¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
¿Las preguntas equivocadas?
Recién aterrizado en Davos, el Vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden destacaba en su primer discurso en este Foro Económico Mundial una realidad que quizás no “gustará a todos”: 62 personas en el mundo tienen tanta riqueza como 3.600 millones de personas, y gran parte de este problema es causado por los inmensos recursos que se fugan hacia paraísos fiscales“. Sin embargo, algunas voces críticas aún pretenden sembrar dudas cuestionando la solidez de la metodología utilizada para explicar la desigualdad extrema y sus terribles efectos sobre la pobreza.
Lo inaceptable no son los datos, sino lo que nos muestran. La realidad que destapa Oxfam resulta muy incómoda. Y lo es no sólo para esa élite que señalamos en el informe como beneficiaria de la mayor parte del crecimiento económico de estos últimos lustros, sino también para quienes defienden que la búsqueda del enriquecimiento desmesurado es el mejor motor para el bienestar global. La evidencia de este y muchos otros informes es que ese impulso deja a millones de personas sumidas en la pobreza y sin oportunidades de progresar socialmente.
A las personas más interesadas en los detalles estadísticos os recomendamos la lectura de esta pieza del economista de Oxfam América, Nick Galasso, elaborada tras la Cumbre de Davos de 2015, que explica en detalle el cruce de las diferentes fuentes y bases de datos que usan los investigadores de Oxfam para lanzar al mundo los datos demoledores que ya conocen.
Comparamos riqueza e ingresos por separado
En este nuevo informe sobre desigualdad extrema, “Una economía al servicio del 1%”, Oxfam analiza por separado los datos de concentración de riqueza y de ingresos, utilizando fuentes diferentes. Oxfam compara por un lado la evolución de la concentración de riqueza desde el año 2000 utilizando principalmente el informe de Credit Suisse. La metodología de Credit Suisse, reconocida como la mejor, no es perfecta ya que no es posible contar con datos de encuestas financieras de hogares o estadísticas nacionales completas y actualizadas para todos los países, aunque sí para la gran mayoría (cubren el 66% de la población mundial y el 96% de la riqueza mundial total). La aproximación estadística es la más precisa posible con los datos existentes, que son como en casi todas las disciplinas, incompletos. Es ahí donde entra en juego el trabajo de los expertos economistas autores del estudio aplicando modelos de análisis econométrico. Para la inmensa mayoría de los estudiosos del tema, los resultados son indiscutibles: no ha habido hasta ahora una metodología más completa y avanzada, pese a que las fuentes no ofrezcan una información absolutamente completa.una metodología más completa y avanzada
Oxfam también analiza y compara por separado –aunque pueda haber generado confusión a algunos lectores- la concentración de ingresos, utilizando para ello el World Panel Income Distribution (LM-WPID) de Lakner-Milanovic (2013) para los años 1988-2011. Los datos de 2011 proceden de correspondencia entre Oxfam y B. Milanovic en septiembre de 2015 y están también disponibles.
Para Oxfam es importante analizar la evolución de estos dos indicadores, concentración de riqueza e ingresos por sus efectos en la desigualdad. Por esa razón los comparamos por separado para, identificar las principales tendencias y la evolución que se ha ido produciendo en su distribución, entre los distintos deciles y los percentiles más altos de la población mundial.
1. ¿Confundimos riqueza e ingresos? No
La desigualdad económica, tanto de ingresos como de riqueza, está estrechamente asociada a la igualdad de oportunidades y a la movilidad social. Aunque se trata de conceptos diferentes, ambos aspectos son fundamentales a la hora de entender la evolución de la desigualdad en el mundo, y en qué medida ésta afecta a la población más vulnerable.
Por un lado, los datos sobre concentración de ingresos hacen referencia al poder adquisitivo de las personas. Por su parte, la riqueza individual es el determinante principal de la capacidad de resistencia y reacción de las personas y las familias ante las situaciones adversas en su vida y su futuro –enfermedades, accidentes, falta de ingresos- y de la capacidad de aprovechar las oportunidades –de inversión, acceso a mejores niveles de educación para las siguientes generaciones. En este sentido, la riqueza recibida (herencia), en el caso de las mayores fortunas, es también vista por una mayoría de expertos, como una de las causas básicas de la desigualdad económica en términos de riqueza monetaria y condiciones de vida.
2. ¿Hay pobreza negativa? Sí ¿Pero esto cambia significativamente el modelo de distribución? No
En el 10% inferior de la escala de distribución de la riqueza aparece un nivel de “riqueza negativa”. Es cierto que algunas de las personas en ese 10 % viven en países ricos, y no pueden ser consideradas pobres (por ejemplo los recién licenciados de universidades de élite que aun están pagando su crédito universitario), pero se trata de números anecdóticos -inferiores al 0,1%- dentro de las estadísticas globales. Es evidente que a nivel global el volumen de riqueza (negativa) en manos de la población situada en el extremo inferior de la escala de distribución de los ingresos es insignificante en comparación con la riqueza que poseen quienes se encuentran en el extremo superior de dicha escala, por lo que nuestra conclusión no queda en entredicho.
