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Los incentivos fiscales en España serán evaluados con perspectiva de género

Mujeres trabajando

Marina Estévez Torreblanca

Los incentivos fiscales, como el resto de la estructura impositiva de un país, están lejos de ser neutrales y son con frecuencia criticados por rebajar la recaudación alentando, por ejemplo, el negocio del alquiler a gran escala como el que practican las socimis. Son reflejo de las políticas públicas y ejercen una influencia sobre el sistema económico y social. No es lo mismo pagar impuestos si eres una familia biparental o si lo eres monoparental (las segundas, en su mayoría mujeres, se ven perjudicadas). Por su parte, la deducción de 1.000 euros en IRPF para madres trabajadoras de hijos de 0 a 3 años ha favorecido la reincorporación de este colectivo al mundo laboral.

La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) está en proceso de revisión de los beneficios fiscales, muchas veces criticados por el gasto hospitalario del Sistema Nacional de Salud, los incentivos a la contratación y el gasto en infraestructuras. Se trata de la segunda parte del plan de control de gasto público (spending review) que Bruselas ha encomendado a los gobiernos de los países miembros.

Para la tarea de revisar la efectividad de los más de 30.000 millones de euros anuales que se dejan de ingresar en IRPF, Sociedades o IVA (desde donativos hasta arrendamientos de vivienda, pymes o familias numerosas) la AIReF se va a apoyar en organismos como el Instituto de Estudios Fiscales, que pretende aplicar la perspectiva de género siempre que sea posible, como ha explicado este jueves, víspera del 8 de marzo, su presidente, Alain Cuenca, durante el seminario “Fiscalidad y género”.

Las expertas que han participado en las jornadas han resaltado la necesidad de estudiar la verdadera eficacia de estos incentivos cuando afectan al género y su influencia en cuestiones como la posible decisión de las mujeres de retirarse del mundo laboral.

“La pregunta es qué modelo social queremos. El modelo nórdico elimina los beneficios fiscales, que son un queso gruyère, y lo sustituyen por una mayor recaudación y más gasto público. La política social debe tener en cuenta a las personas que no tributan”, ha defendido la profesora de Economía Aplicada de la Universidad Complutense, Paloma de Villota.

Para la directora de estudios del IEF, Cristina García–Herrera, por ejemplo la presentación conjunta del IRPF funciona como inhibidor para el trabajo, ya que a quien percibe menores rentas (en el 89% de los casos una mujer) puede compensarle quedarse en casa y no asumir nuevos gastos o bien trabajar en la economía sumergida. Esto se debe a que en la declaración conjunta los ingresos se suman y tributan por el total de la renta familiar, llegando a tributar en un tipo de hasta el 45%. Sin embargo, en la declaración individual los ingresos bajos tributarán mucho menos o pueden estar incluso exentos si son menores a 16.000 euros anuales.

Además, este tipo de declaración conjunta puede favorecer la “ingeniería fiscal”, haciendo que computen las pérdidas de un miembro de la pareja en las ganancias de otro.

Otro de los problemas que presenta la declaración conjunta es la discriminación de las familias monoparentales (hijos que dependen de un solo progenitor, en el 76% de los casos mujeres), a pesar de que se le pueden presuponer mayores dificultades económicas que a un hogar sustentado por dos personas. Así, mientras que el mínimo exento de tributar se incrementa en 3.400 euros en las familias biparentales, lo hace en 2.150 cuando solo la madre (o el padre, en menos ocasiones) soporta con su renta el cuidado de su hijo o hijos. Es el mismo caso de las parejas de hecho y sin hijos.

Incentivos para mandos intermedios

En el seminario ha participado también la directora general de Tributos, María José Garde, que se ha pronunciado a favor de efectuar un análisis de los incentivos para que sean realmente eficaces a la hora de romper la brecha salarial y favorecer la paridad. Al respecto, ha recordado que una de las medidas que iban a incorporar los fallidos presupuestos generales del estado para 2019 eran los incentivos fiscales a empresas que incorporasen a mujeres a sus consejos de administración.

Garde ha reflexionado, a título personal, sobre si tales incentivos serían más útiles en caso de aplicarse a los mandos intermedios “que es donde realmente se están tomando decisiones”.

En el asunto de los incentivos fiscales “de género” debe tenerse también en cuenta que a veces consiguen el efecto contrario al buscado. La profesora de Derecho Financiero y Tributario de la URJC Mercedes Ruiz Garijo, que defiende este tipo de ayudas, ha puesto sin embargo el ejemplo de una deducción por desempeño de labores no remuneradas en el hogar en la Comunidad Valenciana que, en su opinión, es una “locura” ya que “perpetúa los roles que hacen mal a la igualdad”.

Otro caso de incentivo fiscal mal diseñado, según Ruiz Garijo, lo constituiría la limitación de la deducción por gastos de guardería a aquellos centros que hayan sido autorizados por las comunidades autónomas. En esta línea se pronunciaba recientemente la profesora de Derecho Tributario en la Universidad de Extremadura Elena Manzano, para quien Hacienda está incurriendo en un “problema grave de interpretación”.

La brecha salarial

El debate sobre los incentivos fiscales destinados a solventar desigualdades derivó en reflexiones sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres. Para Nieves Álvarez Nieto, vocal de la junta directiva de la Federación Española de Mujeres Directivas y Empresarias, las diferencias salariales entre sexos no se encuentran tanto entre los sueldos regulados por convenio (sería directamente ilegal) como en las jornadas a tiempo parcial ocupadas por mujeres, para poder conciliar con su vida personal, que realmente no lo son. “Ahí debería haber más inspecciones”, opinó. También se pronunció a favor del trabajo personal en pro de la corresponsabilidad en los casos en los que las mujeres deciden reducir su jornada al asumir como trabajo propio el que debería ser también de su compañero.

Además, según relató sobre su experiencia de décadas en grandes empresas, las diferencias salariales vienen dadas por las variables y los complementos en el segundo nivel de dirección y que normalmente se conceden por parte de otros hombres. “Esa brecha salarial dejará de producirse también cuando el hombre tenga misma dedicación al trabajo en casa. La empresa es un reflejo de la sociedad”, redundó la socia de Pérez-Llorca Clara Jiménez.

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