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El circo de los escribanos

Mario Solo

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Vaya lío del montepío que se montó el otro, oh Viriato, en la plaza del Rastro. Te cuento. Yo estaba, como es sabido, detrás del ficus que hay, subiendo la escalera a mano izquierda, y escuché ayes, griteríos y grande alboroto.

Con disimulo bajé para ver qué acontecía y divisé una larga hilera de miles de personas humanas a las puertas del palacio. Ya están aquí los míos que van a asaltar el palacio del Gobex Monagus, pensé con alborozo.

Pero en cuanto me fijé en la larga fila, ¡puaf¡ mi gozo en un pozo. No eran tropas guerrilleras bajo tu mano libertaria, oh Viriato, eran los escribanos del Terrible Iván que venían a cobrar su soldada, como es norma en cada idus.

Era larga la fila de escribanos, voto a Zeus, esperando recoger su soldada. En primera fila estaban los tertulianos de Quino el Adivino y Bea, la que censuró la moción de censura. El Terrible Iván daba órdenes para el reparto de denarios, a unos más, a otros menos, a fulano una palmadita, a mengano una reprimenda, a zutano un sobre… en fin lo de cada idus, oh Viriato.

Observé yo que muchos escribanos no estaban muy de acuerdo con la soldada recibida y hacían muecas y gestos de burla. Nosotros hemos censurado como el que más ¿por qué entonces no recibimos tantos denarios como los tertulianos de Casa Bea?, decían algunos agitadores entre la turba de escribanos.

Otros, proclamaban la justicia de sus méritos y hazañas para demandar más soldada.

-Nosotros ocultamos vuestros fracasos, contamos cuentos para entretener a la plebe, decían otros, pagadnos con largueza que son largos nuestros embustes, decían otros.

Entonces el Pérfido Carrón me guiñó un ojo y en mitad de la cola empezó a levantar sayas y capas de los escribanos que eran todas de color azul y extrañamente comprobé que tras las capas azules muchos llevaban oculta una camisita rosa. Tras levantar las sayas de los escribanos el Pérfido echó a correr como alma que lleva el diablo.

Quédeme yo sorprendido de esas vestimentas y extrañado que siendo aún época de canícula los escribanos llevasen un vestido a la vista y otro oculto. Por ello, oh Viriato, pongo estos hechos en tu conocimiento por si con tu natural sagacidad lo consideras de interés para tus planes frente a estos imperialistas.

Te iba a mandar, oh Viriato, un documento de Word con la relación de escribanos que había en la fila, pero al parecer el documento pesa mucho y no puede ser. De modo que te adjunto un PDF, para que lo tengas en tu poder y sepas de las andanzas y circos que hacen los escribanos a modo y manera de las que hace el Gobex, porque los otros sin el uno no son nada y viceversa, creo yo desde mi natural ignorancia.

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