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Lala Mujika: “Dentro del paraguas LGTBI hay un abandono evidente de lo que es la L”

Lala Mujika (en medio) con dos activistas feministas hondureñas, Vannessa Siliezar e Indyra Mendoza

Maialen Ferreira

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Lala Mujika ( Tetuán, Marruecos, 1959) es una socióloga y psicóloga que lleva los últimos 40 años siendo activista feminista en Euskadi. Ha participado en la creación del grupo de mujeres de Astrabudua-Erandio, en la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, el Colectivo de Lesbianas Feministas de Bizkaia o de AGERIAN Lesbianen Taldea. Desde 1994 es directora de los Servicios para Gays, Lesbianas y Transgéneros ALDARTE en Bilbao, asociación que trabaja con jóvenes y adolescentes del colectivo LGTBI.

Para Mujika, desde edades tempranas las lesbianas están invisibilizadas y relegadas al ámbito privado en comparación con el resto de personas que componen el colectivo LGTBI. Para acabar con esto, la socióloga propone que desde las escuelas e institutos, se estudie y trabaje en visibilizar el lesbianismo, así como las presiones que reciben las niñas y adolescentes para que sean más femeninas en su entorno familiar y educativo. Esta forma de invisibilización del lesbianismo, a ojos de esta socióloga y psicóloga, también es una forma más de violencia hacia la mujer.

Comenzó su andadura activista en los 80. ¿Cómo ha cambiado la situación de la diversidad sexual de las mujeres desde entonces?

La situación ha cambiado muchísimo. Ha habido dos momentos, la época en la que empecé y empezó el movimiento feminista y junto con él los colectivos de lesbianas feministas, en la que por aquel entonces era una época de activismo, de reivindicar que las lesbianas existíamos, de que la represión de los 40 años del franquismo se destruyera y acabar con la heterosexualidad obligatoria. Esa es una época que llega hasta mediados de los noventa, en los años 93 y 94, y ahí es cuando empieza el segundo momento y cambia la cosa. Se diversifica el movimiento gay, yo cuando empecé éramos gays y lesbianas, no éramos LGTBI como es ahora. Hay un mayor interés por reivindicar igualdad de derechos, se habla más con los políticos y en la última década, lo que ocurre y se ve aquí en Bilbao, es la instrumentalización de ese movimiento LGTBI, que se utiliza de manera partidista e interesa más quedar bien con este tema que la realidad de las personas LGTBI. A través de esos eventos como el Pride, se olvida la situación de estas nuevas personas LGTBI que son migrantes, provienen de otras culturas, que necesitan protección, asilo o de personas mayores que están en situación de vulnerabilidad.

¿Existe una doble discriminación por el hecho de ser mujer y ser homosexual?

Yo no diría que existe una doble discriminación porque se analiza todo de manera mucho más interseccional, pero dentro del paraguas LGTBI hay un abandono evidente de lo que es la L. Ahora quienes más triunfan son la G y la T. Habría que meterse un poco más en lo que es la especificidad de la asistencia lésbica con su invisibilidad.

¿Y por qué considera que ocurre esto?

Es la perspectiva de género, la discriminación de género que hay detrás. No dejamos de ser mujeres y en lo que respecta a la sexualidad y cómo se vive, pues se le concede de todo menos importancia. Entonces, las mujeres estamos en un ámbito que es el privado, pero el acceso al ámbito público no se consigue.

¿Faltan referentes, por ejemplo, a nivel estatal de mujeres lesbianas?

Es una cuestión de falta de referentes reales porque sobre todo las lesbianas siguen sin existir en los medios de comunicación, en las series y en las películas porque no hay todavía mucha gente que se atreva a abanderar la causa, salvo las militantes. Tú le dices a una política que te haga notoriedad y sale corriendo con este tema.

¿Se sigue estigmatizando o hay estereotipos todavía de la mujer lesbiana?

Sí. Hay un estereotipo que se aleja bastante de la realidad. El otro día, vi una serie -porque ahora las lesbianas salen en las series- y me di cuenta que de dos o tres series que he visto que sale una lesbiana, son todas figuras poderosas de mujeres a las que se les da poder, ya sean políticas, inspectoras de policía, empresarias... y sale reflejado así, mujeres como medio hombres, con poder. Y te quedas pensando en que menuda imagen se está mostrando cuando la realidad es que estamos mucho más vulnerables, no entiendo por qué se nos considera como muy cercanas a la parte masculina de esta sociedad. Esa será una parte de algunas mujeres lesbianas, pero la mayoría no. Hay que reivindicar a las mujeres lesbianas migrantes, que vienen de otras culturas donde la sexualidad autónoma, independiente y libre de la mujer si aquí no es reconocida allí es mucho menos. Hay que hablar de la invisibilización del lesbianismo como una forma más de violencia.

¿Desde las instituciones considera que se está haciendo una buena labor en este ámbito?

No. A las instituciones no les interesa esto, lo que les interesa es instrumentalizar el tema. La política no se atreve a hacer mucho en el plano de las lesbianas, o les aburre o les da miedo. Hace ya 15 o 20 años que el Ayuntamiento de Bilbao no hace algo centrado exclusivamente en las mujeres lesbianas.

