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La tercera edad, en cómic: “Siempre se ha contado la historia del jubilado, pero no la del que no puede jubilarse”

Una de las páginas de 'No es mi trabajo'

Rubén Pereda

Vitoria —
21 de septiembre de 2025 21:45 h

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Existe una edad en la que la mente se vuelve más matemática. Aquellos que frisan la sesentena se dejan llevar por las cuentas: cuántos años llevo cotizados, cuántos me quedan para poder jubilarme, qué pensión me va a resultar de la vida laboral que he desempeñado. Es una situación muy frecuente, común, pero que quizá no ha tenido en la ficción y la sátira el reflejo que amerita. De una charla de terraza sobre las aventuras y desventuras de alguien que deja el trabajo y va al paro para luego poder jubilarse y sobre los procesos burocráticos que amenazan como una espada de Damocles, Jabier Etxagibel y el dibujante Simónides comenzaron a esbozar una historia que llegó a superar las cien páginas y que ahora se ha publicado en forma de cómic bajo el título de 'No es mi trabajo', de la editorial Autsaider.

Si bien tiene su apariencia y comparte algunas de las experiencias que ha de vivir, el protagonista no es un trasunto de Etxagibel, pero ha bebido de sus idas y venidas con la administración y el papeleo. Etxagibel, el del papel, busca la manera de jubilarse, “está como loco” por hacerlo, pero se da de bruces con “un auténtico vía crucis de gestiones presenciales, certificados, fes de vida, firmas digitales, SEPE, Lanbide y funcionarios de trato, como mínimo, complicado”. “Es curioso, porque es como el elefante en la habitación. Siempre se ha contado la historia del jubilado, pero no se ha contado la historia de la persona que no puede jubilarse”, explica el Etxagibel de carne y hueso. Durante años, fue gerente de VESA, la Vitoriana de Espectáculos, que hizo de la calle de San Prudencio de Vitoria el epicentro cultural de la capital alavesa.

Portada de 'No es mi trabajo', la novela gráfica de Jabier Etxagibel y Simónides

Etxagibel y Ernesto Murillo (nombre real que se esconde tras la firma de Simónides) ya habían trabajado juntos antes. Murillo ha venido publicando sus viñetas en infinidad de periódicos y revistas y estuvo entre los fundadores de 'TMEO'. De la unión entre ambos, surgió en 2002 la novela gráfica 'Dolor de dientes', ambientada en un pueblo industrial vasco. Más de dos décadas después, han girado su atención hacia una etapa vital no muy explorada en la ficción. En las labores de promoción de la obra que los autores están llevando a cabo estos días, la historia que subyace a los dibujos y bocadillos de texto es la siguiente: “Se trae a primer término un tema poco frecuentado en la ficción, aunque cotidiano a más no poder en la realidad tangible: el inmenso deseo de jubilarse que tiene (tenemos) todo dios. Esa quimera que, según se acerca el momento, va ocupando la totalidad de nuestros pensamientos. Contar y recontar los días cotizados, consultar recurrentemente nuestro historial laboral para saber exactamente cuál será el día en el que uno pueda dejar de pencar. Pero siempre, eso sí, con la acechante sombra del infortunio, del pesimismo histórico, de la delgadez de la hucha de las pensiones, la crisis, lo imprevisto que pudiera devenir en un 'a ver si voy a ser el yo el primero que no pueda jubilarse'”.

La idea surgió en una terraza, mientras ambos conversaban con una cerveza cerca. “Nos dimos cuenta de que esos procesos burocráticos farragosos son comunes. Es rara la persona que no se ha topado con ellos. Solo queríamos expresar y contar el absurdo de la burocracia. Como el castillo de Kafka, son procesos inacabables”, relata Murillo. Poco después, Jabier ya se le presentó con un boceto de más de cien páginas. No cuadraba bien con la idea que el dibujante se había preconfigurado en la mente, pero vio que estaba muy bien y que podía resultar gracioso. “Me atreví. Si salen cien páginas o más, que salgan, me dije. Nos tiramos al pozo”, recuerda Simónides.

El dibujante Ernesto Murillo, conocido como 'Simónides', y Jabier Etxagibel

En la historia, al protagonista se le ve haciendo cuentas con papel, calculadora y boli, así como peleándose con el ordenador para agendar citas. En un giro del argumento, acaba adscrito a un ficticio cuerpo 'sénior' de la Ertzaintza, trabajando concretamente a la sección de inteligencia, lo que le conduce a infiltrarse en el movimiento pensionista, en las manifetaciones lideradas por una 'Tercera Columna de Pensionistas'. “Jabier, como economista que es, está siempre dándole vueltas al problema del gasto públicos y las pensiones. Lo contempló todo. El objetivo era reírnos de todo, con un humor negro y también absurdo. Es un poco patafísico a veces. Es el reflejo de un problema social, la burocracia, que no se ha resuelto ni creo que se vaya a resolver”, abunda Simónides.

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