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Sobre este blog

Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

El nacionalismo español no es un animal mitológico

Portada del Abc sobre la movilización convocada por la unidad de España

Iker Armentia

Ya está aquí. Ha vuelto si es que alguna vez se fue. El nacionalismo español está viviendo sus días de gloria y mañana celebra la rave con la que se consagrará, por fervor popular, la alianza política de este invierno nacionalcatólico que empezó a supurar en las elecciones andaluzas. La movilización de mañana es el acta de constitución formal del Frente Nacionalista Español. Juntos de la mano se les verá por la rotonda de Colón a PP, Ciudadanos y Vox, más la Falange y los neonazis de Hogar Social. También algún despistado como Manuel Valls, tratando de que los periodistas franceses no lo fotografíen abrazado a los amigos de Le Pen. El Peter Sellers de este guateque. Sólo faltará el Ku Kux Klan para recordarnos que la Semana Santa está en peligro. 

Se autoproclama este domingo en las calles un tripartito liderado por Vox, porque aunque PP y Ciudadanos estén nominados en la categoría de actores principales, la voz que se escucha en los hologramas de Casado y Rivera es la de Santiago Abascal y cierra España. A Abascal se le escucha diáfano cuando Casado defiende que tu coño es su pensión o cuando Ciudadanos apoya que Vox lleve el mando de la Memoria Historica en el parlamento andaluz. La derecha ha renunciado a prefijos centristas y es otra cosa: nacionalismo populista ultracentralista español. 

Hasta Rajoy corre el peligro de terminar en la lista de los traidores a España. Siguiendo la lógica del trío de don Pelayo, Rajoy fue quien permitió la celebración de un referéndum de autodeterminación y la declaración unilateral de independencia, y encima respondió con un 155 de blandengues. Triplemente traidor. Los jueces del Supremo, “controlados desde detrás”, están sobre aviso: si no hay condena serán sometidos a un auto de fe en Colón. Aunque por lo visto hasta ahora no parece que haya necesidad de ir amontonando leña. Puede incluso que sean condecorados por sus servicios a la patria. 

A Sánchez le han montado una algarada por un relator-mediador-cogeapuntes en el país en el que siempre se dijo que “sin violencia se puede hablar de todo”. Ahora, sin embargo, la estrategia de desobediencia civil pacífica del independentismo catalán es igual que la estrategia terrorista de ETA, dice Casabascal. El diálogo, por descontado, ha quedado proscrito.

Y anda revuelta también la España de los barones contra Sánchez, lo que viene a ser la España de los balcones del PSOE. Y Alfonso Guerra es el nuevo líder carismático de la derecha. A la izquierda en España le ha pasado casi siempre lo mismo en esto de la cuestión nacional: cuando gobierna la derecha acompaña leal cualquier disparate, por aquello del qué dirán; y cuando es ella la que gobierna, amaga con cierta valentía política pero suele recular por aquello del qué dirán. La España federal del PSOE no termina nunca de salir de la bandeja de tareas pendientes. 

Y ese “por el qué dirán” que acogota a la izquierda y enardece a la derecha no es otra cosa que el nacionalismo español incrustado en las principales instituciones del Estado y en gran parte de la sociedad española. Un nacionalismo cada vez más consciente de sí mismo, aunque disfrazado con el eufemismo del constitucionalismo o la marca blanca del patriotismo. Un nacionalismo implantado con saña por el sistema educativo del franquismo y que es la gran asignatura pendiente de la democracia española. España no es un país que respete sus singularidades. Simplemente las soporta de mala gana porque no le queda otra.  

“El nacionalismo es el gran peligro de España”, decía Mario Vargas Llosa en plena convención nacionalista del PP hace unas semanas y nadie se daba por aludido. En España, los antinacionalistas son los más nacionalistas entre los nacionalistas. Ándense con cuidado. El nacionalismo español no es un animal mitológico. Es un nacionalismo contra la pluralidad territorial, contra los inmigrantes, contra la diversidad y contra los derechos de las mujeres. Dan miedo. 

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Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

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