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“El Síndrome de Ovarios Poliquísticos no impidió que IVI me ayudara a cumplir mi sueño de ser mamá”

Una mujer leyendo un folleto de IVI.

ED Creativo

“Con 20 años me diagnosticaron Síndrome de Ovarios Poliquísticos (SOP), un trastorno endocrino que afecta a un 10% de las mujeres en edad fértil y para el que, a día de hoy, no hay cura ni tratamiento específico. Me tocó a mí, y cuando lo supe y conocí los efectos que el SOP podía tener, me encontré en cueros. Pensé que, en ese momento, cualquier esperanza de ser madre en un futuro pasaba al terreno casi de lo utópico”, confiesa Claudia, paciente de IVI, el Instituto Valenciano de Infertilidad.

Como ella, cada día, millones de mujeres en todo el mundo padecen las consecuencias de una afección que aún no cuenta con pruebas diagnósticas ni curación.

“Pasaron los años y aprendí a vivir con ello. Ovulaba en contadas ocasiones, acudía a mis revisiones rutinarias, y lidiaba con los efectos más visibles del SOP. Y llegó el momento: a los 32 años, mi pareja y yo decidimos que queríamos ampliar la familia; o, al menos, intentarlo. Un intento, dos, tres… y así, mes a mes, regla tras regla, vimos nuestro sueño alejarse entre lágrimas, rabia, impotencia y culpabilidad. Un año de decepciones fue suficiente para acabar con mi matrimonio”, añade.

El SOP es una de las principales causas de infertilidad en la mujer, por ello, se recomienda a mujeres que se encuentran en la misma situación que Claudia consultar a su ginecólogo al cabo de seis meses de relaciones sexuales sin protección sin haber logrado un embarazo.

“La falta de información, la esperanza y la ingenua creencia de que podría lograrlo sin ayuda me llevaron a demorar lo inevitable. Finalmente, y con la clara convicción de que quería ser madre, a pesar de mis limitaciones, me puse en manos de especialistas. Los doctores de IVI, mis ángeles de bata blanca, estaban esperándome con entrega absoluta para recorrer junto a mí el camino hacia la maternidad. No estaba sola; no lo estuve en ningún momento”.

“Los magníficos profesionales de IVI, las técnicas más avanzadas, sus vanguardistas investigaciones, y el estudio y diagnóstico personalizados que pusieron a mi disposición hicieron realidad lo que parecía imposible. Una fecundación in vitro bastó para que a los pocos días llegara esa ansiada llamada. ‘¡Es positivo!’, dijo una voz ilusionada al otro lado del teléfono. Las palabras mágicas. Y 9 meses después llegó a mi vida Manuel, mi pequeño gran milagro de vida”, cuenta Claudia emocionada.

Y es que IVI lleva casi 30 años siendo el lugar donde nace la vida. Con más de 160.000 bebés a sus espaldas, fruto de la lucha incansable de sus padres y la dedicación de sus profesionales, es el ejemplo de que la ilusión por ser mamá y papá no conoce límites.

Más de 65 centros repartidos por la geografía mundial, con pacientes procedentes de más de 180 países, un equipo multidisciplinar integrado por más de 2.000 profesionales altamente especializados en Ginecología, Obstetricia, Genética, Biología, Andrología, Cirugía, Medicina Materno-Fetal, Anestesia, etc., sitúan a IVI como líder mundial en medicina reproductiva.

Investigando para conocer las causas del SOP

Gracias a los constantes avances e investigaciones, hoy estamos un poquito más cerca de entender qué puede dar lugar al SOP. A ello ha contribuido un reciente estudio llevado a cabo por IVI Sevilla, junto al Instituto de Investigaciones Químicas (adscrito al CSIC), que viene a analizar las posibles causas del síndrome del SOP. Este trabajo, realizado por el embriólogo Víctor Blasco y un equipo de investigadores del que también formó parte el Dr. Manuel Fernández, director de IVI Sevilla, ha tenido difusión en varios congresos nacionales e internacionales, así como en la revista Journal of Assisted Reproduction & Genetics.

“La novedad de este estudio radica fundamentalmente en arrojar luz sobre su papel a nivel molecular en el ovario, es decir, sobre cómo se fabrican o sintetizan y cuál es su función allí, además de su posible implicación en el SOP. En él, hemos contado con la participación, por un lado, de 43 pacientes de tratamientos de reproducción asistida diagnosticadas con SOP y 46 donantes de óvulos. Las mujeres de ambos grupos fueron sometidas a un tratamiento de estimulación ovárica controlada para inducir el desarrollo y maduración de múltiples folículos ováricos –las estructuras dentro de las cuáles maduran los óvulos”, explica el Dr. Blasco, investigador principal del estudio y embriólogo de IVI Sevilla.

La hipótesis del equipo investigador era que, si la expresión de la neuroquinina B, la kisspeptina y/o sus receptores estaba alterada en las pacientes con SOP en comparación con donantes fértiles, esto podría ser un factor genético implicado en la aparición de la enfermedad.

“Para ello, analizamos los niveles de expresión de estos genes en el líquido folicular y efectivamente comprobamos que estaban alterados en el caso de las pacientes con SOP en comparación con las donantes”, comenta el Dr. Blasco. “Estos niveles anómalos podrían contribuir al desarrollo folicular anormal y a los problemas de ovulación que se observan en estas pacientes”, matiza.

Este descubrimiento podría abrir la puerta al desarrollo de fármacos que permitan corregir la sintomatología de la enfermedad. En posteriores fases del estudio se investigará si la expresión de estos genes también está afectada en los casos de edad avanzada materna, endometriosis y baja respuesta ovárica.

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