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Los líderes de la UE se enfrentan “en una cumbre de calentamiento” al bloqueo de Holanda y sus aliados al fondo anticrisis

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la canciller alemana, Angela Merkel; y el primer ministro holandés, Mark Rutte, en Bruselas el 20 de junio de 2019.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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Primera cumbre. Y “de calentamiento”. ¿Por qué? “No hemos empezado aún a negociar, está todo por hacer”. En Bruselas nadie espera gran cosa de la primera reunión de este viernes. Y eso que ya hay más de 170.000 fallecidos en el continente por coronavirus y se espera que la zona euro termine 2020 con una recesión en torno al 8%, con países como España cerca del 10%.

Para empezar, es la primera reunión de jefes de Estado y de gobierno sobre la propuesta de la Comisión Europea: 750.000 millones para la reconstrucción –500.000 en subvenciones y 250.000 en préstamos– y un presupuesto plurianual 2021-2027 de 1,1 billones.

Y, para continuar, “la videoconferencia no es el formato ideal”, se repite en las instituciones comunitarias: hacen falta bilaterales, reuniones en grupos, papeles de ida y vuelta... Y eso, por videoconferencia es imposible: “Será una cumbre sin grandes avances, de calentamiento. Hablarán por primera vez juntos de lo que ha puesto sobre la mesa la Comisión Europea”.

A partir de ahí, en julio se espera que haya, al menos una cumbre presencial, en torno al 9 de julio, como ya daba por descontado el propio presidente del Consejo Europeo este miércoles en la convocatoria a la reunión de este viernes: “La reunión será un paso importante para una próxima cumbre física”.

“No daría por descontado ni el 9 de julio ni que haya dos cumbres”, afirma una fuente diplomática: “Michel va a ver el ambiente mañana, y lo que sí noto entre los colegas es que hay que cerrar un acuerdo político en julio, incluida la ratificación del incremento de recursos propios. Al menos, el compromiso de acabar en julio”.

Pero no todos lo ven así.

“Este es realmente el comienzo del comienzo de la discusión”, advirtió el ministro de Finanzas holandés, Wopke Hoekstra, tras la última reunión del Eurogrupo, fiando el acuerdo para otoño en vista de la “complejidad”. “El acuerdo debe ser bueno para Europa y debe hacer justicia a la posición negociadora holandesa”, afirmó el ministro.

Dinamarca, el frugal dispuesto a llegar a un acuerdo

Países Bajos sigue siendo el país más refractario a la idea de un fondo ambicioso, hasta el punto de que los cuatro frugales –Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia– están a punto de quedarse en tres, en tanto que Dinamarca se muestra más abierta a llegar a un acuerdo. Así, Holanda sigue encastillada en poner en duda todo: “Sigue poniendo problemas a la mayor [un fondo ambicioso], y pide que haya un análisis previo de las necesidades: está esperando a los detalles para justificar los 750.000 millones, y en todo caso, sobre todo, quieren que el fondo sea formado por préstamos”, explican fuentes de Economía.

No obstante, tampoco los cuatro frugales tienen posiciones idénticas. Hay dos que no son del euro –Dinamarca y Suecia–, hay diferencias de tamaños, económicas y de estabilidad política, que afecta más al cuatripartito holandés, lo cual tiñe el debate europeo de política interna.

España, en todo caso, mantiene la esperanza de que se pueda aprobar el fondo en julio, para que pueda comenzar a llegar algo de dinero en el último trimestre del año, mientras mira de reojo a Alemania. Y es que Alemania “está orientándose a su propuesta original” acordada con Francia: 500.000 millones en transferencias, una cifra que se aleja de los 750.000 de la Comisión Europea –de los cuales 500.000 son en transferencias y 250.000 en créditos–. “Alemania no está presentando, de momento, posiciones de negociación duras, es más bien una declaración de intenciones y una defensa de su propuesta original. No han dicho que sea inaceptable la propuesta de la Comisión Europea”, afirman las fuentes.

“Hay que cerrarlo y convencer a los más recalcitrantes”, afirman fuentes diplomáticas, que reconocen: “Hasta que no esté todo negociado, todo está abierto. Está todo por hacer”.

Entre lo que está por hacer se encuentra el debate de la condicionalidad. Que tiene dos fases: una primera a la hora de recibir el dinero y otra después, cuando se reactive el Plan de Estabilidad y Crecimiento y haya que rebajar las cifras macroeconómicas de déficit y deuda. “Lo estamos discutiendo”, insisten las fuentes, “está sin cerrar, pero la idea de la Comisión es que esté vinculada al ejercicio de los programas comunitarios. Esto no es nuevo en absoluto. Siempre está, no es novedoso. El dinero es para hacer más eficiente la economía, etc. Eso se probará en programas nacionales, todo tiene una lógica en la que España está muy cómoda”.

Presión de los populares españoles

popularesSin embargo, en las últimas semanas ha crecido la presión por parte de los populares españoles en Bruselas para que el dinero de la UE “no pueda servir jamás para derogar una reforma laboral”, según la jefa de la delegación del PP en el Parlamento Europeo. Mientras, el presidente de los populares europeos en la Eurocámara, Manfred Weber, afirma: “El PPE no está dispuesto a que se financien las falsas promesas de Podemos”.

Los negociadores españoles reconocen que “los debates políticos internos tienen dinámicas que la gente sabe que son de consumo nacional, y no entran en la mesa los debates políticos nacionales. La debilidad o no debilidad de una posición nacional depende de muchos factores. Tener consenso político nacional ayudaría sin duda ninguna los consensos políticos ayudan a los Gobiernos, eso lo hemos visto mucho en Europa y esto no es una excepción”.

Al mismo tiempo, son debates que, según las fuentes diplomáticas, no se están colando en las mesas de negociación.

Una negociación en la que España tiene urgencias, por ser una “crisis sin precedentes, con un coste económico y social enorme y de credibilidad del proyecto europeo”.

¿Y la posibilidad de que llegue algo de dinero antes de que acabe el año? España quiere que “el dinero se adelante lo más posible”, pero asume la complejidad técnica para que haya disponibilidad presupuestaria.

“Cuanto más tardemos en señalar a los mercados que Europa reacciona y a los ciudadanos, que les protege, más caro y doloroso será. No tiene ningún sentido demorarse. Me gustaría que los líderes coincidieran en la necesidad de que lleguemos a un acuerdo en julio, porque luego se necesita la ratificación en 27 parlamentos nacionales, que sabemos que no son muy ágiles, para poder llegar a diciembre y que el presupuesto entre en vigor el 1 de enero”.

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