En 2008 creó el informe 'Visibilidad y participación social de las mujeres lesbianas en Euskadi'. ¿En qué se basó y qué conclusiones sacó de él?

Quise desvelar cuál era la realidad del lesbianismo aquí en Euskadi. Me quise centrar en un tema que nos ha preocupado mucho siempre, que es el de la invisibilización qué es, cómo está y cómo se utiliza por las mujeres lesbianas. Organicé dos grupos con organizaciones de mujeres lesbianas, me entrevisté con diferentes perfiles de mujeres y analizamos muchos ámbitos: salud, familia, laboral, etc. En conjunto salía la poca visibilidad de las mujeres lesbianas en lo que es el ámbito público, del corte que había entre el ámbito público y el privado. En el privado las mujeres lesbianas realizaban su vida como querían con su familia e hijos, pero nadie se atrevía a abanderar el tema del lesbianismo de manera pública. Me entrevisté con empresarias, políticas y daba miedo desvelar el tema del lesbianismo en esos ámbitos donde la mujer tenía poder porque se sentía como una vulnerabilidad.

¿Son cosas que a día de hoy siguen reproduciéndose?

Sí, se siguen reproduciendo. No consigo explicar por qué mujeres que sabes que son lesbianas, que tienen prácticas sexuales con mujeres no lo hacen más público o son más alegres con todo esto, como lo son los hombres homosexuales. Entiendo que es porque sienten que es una debilidad, que es algo que se puede volver en su contra.

¿Es más difícil salir del armario si se es mujer que si se es hombre?

Yo creo que sí. Es más difícil reivindicar la sexualidad. Los gays se identifican como gays más rápidamente y como la sexualidad masculina es más pública es todo más fluido. El tema de las lesbianas es que tienen que reivindicarse sexualmente como de otra galaxia. A nivel personal tienen que hacer otras operaciones.

Incluso dentro de la familia, imagino.

Sí. Aquí, en la asociación, yo doy apoyo psicológico y también hay una abogada y talleres de adolescentes y jóvenes. Me enfrento todos los días a cómo vive de forma cotidiana la gente sus historias y cómo repercute en ellos toda la LTGBIfobia y cómo afecta en la salud mental de la gente. Las lesbianas lo tienen difícil a veces incluso con sus propias madres. Me he encontrado niñas a las que sus madres les echan de casa. Hay madres a las que les cuesta mucho llegar a reconocer que su hija es lesbiana y romper con lo establecido socialmente. Entonces, ahí hay una lucha que es muy potente, muy fuerte para las mujeres lesbianas en sus ámbitos privados que no favorecen precisamente el reconocimiento como persona lesbiana.

¿Influye también el hecho de nacer o vivir en pueblos en comparación con las ciudades?

Sí, claro. Es mucho más fácil estar en un ámbito más anónimo. Cuanto más grande y anónima es una ciudad más tranquilidad les da a las personas y en este caso a las mujeres para vivir su historia. Hemos encontrado varios casos en pueblos en los que hay mujeres que viven con sus parejas en casas o caseríos, pero es gente que ha hecho un retorno de irse y volver. Se van, se reafirman allí donde van, se empoderan y luego vuelven con sus parejas y son capaces de visibilizarse sin problema y viven con normalidad su sexualidad sin problemas.

¿Las mujeres tardan más en decir abiertamente que son lesbianas en comparación con los hombres?

Claro. En el instituto, por ejemplo, las chicas masculinas etc, ahí están aceptadas, pero quien llama más la atención son los adolescentes y menores trans y los gays que tienen un poco más de pluma. Parece que se descubre más esa realidad y no tanto la de las chicas. Además, la sexualidad para ellas es más tardía que la de los chicos. Otro factor es el de la identificación, muchas chicas se pasan la adolescencia y juventud siendo bisexuales, camuflando un poco lesbianismo. “No soy lesbiana porque es un nombre que tiene muy mal predicamento, soy bisexual”.

¿Está mejor visto ser bisexual que ser lesbiana?

Sí. De cara también a ellas mismas yo creo que la palabra lesbiana se utiliza poco para la definición de la sexualidad de una chica. Ahora se utiliza más la palabra “bollera”, pero ya es en otros ámbitos. En la adolescencia a las chicas no les gusta mucho llamarse lesbianas, prefieren llamarse bisexuales. También entra en juego el hecho de no hacerlo definitivo. El decir “vale sí, estoy con una chica, pero la esperanza de la familia y es que acabe con un chico”.

¿Y qué se podría hacer para visibilizar más a la mujer lesbiana?

Hablar más públicamente del tema. Hay una cosa que ocurre y es que todos los bullyings son a menores trans y a gays. Deberían realizar estudios más específicos para ver qué ocurre con las chicas en las escuelas e institutos. No sé si tienen muchos referentes, están un poco más solas de lo que nos gustaría. Llega un momento en el que ya empiezan a cumplir 12 o 13 años y se debería estudiar las presiones que reciben para que sean más femeninas, cómo presiona el entorno de clase, el educativo y hacer un pequeño estudio con aquellas chicas que quieren ser más masculinas porque así lo quieren, pero sin ser menores trans y ver qué pasa con eso.

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