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La ranita ágil contra el AVE en Vitoria: las obras del nuevo ferrocarril tendrán que garantizar la supervivencia de los anfibios

Humedales protegidos de Salburua, en el este de Vitoria, este viernes

Iker Rioja Andueza

Vitoria —

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Este viernes a mediodía, bajo los últimos soles invernales, algunos paseantes en el pulmón verde de Vitoria, el parque de Salburua, observaban mucho más despejada al fondo de la fotografía la estructura del pabellón del Baskonia, el Fernando Buesa Arena. Decenas de troncos de grandes dimensiones se amontonaban en una esquina próxima a los humedales protegidos. Han empezado las obras de la ampliación de la ciudad deportiva del club de Josean Querejeta, el BAKH. Ya se avisó en 2022 de que esos trabajos tenían que cuidar a la fauna de la zona, especialmente a los anfibios, y moverlos a una nueva charca porque se iba a eliminar la suya. También este viernes el Boletín Oficial del Estado (BOE) ha publicado el informe favorable para las obras de los accesos del AVE a Vitoria. Sin embargo, tiene algunas afecciones ambientales “severas”, por ejemplo, para las ranitas ágiles. Se podrá construir el nuevo tren pero también habrá que mover a estos animales a una nueva charca e incluso parar los trabajos de febrero a abril, que es cuando se reproducen.

La declaración de impacto ambiental favorable fue ya anunciada por el ministro de Transportes, Óscar Puente. Ahora se ha conocido el documento completo de 50 páginas. Las obras implican la conexión a la 'Y vasca' en Arrazua-Ubarrundia, al norte de Vitoria, del actual corredor, al sur de la ciudad. Además, comportan el soterramiento en el casco urbano y de la estación central actual. Aunque ya nadie lo menciona, se trata de una enmienda de totalidad al plan original y es eso precisamente lo que obliga a sortear el espacio protegido de Salburua con una gran curva por el este y a analizar las afecciones ambientales.

La alta velocidad en Euskadi avanza lenta. Muy lenta. La primera piedra del proyecto, precisamente en Arrazua-Ubarrundia, se puso en 2006. El viaducto por el que irá el tren hacia Bergara y luego ya bifurcado a Bilbao o Donostia lleva años terminado. Se levantó ahí porque la idea era disponer de una nueva estación principal en Vitoria en el norte, en Lakua. Iba a ser una instalación intermodal con terminal de autobuses y también conectada a un futuro tranvía y a los autocares urbanos de Tuvisa. El tranvía sí llegó, en 2008 y 2009. También está operativa la terminal de autobuses, gestada durante el mandato de Javier Maroto. Pero la estación de AVE quedó en el cajón. Que no es una ensoñación lo prueba que la parada de tranvía se llama “Intermodal”.

Pasados los años y los ministros de Fomento, se acordó que la llegada se haría por el actual corredor, aunque también soterrada. Es el mayor reto urbanístico que afronta la Vitoria del siglo XXI. Se apunta a inversiones superiores a los 800 millones de euros. Y, además, es una obra que requiere de avances sin que se detenga el servicio ferroviario actual en superficie.

Desde Durana, donde está el viaducto acabado, hasta la estación de Eduardo Dato hay unos diez kilómetros en línea recta. Pero hubo que plantear un trazado en curva por el este. Había dos opciones. Finalmente se ha optado por la más extensa, rodeando por el exterior la academia de la Ertzaintza en Arkaute. La idea es tocar lo menos posible el espacio protegido de Salburua, cuyos humedales están conectados con el mayor acuífero vasco. El Gobierno central, en su informe, sostiene que la mayoría de afecciones ambientales son asumibles. O no suponen un problema o se pueden articular medidas compensatorias, se recalca.

Pero el documento recoge que organismos como el Ayuntamiento de Vitoria, la Diputación de Álava o el Gobierno vasco han puesto algunos reparos. Por ejemplo: “La Dirección de Medio Ambiente y Urbanismo de la Diputación Foral de Álava, en su primer informe, destaca que el [tramo] se localiza en una zona de extraordinaria calidad y fragilidad medioambiental. [...] Las conexiones entre los espacios Red Natura 2000 y la red de ríos y arroyos de la zona están íntimamente conectados, por lo que cualquier impacto sobre una zona determinada se extiende rápidamente al conjunto de ecosistemas presentes [...] de manera que considera necesario adoptar modificaciones en el proyecto que permitan evitar el efecto barrera y garantizar la protección de los espacios y de la fauna y flora del entorno, así como el mantenimiento adecuado de los procesos ecológicos”. También se anuncia una importante tala de árboles en el casco urbano de Vitoria, adicional a la de los últimos días.