En cualquier caso, hemos vuelto a calcular la distribución de la riqueza mundial excluyendo la riqueza negativa del 10% más pobre de la población, que asciende a 750.000 millones de dólares. Esta cifra equivale al 0,3% del total de la riqueza mundial y es inferior a la riqueza neta de los 16 milmillonarios que atesoran mayor riqueza. Si tenemos en cuenta la riqueza negativa del 10% más pobre de la población, el 1% más rico posee el 50,1% de la riqueza mundial, mientras que si se excluye la riqueza negativa, el porcentaje que corresponde al 1% más rico es del 49,8%, lo cual no constituye una diferencia estadística significativauna diferencia estadística significativa. Y lo que es más importante, no cambia ni las tendencias que nos muestran los datos de años sucesivos, que resultan implacables, y solo matizan muy ligeramente sus conclusiones.
3. ¿Los pobres son más pobres? No, pero apenas mejora su situación.
Desde el año 2000, el 50% del crecimiento económico ha ido a parar a manos del 1% más rico de la población mundial, mientras que 3.600 millones de personas apenas veían mejoras. La tarta, crezca o no, no llega a todos por igual. A muchos les están llegando apenas unas migajas. De hecho, los ingresos medos del 10% más pobre de la población mundial apenas han aumentado en 3 dólares en los últimos 25 años.
Dicho lo anterior, en los últimos años sí se han empobrecido. Los 3.600 millones de personas en los cinco primeros deciles (la mitad de la población mundial con menos riqueza) han visto como su riqueza se reducía en 1 billón de dólares desde el año 2010. Es cierto (como también reconoce Credit Suisse) que en 2105 se ha producido una ligera desaceleración en el nivel de crecimiento de la riqueza, en gran parte debido a los cambios en los mercados de divisas (cotización del euro con respecto al dólar principalmente) y de materias primas. Oxfam destaca que esta desaceleración no ha hecho sino amplificar la brecha de desigualdad en la concentración de riqueza ya que no ha afectado a toda la población mundial por igual. Mientras el nivel de riqueza mundial caía un 5% en 2015, la riqueza del 50% más pobre sufría una caída similar. Sin embargo los 62 más ricos del planeta veían como ese mismo año su fortuna se incrementaba en un 7%. Tomando el ejemplo de España, en 2015 las 20 personas más ricas del país han visto como su riqueza crecía un 15% mientras para el 99% restante caía un 15%, debido fundamentalmente a las razones explicadas en este párrafo.
4. ¿Solo se hace referencia al patrimonio mobiliario y la riqueza financiera? Si
Algunos rebaten la consistencia de la metodología elaborada por Credit Suisse (no por Oxfam) con el argumento de que resulta limitada al no reflejar más que valores patrimoniales y activos financieros, y no tener en cuenta que para una familia pobre de cualquier país de África, por ejemplo, su principal activo es el escaso ganado que posee y con el que trata de sustentar a su familia. Es indudable que en el seno de una familia pobre, contar con un recurso tan valioso como alguna cabeza de ganado marca la diferencia básica entre poder subsistir o no. Igual que es cierto que las proyecciones económetricas de los expertos de Credit Suisse tanto como las encuestas financieras de los hogares o las oficinas de estadística nacionales no alcanzan a reflejarlo, como tampoco alcanzan a atribuir las fortunas escondidas en paraísos fiscales que tan solo pueden corresponder a personas muy alejadas de esos deciles más bajos y que con seguridad agrandarían el tamaño de la brecha.
Pero el efecto agregado de las pocas cabezas de ganado, gallinas, o pequeñas parcelas en manos de la población más pobre en los datos de riqueza global es estadísticamente despreciable. No es razonable cuestionar un estudio tan exhaustivo y sólido centrándose en este aspecto meramente anecdótico: es hacerse las preguntas equivocadas y tratar de minimizar el problema de la híper concentración de riqueza.
¿O será que el problema para poder medir adecuadamente la concentración de riqueza en el mundo son las cabras de los agricultores nómadas en Somalia?
