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Sufrir la trata en primera persona: “Antes de volver a pasar lo que viví me suicidaría”

Kelly, la segunda desde la derecha, junto al consejero de Seguridad Josu Erkoreka y dos agentes de la Ertzaintza

Maialen Ferreira

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Kelly nació hace treinta años en Enéas Marques, al sudoeste de Paraná, en Brasil. A raíz de la falta de oportunidades en su municipio, se desplazó a Curitiba, la capital del estado de Paraná, donde se licenció en Administración de Empresas. A lo largo de su carrera universitaria vivía en el apartamento de su hermana mayor, pero una vez que esta se casó, decidió marcharse de allí. “Me encontraba incómoda, los casados necesitan intimidad y lo mejor era que me marchara a otro sitio, así que me marché a la casa de mi tía, que se encontraba vacía debido a que en aquel momento se encontraba en España, concretamente en Portugalete. Ella me dijo que me fuera a su piso y que no me cobraría nada”, explica la joven. Su tía, que se dedicaba a la prostitución en Euskadi, trató de convencer tanto a Kelly como a su hermana desde que tenían 15 años de que hicieran lo mismo. “Me decía que podía ganarme la vida así, que tendría la vida solucionada y podría volver a Brasil con mucho dinero”, detalla la joven, que es una de las 65 víctimas de trata liberadas por la Ertzaintza desde 2010.

Finalmente, tras terminar la carrera y no encontrar trabajo en su país, Kelly decidió viajar a España. Su tía y la pareja de ésta le pagaron los gastos del vuelo y, una vez en Euskadi, su alimentación y los gastos del alquiler. “Me dijo que no se lo tendría que devolver nunca, que nunca me cobraría nada, ni la comida, ni el alquiler ni el billete de avión, pero cuando discutíamos y yo quería dejarlo, me chantajeaba diciendo que tenía que pagar por todas esas cosas. Yo no tenía dinero y mis padres no sabían nada, pensaban que trabajaba en un supermercado. Por eso empecé a prostituirme, pero enseguida me di cuenta de que no quería. Les dije que me había equivocado y que quería marcharme a casa. No me gustaba, no me satisfacía”, confiesa. Ante esa situación, sus tíos le dijeron que no se podía marchar sin pagar una deuda que cada día era más grande. “Yo no podía pagar ese dinero y mis padres tampoco. Por ese sinvivir no encontré más salida que volver a prostituirme para pagar la deuda y poder volver a casa”, indica.

Yo no controlaba el dinero ni los clientes. Estaba totalmente desesperada, hundida, quería marcharme

Kelly Víctima de trata con fines de explotación sexual

Sin embargo, Kelly no podía administrar ni recibir el dinero que ganaba prostituyéndose, por lo que, según le achacaba su tía, a pesar de prostituirse contra su voluntad, no estaba pagando la deuda. A partir de ahí comenzó una serie de viajes para que las autoridades no les atraparan ejerciendo la prostitución. “Santander, Bilbao, Vitoria, Extremadura y vuelta a Santander. Trataban de evitar ser detectados por la Policía. De esta forma, era difícil que nos siguieran la pista o que conociera a alguien que quisiera ayudarme. Otro de los motivos era porque mis tíos timaban a los clientes y para evitar represalias con ellos. Yo no controlaba el dinero ni los clientes. En cuanto un cliente me daba el dinero yo se lo tenía que dar obligatoriamente a mi tía. Estaba totalmente desesperada, hundida, quería marcharme. Les pedí mi parte y me dijeron que yo no tenía nada y que si me marchaba tenía que devolverles todo lo que había gastado por haber vivido con ellos. Era una y otra vez la misma historia. No tenía ninguna salida”, lamenta.

Afortunadamente, dos agentes de la Ertzaintza que se encontraban de servicio en Vitoria vieron el estado de Kelly y, de forma disimulada, le dieron una tarjeta con el número para denunciar o solicitar protección ante casos como el suyo. “Pude guardar ese teléfono antes de que mi tía rompiera la tarjeta que me habían dado y con ayuda pude escapar de las garras de mis tíos”, señala aliviada. Kelly ha plasmado su historia en un libro. “Me sirve de autoayuda. Voy a seguir escribiendo”, indica para después reconocer la dura realidad de su pasado: “Si tuviera que volver a pasar lo que viví antes de eso me suicidaría, no lo soportaría bajo ningún concepto”.

