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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La necesaria izquierda vasca

Idoia Mendia pasa delante del lehendakari mientras habla con Maddalen Iriarte, de EH Bildu

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En los últimos tiempos, se viene hablando con cierta insistencia de la posibilidad, e incluso la necesidad, de alterar las políticas de alianzas en Euskadi, para acabar con la hegemonía del PNV y abrir paso a una alternativa de izquierdas. El debate es saludable, siempre que no se limite a una suma de siglas y trate, por el contrario, de aclarar qué izquierda alternativa queremos y cuál tiene que ser su papel. 

Idoia Mendia lo fijó bien cuando, en una de sus últimas intervenciones como secretaria general del PSE-EE, recordó a Mikel Unzalu en la Fundación Mario Onaindia. “La izquierda —dijo entonces— honra a quienes construyen derechos, no aplaude a quienes destrozan vidas”. Sintetizaba, así, lo que ha sido la trayectoria del partido que ha representado la izquierda vasca real. Un partido que ha desempeñado con eficacia muchas funciones al mismo tiempo, desde la recuperación de nuestro autogobierno: ser una referencia antifascista frente a la violencia totalitaria de ETA; defender una construcción del país basada en la asunción del pluralismo y la legalidad democrática, e impulsar las políticas de igualdad sobre las que se sostiene la Euskadi del bienestar.

Tal ha sido la trayectoria que ha hecho posible el fin del terrorismo, la recuperación del diálogo político, la puesta en marcha de Osakidetza y el sistema educativo, la Renta de Garantía de Ingresos, el diálogo social, la ley del derecho a la vivienda… realidades, todas ellas, que han ido cambiando este país, que han constitucionalizado el debate político y han priorizado la agenda social sobre las obsesiones y ensueños identitarios de otros tiempos bastante más oscuros.

El debate es saludable, siempre que no se limite a una suma de siglas y trate, por el contrario, de aclarar qué izquierda alternativa queremos y cuál tiene que ser su papel

Ésta es la hoja de servicios que la izquierda real ha prestado a la sociedad vasca en más de cuarenta años de andadura autonómica. La hoja de ruta que el PSE-EE ha ido trazando en la política vasca, desde la defensa tenaz de unos principios, ejercida tanto en la oposición como en el Gobierno. Conviene recordarlo ante adanismos de última hora, cuya consistencia está aún por demostrar; y en respuesta a una autodenominada izquierda abertzale que, tras apoyar durante años la destrucción de Euskadi por ETA, aspira ahora a liderar el país sin querer denunciar a su padre totalitario, que reprodujo en plena democracia lo peor de la dictadura franquista.

De ahí que resulte francamente sorprendente, por no decir fantasmagórica, la pretensión de que el PSE-EE llegue a gobernar con EH Bildu, como ha sugerido la coordinadora de Podemos en Euskadi, Pilar Garrido. ¿Para hacer qué exactamente?, podría uno preguntarse. ¿Para que EH Bildu condene a ETA o para legitimarla de una vez por todas? ¿Para intensificar las políticas de izquierda o las del nacionalismo más extremo? ¿Para ahondar en acuerdos de país desde el respeto al pluralismo vasco o para llegar a una segunda edición del Pacto de Lizarra, con lo que costó echarlo de nuestras vidas? ¿Para fortalecer la Euskadi nacional de pensamiento único o para que los valores del laicismo y la diversidad puedan verse más y mejor reconocidos? ¿Para fomentar una mayor igualdad en el país o para que unos, los de siempre, sigan siendo más iguales que otros? 

Por cierto, ¿es la igualdad o la identidad nacional la que determina las políticas de EH Bildu? ¿Es igualitaria la inmersión lingüística para euskaldunizar la enseñanza, marginando al castellano, que es la lengua materna de la mayoría de la sociedad vasca? ¿Se puede reivindicar una escuela pública “inclusiva” y “euskaldun” sin caer en una contradicción profunda? En un hipotético Gobierno de coalición de socialistas con EH Bildu, ¿qué ocurriría con el español? ¿Seguiría siendo idioma de los vascos? ¿Seguiría ostentando el estatus de “hermano mayor” que le asignó el lehendakari Garaikoetxea?

¿Y qué tiene que ver con la igualdad esa diferencia entre ciudadanos y nacionales vascos, que es una vieja obsesión de la supuesta izquierda abertzale? Tan vieja, que se retrotrae al Estatuto de Autonomía alternativo de Herri Batasuna, publicado en 'Egin' el 18 de febrero de 1979. En él se aclaraba que vascos son, prioritariamente, los “nacidos en el ámbito territorial de Euskadi”; y, para los “no nacidos en tierra vasca” (léase inmigrantes), la propuesta de HB fijaba la creación de una ventanilla donde estos aspirantes a vascos podrían solicitar la nacionalidad requerida. Y no todos, porque había una excepción: la de los “funcionarios de la Administración del Estado Central destacados en Euskadi” (el personal de Correos, por ejemplo).

Pero ahí no acababa todo, porque ser vasco, con la ciudadanía o la nacionalidad puesta, tenía sus obligaciones, que eran, entre otras, según explicitaba el engendro de alternativa estatutaria: defender Euskadi, conocer el euskera (hablado y escrito) y promover la reunificación de los territorios vascos. Es decir, los vascos (y vascas) tenían la obligación de ser no ya nacionalistas, sino militantes de la independencia. ¡Un claro ejemplo de respeto al pluralismo vasco!

¿Puede asumir el Partido Socialista todos estos delirios como acuerdos de base para un Gobierno de coalición con EH Bildu? Tengo serias dudas, por decirlo con suavidad y para no herir los sentimientos de nadie.

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