5. ¿Es España el país más desigual? No, pero sí el segundo de la Unión Europea en el que más ha crecido la desigualdad desde el principio de la crisis
La crisis ha dejado a España más empobrecida y más desigual. Los datos que el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en España arrojan muestran como el número de personas en riesgo de exclusión y de pobreza, medidas por el indicador AROPE (índice compuesto elaborado en el marco de la Estrategia Europea 2020, que combina factores de renta -pobreza relativa-, consumo de bienes y servicios -privación material- y empleo -baja intensidad del trabajo-, medidos en porcentaje sobre el total de la población) no ha dejado de aumentar desde el principio de la crisis hasta alcanzar los 13,5 millones de personas, un 29,2% de la población total en España. Esto significa 2,3 millones de personas más que en 2008 (año de referencia para este indicador en la Estrategia Europea 2020). Esto nos coloca en el puesto número 11 en la Europa de los 27, pero con el dato más elevado de los últimos 3 años.
Que España alcance estos poco honrosos hitos en términos de crecimiento de la desigualdad, tiene sin duda mucho que ver con el nivel de desempleo, la insuficiente cobertura (en particular para los desempleados de larga duración) y el desplome salarial que se ha producido en estos años. Desde el año 2007, el salario medio bruto en España ha caído un 22.2% y el salario medio de cualquier trabajador en el primer decil es ya 18 veces inferior al salario medio en el último decil. Todos los analistas, incluso los del FMI, reconocen que la recuperación de los niveles salariales para las clases medias y bajas llevará, en el mejor de los casos, más de una década.
Aunque no es así para todos. En 2014, los salarios de los presidentes de las empresas del IBEX35 son ya 158 superiores a los de un trabajador medio de su empresa. Y mientras los salarios de los altos ejecutivos han crecido un 80% en un año, el trabajador medio ha visto como su sueldo caía un 1,5%.
Esta presión a la baja en los salarios, junto con un sistema fiscal regresivo que poco hace para corregir la desigualdad, son sin duda elementos que explican porqué la desigualdad se ha disparado en España más que en otros países de la UE, hasta 10 veces por encima del promedio europeo, como recogemos en nuestro informe.
Cierto, España no es el país más desigual de Europa pero sí el segundo donde más ha crecido la desigualdad en ingresos disponibles desde el principio de la crisis, tan solo por detrás de Chipre, tal y como recogen las estadísticas de Eurostat. La desigualdad según el coeficiente de Gini (en términos de ingresos disponibles) refleja los ingresos disponibles después de impuestos y transferencias del Estado (gasto público). Mide por tanto la cantidad que realmente le queda al ciudadano en su bolsillo.
Los recortes que se han producido en políticas públicas en España (educación, sanidad y protección social) principalmente desde al año 2010, amplifican los efectos de una estructura tributaria regresiva. Lo que se aprecia es una super concentración de la riqueza en cada vez menos manos, una caída de los niveles salariales con una menor participación de salarios en la renta nacional, al mismo tiempo que el fraude fiscal se sitúa bastante por encima del promedio europeo y la fuga de inversión hacia paraísos fiscales alcanza en 2014 cotas nunca vistas (un 2000% de incremento de inversión desde España hacia paraísos fiscales). Sin embargo, nuestro sistema tributario prácticamente desfiscaliza la riqueza (reduce los impuestos a las rentas del capital, y se produce una contribución casi nula de los impuestos al patrimonio o las herencias y sucesiones) mientras la lucha contra la evasión y elusión fiscal sigue sin ser una prioridad.
Que la riqueza de apenas 20 personas en España sea equivalente a la de casi 14 millones de personas (el 30% más pobre) o que el 1% más rico en España concentre casi tanta riqueza como el 80% de la población española, no permite deducir que España es uno de los países menos desiguales de nuestro entorno. Sobre todo, porque la tendencia no hace sino empeorar, y mientras el stock de riqueza del 99% del país ha caído un 15%, el de estas 20 personas ha crecido otro 15%.
Se trata del tercer informe de Oxfam que utiliza estas metodologías contrastadas internacionalmente con académicos y centros de investigación y desarrolladas por prestigiosos economistas y entidades como Credit Suisse. Las posibles correcciones e imperfecciones que supongan una menor brecha de desigualdad, son en todo caso marginales. De hecho los datos pueden considerarse más bien conservadores ya que, como hemos indicado, ninguna de las metodologías recoge todas las fortunas que se esconden en paraísos fiscales y que, como es bien sabido, se ocultan en esas cuevas de piratas para protegerse del escrutinio público y fiscal. La brecha sería mayor de contar con esta información, aunque la tendencia sería la misma: la riqueza de unos muy pocos crece sin parar, acaparando recursos, capacidades, oportunidades y poder. Mientras la mitad más pobre de la población apenas mejora su situación: un céntimo al día en los últimos 15 años.
Esta es la injusticia que debemos combatir haciéndonos las preguntas adecuadas y aportando soluciones como el cierre de los paraísos fiscales.
Sobre este blog
¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.