Kelly ha contado su historia en público en la jornada “Nuevos Retos ante la Trata y la Explotación Sexual” organizada por la Ertzaintza este miércoles en Bilbao, en la que han participado juezas, investigadoras y ertzainas que han abordado esta tipología delictiva desde un triple enfoque policial, judicial y social, y con las experiencias internacionales de Dirk Iserloh, un experto de la Policía alemana (país cuyas leyes son regulacionistas en materia de prostitución) y Knut Bråttvik, experto de la Policía noruega (país abolicionista de la prostitución).

La jueza María Gavilán ha explicado que uno de los objetivos de los delincuentes es “arrancar a la víctima de su entorno para explotarla”. “Por cada víctima identificada hay 20 sin identificar, y no podemos olvidar la perspectiva de género, puesto que más del 90% de las víctimas son mujeres y niñas. Generalmente, además, son víctimas extranjeras”, ha añadido. Una vez se localiza a una víctima, según Gavilán debe ser “sujeto del proceso y no un objeto del mismo”. “La víctima tiene que conocer en todo momento el procedimiento al que está siendo sometida para que así se sienta segura, que sepa qué va a pasar con ella y que tenga poder de decisión”, ha indicado.

Cuando a las mujeres se les dan verdaderas oportunidades de dedicarse a otras actividades, no se dedican a la prostitución

Beatriz Sánchez Álvarez Fiscal de Sala Coordinadora de la Unidad de Trata de Personas y Extranjería

Euskadi 1.100 mujeres ejercen la prostitución en 120 lugares

“Yo no sabía que en mi pueblo, que en mis calles, había esclavas. La trata es algo más que una mera investigación policial o judicial, debe ser parte y responsabilidad de una sociedad que permite que en sus calles existan esclavas, por lo tanto, como ciudadanos nos hace responsables de que esto siga sucediendo”, ha explicado la fiscal de Sala Coordinadora de la Unidad de Trata de Personas y Extranjería, Beatriz Sánchez Álvarez, quien ha recalcado que “si queremos seguir pensando que las mujeres que ejercen prostitución lo hacen porque quieren, no vamos a acabar con la trata ni con la prostitución”. “Detrás del 95% de las mujeres que ejercen la prostitución hay mujeres de cuya vulnerabilidad se abusa, porque cuando a las mujeres se les dan verdaderas oportunidades de dedicarse a otras actividades, no se dedican a la prostitución. Cuando verdaderamente la sociedad le da una posibilidad de una capacitación con recursos suficientes para ello, cuidándola no solo desde un punto de vista asistencial, sino total y global, no se va a dedicar a la prostitución, porque la prostitución cuando se legaliza, cuando se la considera una forma más de trabajo, se está dignificando al proxeneta, que pasa a ser un empresario del sexo”, ha criticado la fiscal.

El vicelehendakari y consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, acompañado por la directora y el jefe de la Ertzaintza, Victoria Landa y Josu Bujanda, ha explicado que la Policía vasca cuenta con un Plan Estratégico contra la Trata de Seres Humanos que lleva a cabo grupo de trabajo estable de agentes con formación y especialización en la trata con fines de explotación sexual y está dirigido por el comisario y responsable del grupo de la Ertzaintza especializado en trata, Iñaki Arteaga. Asimismo, Erkoreka ha confesado que se trata de “una realidad que da miedo incluso aquí, en Europa, supuestamente la meca de los derechos humanos”. Según ha detallado, en Euskadi hay cerca de 1.100 mujeres ejerciendo la prostitución en aproximadamente 120 lugares diferentes y desde 2010 hasta el 25 de octubre de este año 2022, la Ertzaintza ha detenido o investigado a 72 personas explotadoras y ha liberado a 65 víctimas: 63 mujeres y 2 hombres.

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