadas para estos tres grupos nombrados y su horario es incompatible con el trabajo o el descanso tras una larguísima jornada en el recinto, pero su existencia es una anomalía y, como ocurrió con el concierto de Pet Shop Boys en el Teatro Eslava, seguramente sirva para recordar al público que todo esto, al final, es por la música y no por el espectáculo. Los propios Neil Tennant y Chris Lowe grabaron en 1989 una canción muy actual —en realidad, una versión— llamada It’s Alright, que han tocado estos días. En ella se habla de la dictadura en Afganistán, de la revolución en Sudáfrica y de la opresión en Eurasia. De la deforestación y de la desertificación. Y, a pesar de eso, “la música es la base de nuestra vida y sucederá a todas las naciones por venir” dice, con un optimismo levemente descontrolado, su letra.

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