“En virtud de las medidas de diseño y correctoras planteadas, el promotor [Adif] concluye que no se producirán impactos significativos sobre los flujos de avifauna y de fauna terrestre, ni sobre las especies consideradas esenciales, garantizándose en todo momento la conexión ecológica del territorio atravesado. Como resumen de todo lo expuesto, el promotor concluye que el proyecto no afecta a la integridad de la Red Natura 2000”, responde el Gobierno de España. Pero el Ejecutivo vasco insiste con que “se trata de una solución viaria muy compleja en una zona de gran fragilidad” y “propone el traslado del cambio de paridad a otra zona y una nueva alternativa al nudo de Arkaute”. La respuesta vuelve a ser la misma: o no hay afecciones o, si las hay, se plantearán medidas correctoras. Añade el Ejecutivo autonómico que también “considera insuficiente la valoración de los impactos sobre el paisaje, al no considerar aspectos fundamentales como la altura que alcanza la infraestructura, la accesibilidad visual, la pérdida de calidad paisajística en las cuencas visuales, etc.”.

El informe apunta a los “robledales isla” característicos del paisaje de la Llanada Alavesa como un punto crítico. En Maumea, por ejemplo, el trazado afecta “directamente” a ese espacio. Además de los árboles, están las lagunas donde se reproducen las ranitas ágiles, unos animales de entre 4 y 8 centímetros de tamaño. “Respecto al robledal isla de Maumea, se indica que el [ferrocarril] encierra la zona de estudio por todos los frentes. Esto implica que todas las especies objeto de conservación del espacio presentan riesgo de afección. Estas especies son la rana ágil (rana dalmatina), el ciervo volante (lucanus cervus) y 25 especies de aves. En el caso del ciervo volante y de la rana ágil, la construcción de la infraestructura supondría el aislamiento de las poblaciones que se encuentran en el robledal isla de Maumea, lo que podría llevar a la desaparición a largo plazo de dichas poblaciones y suponer para la zona de especial conservación una pérdida irreparable”, se puede leer.

En general, hay también afecciones “moderadas” a dos especies protegidas más, el visón europeo y la nutria. También hay galápagos leprosos en este espacio. El primero, el visón, está en “peligro de extinción”, como también el milano real. Se han identificado un total 52 especies de aves, cinco especies de mamíferos y un anfibio (la rana ágil) que podrían verse afectados en mayor o menor medida.

Habrá un impacto temporal con las obras y después otro permanente con la nueva infraestructura en servicio. La empresa contratista tendrá que vigilar que no se produzcan posibles vertidos o daños, aunque en la zona recientemente se han conocido casos como el del río Egileor o el del gasóleo que salió de la academia de Arkaute a una regata próxima a Salburua. Después, una vez inaugurado el AVE, se apunta a un riesgo “moderado” de accidentes con aves al paso de los convoyes o por los nuevos tendidos eléctricos, por ejemplo. Habrá cercados para que los animales no entren en la zona de vías y se construirán 23 rampas para que los grandes animales que puedan quedar atrapados escapen con seguridad.

El contratista tendrá que comprometerse con la “realización de una prospección faunística con anterioridad al inicio de las obras, con el fin de detectar la presencia de especies protegidas”. Después, el proyecto tendrá que incluir “medidas para reducir el riesgo de muerte por colisión a través de un cerramiento longitudinal de la nueva infraestructura continuo y efectivo”. Se contempla también la “instalación de dispositivos tales como espirales y esferas anticolisión, placas colgantes, cintas y bandas, etc. para reducir el riesgo de muerte por electrocución”, “así como medidas protectoras en medios abiertos y zonas urbanas dirigidas a los quirópteros”. Los cauces fluviales siempre tendrán que estar “en su estado original”, es decir, con “calidad” en las aguas y “vegetación en la ribera”.

Ya más pensando en la zona habitada de Vitoria, el informe pide también que en el proyecto constructivo se incorpore “un estudio acústico con el nivel de detalle adecuado (que a su vez incluya los emboquilles del túnel, pozos de ventilación y cualquier estructura con salida al exterior) en el que se verifiquen los niveles de inmisión de ruido para las viviendas y edificaciones del entorno” de la nueva infraestructura. Se apunta a “la instalación de pantallas acústicas intermedias entre vías y/o con viseras” y hasta el “aislamiento” de algunas casas. Eso sí, “los elementos mitigadores que se utilicen deberán integrarse paisajísticamente en el entorno”.

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