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Carmena pone a prueba sus expectativas en el mayor foco de pobreza de Madrid

Imagen de archivo de una de las cuatro chabolas de 'El Gallinero' que el Ayuntamiento de Ana Botella derribó el pasado enero. / L. O.

Laura Olías

En Madrid hay niños, alrededor de un centenar, que no tienen acceso a un retrete. Que cuando tienen sed, solo disponen de un grifo de agua potable para 300 personas. Viven en El Gallinero, el poblado chabolista cuyos índices de pobreza están a años luz de la media de la capital: un devastador 93% de pobreza, según el índice de Pobreza Humana (IPH), respecto al 10,7% medio de los madrileños. Manuela Carmena iniciará su “plan de choque” en el asentamiento este enero, seis meses después de tomar posesión como alcaldesa de Madrid, ante la impaciencia de los voluntarios que trabajan en el poblado.

Para el gobierno de Ana Botella, mejorar las condiciones de vida en el poblado de chabolas de El Gallinero, donde habitan en la actualidad alrededor de 300 personas de etnia rumana gitana, significaba “cronificar la pobreza”. Con ese argumento, los voluntarios que trabajan en el asentamiento vieron truncadas una y otra vez sus propuestas para mejorar de manera urgente las necesidades básicas en el asentamiento (hasta lograr una solución permanente que acabe con el poblado): la instalación de retretes, duchas, más puntos de agua y la limpieza de los montones de basuras que se acumulan sin control.

Una investigación de Save the Children, junto a la Universidad Pontificia Comillas, alertó de la vulneración diaria de los derechos de los menores de El Gallinero. Según el estudio, la probabilidad de que los niños que habitan el poblado no lleguen a los 60 años es del 98%. “En España, la media es del 7,8%”, recordaba la ONG.

La llegada del gobierno municipal de Ahora Madrid al palacio de Cibeles, con Manuela Carmena a la cabeza, alentó las esperanzas de los voluntarios con un cambio evidente en la actitud del Ayuntamiento. Desde junio, los derribos de chabolas han cesado, afirma Jorge Fernández, miembro de la Parroquia San Carlos Borromeo que trabaja día a día en El Gallinero. Ahora, el equipo de la alcaldesa ha comunicado su intención de lanzar su “plan de choque” con medidas urgentes para mejorar la habitabilidad en este foco de pobreza, a 12 kilómetros de la céntrica plaza de Sol. Las primeras actuaciones llegarán “a finales de enero”, afirma Marta Higueras, concejala de Equidad, Derechos Sociales y Empleo.

Letrinas y una mayor limpieza

Las medidas urgentes que pondrá en marcha el Consistorio, como adelantó El Mundo, consisten en “letrinas y duchas, aumentar los puntos de acceso a agua potable y un pequeño asfaltado del poblado para que pueda acceder el autobús escolar”, explica la concejala. Además, los servicios municipales realizarán una limpieza intensiva y la desratización del poblado.

Para algunos voluntarios, las letrinas y otras actuaciones urgentes se han demorado demasiado. “No sé si la Administración es tan lenta y no permite hacer cosas urgentes”, afirma Jorge Fernández. “No es de recibo, que ya hace seis meses que fueron elegidos...”, afirma con evidente molestia. En su opinión, las promesas deberían haberse anticipado al frío. Este lunes, la temperatura mínima en Madrid ha sido de unos 3 grados. “Es penoso que las criaturas estén en estas situaciones”.

Desde el Ayuntamiento, Marta Higueras apunta que los terrenos sobre los que se levanta el poblado no son municipales, por lo que toda actuación requiere “el permiso de los propietarios, con los que nos hemos reunido”, lo que demora la intervención. Los niños haciendo sus necesidades encogidos por el frío, al aire libre, tienen los días contados, según el compromiso del Ayuntamiento.

Javier Baeza, párroco de San Carlos Borromeo y otra de las personas activas en el poblado, es más conciliador. “A mí me parece que esto es como todo, si lo comparamos con la situación de junio para atrás, estamos mucho mejor”, responde. En octubre, la ONU respondió a una queja de los voluntarios (de la etapa del Ejecutivo de Botella) sobre la inexistencia de saneamiento en El Gallinero. La Relatoría de Naciones Unidas encargada de velar por el derecho humano al agua indicó su interés de investigar esta vulneración de derechos humanos.

Las medidas a largo plazo

Marta Higueras afirma que, pese a la urgencia del plan de choque para “dignificar las condiciones de vida” de los habitantes del Gallinero, “el problema no se soluciona sólo con estas medidas”. El Ayuntamiento trabaja en un plan “a medio y largo plazo que tenga en cuenta la situación de cada familia, de manera individualizada”. El objetivo: dejar atrás la pobreza en la que se ven envueltos los pobladores de El Gallinero.

De momento, en el Consistorio no descartan la autoconstrucción controlada de viviendas con mejores condiciones sobre suelo municipal “cercano a donde está ahora el poblado”, afirma Higueras que subraya que “la idea no es trasladar el poblado, pero no descartamos esta opción para las familias que no quieran vivir en altura”.

Jorge Fernández, que presentó hace cuatro años junto a otros voluntarios un plan de autoconstrucción como “solución” para El Gallinero, opina ahora que no es la mejor salida. “Muchas familias, sobre el 40%, estarían preparadas para vivir en una vivienda” de manera normalizada, con asistencia social.

Fernández sugiere el modelo de integración que implantaron hace años varias regiones de Estados Unidos (y ahora está poniendo en práctica la Comisión Europea) para personas sin hogar: Housing First. Este plan consiste en garantizar una vivienda a estas personas, que reciben asistencia social de manera periódica para controlar los avances y la integración en el nuevo vecindario. En España, el modelo ha sido aplicado este año por Rais Fundación.

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