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La abeja se muere también en Euskadi: la sequía y la avispa asiática acorralan a 30.000 colmenas

Apicultores con unas colmenas.

Belén Ferreras

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En Euskadi hay en estos momentos algo más de 30.000 colmenas de abejas que se corresponden con 966 explotaciones de apicultura que parecen condenadas a desaparecer. La sequía, que está ya golpeando con fuerza a Euskadi dejando claro que el cambio climático es más que una realidad, y la proliferación de la avispa asiática, que se alimenta de abejas, están mermando las colmenas, reduciendo el número de explotaciones y haciendo cada vez menos rentable la producción de miel. Si antes la trashumancia de las colmenas era una práctica elegida por los apicultores para buscar nuevas especies de flores y mejorar la producción, ahora mueven sus colmenas hacia lugares más altos y menos cálidos huyendo de la sequía y de la avispa depredadora. “Lo que se queda aquí se muere”, dicen.

La situación es diferente en Álava o en Bizkaia y Gipuzkoa. Las colmenas alavesas están más afectadas por la sequía y en Bizkaia y Gipuzkoa hay una mayor incidencia de la avispa asiática. Pero el nexo que une las dificultades a las que se enfrentan los apicultores está en unas condiciones climáticas cada vez más adversas y cambiantes. Sus problemas, recuerdan, no son muy diferentes a los que se tienen que enfrentar en otros puntos de España. La novedad está quizá en el hecho de que se trata de cuestiones que hace dos años eran casi impensables en zonas como Euskadi, con una climatología más favorable. Ya el año pasado la sequía golpeó con fuerza también en zonas que se presumían siempre verdes y este año la situación no parece que vaya a ser mejor a tenor de cómo ha discurrido el pasado mes de abril, tradicionalmente lluvioso. Según datos proporcionados por la Agencia Vasca de Meteorología, Euskalmet, el mes de abril ha sido “muy cálido y muy seco” en el conjunto de Euskadi, especialmente en la Rioja Alavesa. En la mayor parte de Euskadi la cantidad de lluvia recogida no llega a la mitad de lo habitual con una insolación superior en un 35%. Y, según Aemet, la estación que más ha caído porcentualmente en precipitaciones recibidas de toda España es la del aeropuerto de Foronda.

Esta falta de lluvias, unida a las altas de temperaturas acompañadas de cambios bruscos, con fuertes heladas, está dificultando la floración y afectando a la alimentación de las abejas y por tanto a la producción de miel. Este año están registradas 30.128 colmenas en las diputaciones forales y 966 explotaciones. El año pasado había 30.691, y 1.010 explotaciones, según datos de las diputaciones forales. Es decir, son 563 colmenas y 44 explotaciones menos en un año y la cosa parece que no ha hecho más que empezar.

“El año pasado la cosecha fue un desastre, y este año vamos por el mismo camino”, señala Begoña Díaz de la Presa, directiva de la Asociación de Apicultores y Apicultoras de Álava (Apial). La producción de miel, que suele ser de una media 15 kilos por colmena se ha reducido en Álava entre un 60% y un 70%, dice. “No se han superado los 5 o 7 kilos de media, e incluso hay zonas, como a Llanada Alavesa en la que algunas explotaciones la recogida de miel ha sido nula”, añade.

La asociación de apicultores alavesa ha realizado un estudio para comprobar el índice de mortandad de las abejas en una explotación concreta. A mediados de diciembre de año pasado el índice de mortandad en esa explotación estaba en el 35%, frente al 25% del año anterior. “Después de la invernada de este año, a finales de marzo, la mortalidad está en el 50%”, señala Iván Candela, también de la asociación Apial, que muestra con ello “lo difícil” de la situación a la que se enfrentan, pese a lo que la apicultura se queda fuera de las ayudas que se dan desde las diputaciones a otras ganaderías con motivo de la guerra de Ucrania. “Tenemos que comprar alimentos para la abejas para conseguir que no mueran porque no hay suficientes flores, pero el hecho de que las alimentemos artificialmente no supone que vayan a producir miel”. “Es un gasto sin ningún rendimiento”. señalan.

El hecho de que la avispa asiática, o vespa velutina, esté en este territorio vasco no está estrictamente motivado por el cambio climático, pero las altas temperaturas sí están teniendo mucha influencia en que su actividad sea cada vez mayor y más dañina: “Este otoño la temperatura ha sido tan elevada que en lugar de durar la actividad de las avispas hasta noviembre la hemos tenido activa hasta Navidad”, relata Santiago, un apicultor con explotación en la zona del Gorbea. “El problema no es sólo que se coma a las abejas. La avispa se queda plantada ante la colmena como si fuera un helicóptero a esperar que lleguen las abejas cargadas para cogerlas y eso las genera mucho estrés y al oír a la avispa fuera ya no salen de la colmena a por comida. Y la abeja reina sólo pone huevos si la traen alimento. Cuando las abejas ya están mermadas las avispas entran a saco y se llevan todo. Cuando coge a la abeja, se posa en una rama, le quita la cabeza a la abeja, luego el abdomen y se lleva al nido el tórax, que es donde está el alimento”, dice.

Santiago señala que en su zona entre el 4 y el 15 de abril se han capturado 370 avispas en cinco trampas, señala. “Es una cantidad impresionante”. En este momento todas las avispas son reinas: “Fundan un nido primario donde ponen huevos. Cuando nacen esas obreras fundan el nido secundario, que es mucho más grandes, y la reina ya se queda en el nido secundario y no vuelve a salir. Por eso es ahora cuando más nos urge la captura. Si 370 reinas a 3.000 obreras que pueda tener cada nido imagina las avispas que puede haber”.

Pero hay problemas para las capturas, porque una vez que se entra en la primavera no se pueden utilizar trampas que puedan atrapar otros insectos que contribuyen a la polinización. “Esto cada año va a más y yo creo que habría que priorizar la protección de las abejas que so las que polinizan al 80% las flores”, dice.

José Luis Basagoiti es un apicultor con 650 colmenas, una de las explotaciones más grandes de Bizkaia, que señala que el problema de la avispa asiática se agrava en Bizkaia y Gipuzkoa porque al ser más templado el clima, “se adapta mejor”. “Yo producía enjambres para la venta a otros agricultores pero tuve que dejar de hacerlo. Antes empezaba a producir en abril y seguía hasta agosto. Ahora, con la incidencia de la avispa solo lo puedo hacer hasta el mes de mayo. Por eso ahora me dedico sólo a producir miel”, explica.

Tampoco es una cuestión nueva, recuerda. “En el año 2015 la avispa me mató 450 enjambres en una semana”. Por eso, asegura que “no ha quedado otro remedio que aprender a sobrevivir con ella”. Como por ejemplo, trasladar la producción a zonas más altas, desde Lemoiz que es donde tiene su explotación a Burgos, a zonas de más de 700 metros de altitud. “Desde julio a diciembre las llevo allí. Antes la trashumancia la hacíamos para tener producciones diferenciadas buscando otras flores, y si tenía 600 colmenas llevaba 200. Ahora llevamos todo porque lo que se queda aquí se muere, entre la avispa y a sequía: La media de lluvia en julio y agosto es de 76 litros por metro cuadrado. En julio del año pasado sólo cayeron 6 litros de media en esos dos meses de verano. Esto no se puede sostener”.

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