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Extremadura, del optimismo en la lucha contra la COVID al peor escenario de la pandemia

Llegadas de las primeras dosis de la vacuna contra la COVID-19 a la residencia Rosalba de Mérida

Santiago Manchado

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En solo 30 días la situación epidemiológica por la COVID-19 en Extremadura ha dado un giro de 180 grados. Se ha pasado del “optimismo” que las autoridades sanitarias hacían público en numerosas ocasiones al “peor escenario desde el inicio de la pandemia”. De ser la comunidad peninsular con la incidencia acumulada más baja hace solo un mes, a terminar 2020 liderando ese indicador, en un nivel de alerta 4 y con un pronóstico poco halagüeño a corto plazo.

La temida segunda ola tuvo su mayor pico de contagios diarios el 6 de noviembre, cuando se registraron 597 positivos. Ese mismo día la incidencia acumulada marcó 597,82 casos por cada 100.000 habitantes a los 14 días, el mayor dato alcanzado en Extremadura y al que ahora se acerca la región: el 31 de diciembre la incidencia superaba los 511 casos.

Ese mismo día el Consejo de Gobierno de la Junta declaró el nivel de alerta 3, lo que se tradujo en medidas de aforo más restrictivas: 40% para comercios e interior de restaurantes y bares, donde se prohibía el consumo en barra. El aforo permitido en las terrazas se quedó en el 50% y las reuniones sociales podían ser de hasta seis personas no convivientes como máximo.

Sin restricciones de movilidad

Sin embargo, Extremadura decidió mantener abierta la comunidad permitiendo la entrada y salida de personas, si bien las comunidades limítrofes optaron por el cierre perimetral, por lo que en la práctica la movilidad estaba muy limitada. Ha sido con motivo de las fiestas navideñas, del 23 de diciembre al 6 de enero, cuando se ha ordenado el aislamiento de la región porque así lo acordaron las comunidades en el Consejo Interterritorial de Salud, pero no por creer en la efectividad de esta medida para frenar los contagios.

“Entre confinar la región o controlar a las personas se ha decidido controlar a las personas porque puede tener más impacto en la reducción de la incidencia”, explicó el consejero de Sanidad, José María Vergeles. Incluso cuando la situación se complicó en esas mismas fechas en las ciudades de Badajoz, Cáceres y Mérida tampoco se optó por el cierre de las localidades. Para las autoridades sanitarias de la región, el cierre de poblaciones es realmente efectivo en municipios de hasta 10.000 habitantes.

El ejemplo de la ciudad pacense de Almendralejo (33.000 habitantes) les daba la razón. Su aislamiento perimetral no consiguió rebajar la incidencia del virus y hoy, dos meses después, supera los 800 casos por cada 100.000 habitantes.

La máxima de la Junta a la hora de gestionar la pandemia ha sido “la protección de la salud, el desarrollo social y el desarrollo económico”, ha insistido el consejero de Sanidad siempre que anunciaba nuevas medidas. Una “tibieza” criticada por los grupos políticos de la oposición y una parte de la profesión médica extremeña.

La receta pareció funcionar en las semanas siguientes. El 7 de diciembre la incidencia era de 187 casos. En ese ambiente de optimismo, a las puertas del puente, se anunciaron las medidas del Plan Navidad, que entraron en vigor el 14 de diciembre: toques de queda más amplios para beneficiar a la hostelería y reuniones sociales, en el ámbito público y privado, más numerosas.

Pero la tendencia comenzó a cambiar drásticamente. El Plan Navidad se canceló a los cinco días de ponerse en marcha porque la incidencia escaló hasta los 250 casos. El día 16 de diciembre marcó un número de contagios que no se registraba desde hacía un mes (314 positivos) y, a partir de ahí hasta el 31 de diciembre se batieron tres récords de positivos diarios hasta los 936, que fue el pico más alto desde el inicio de la pandemia.

La parte positiva es la presión asistencial. La ocupación de camas COVID en los hospitales es del 7% y las UCI están al 16%, aunque el Servicio Extremeño de Salud (SES) también espera que esta situación varíe “en los próximos días” y ya tiene preparadas unidades de apoyo en los hospitales de Badajoz y Cáceres. En la jornada de este sábado el SES comunicó el ingreso de 26 personas en solo 24 horas.

Las medidas más severas

Ante este escenario, el Consejo de Gobierno se reunión de urgencia y necesitó de dos jornadas para llegar a acuerdos tras analizar la nueva situación. En Nochevieja se conocieron las medidas y Extremadura entró en 2021 con un nivel de alerta extremo y restricciones más severas, como el adelanto del toque de queda a las 22 horas -antes comenzaba a las 12 de la noche- y reuniones de hasta cuatro personas en la hostelería, aforos en comercio y restauración del 30%. Y las previsiones sobre la evolución de la pandemia no son alentadoras.

Todos los municipios de más de 10.000 habitantes de la región superan la incidencia media nacional y la Junta tiene sobre la mesa un paquete de medidas que incluyen cierres perimetrales y de la actividad no esencial, comercio y hostelería, algo inaudito hasta el momento en la comunidad. Ciudades como Mérida, Badajoz y Cáceres figuran en la lista de localidades de más de 40.000 habitantes con mayor incidencia, y en el caso de Cáceres la lidera.

Entonces, ¿qué ha pasado en Extremadura para estar entre las comunidades con mejor comportamiento a estar en el vagón de cola con una incidencia desbocada? Según el consejero de Sanidad, es el resultado de las compras del Black Friday, el puente de la Constitución y el inicio de las fiestas navideñas.

En el terreno político, todos los partidos coinciden en el “fracaso” del Plan Navidad. El PP cree que el PSOE ha antepuesto sus intereses políticos por no tomar medidas drásticas desde el principio, como sí hicieron otras comunidades. Los populares también han criticado la confianza que el consejero de Sanidad y el presidente de la Junta Guillermo Fernández Vara, trasladaron a la opinión pública por la evolución de la enfermedad a principios de diciembre y los anuncios de la llegada de la vacuna.

Ciudadanos denuncia los tres cambios de criterio de las autoridades sanitarias en solo un mes y que “están pagando la salud, el comercio y la hostelería”. Para Unidas por Extremadura la actuación del gobierno regional ha sido irresponsable porque la flexibilización de las medidas del Plan Navidad “incitó a la población a relajarse”.

Relajación de la población

El presidente del Colegio de Médicos de Cáceres, Carlos Arjona, ha pedido a lo largo de la pandemia medidas más contundentes para frenar los contagios de la COVID-19. Indica que la situación actual viene dada por “decisiones que no han sido suficientes”, mensajes positivos de las autoridades “que no benefician en nada” e incumplimientos por parte de la ciudadanía, que se relaja al escuchar esos mensajes.

Arjona considera que la movilidad que hubo en el puente de la Constitución dentro de la comunidad propició un aumento de los contagios, como demuestra que hay “muchos pueblos” afectados, como Cañamero, Logrosán, Talayuela -todos en la provincia de Cáceres-, Calamonte y Fuente del Maestre (Badajoz), que tienen decretado el cierre perimetral.

La mayor parte de los positivos se registran en el ámbito familiar y de amigos, porque “hay fiestas privadas en casas y fincas”, por lo que hay gente joven contagiada que no presenta sintomatología pero traslada la COVID-19 al ámbito familiar. En este sentido, asegura que las hospitalizaciones en el San Pedro de Alcántara de Cáceres “se han duplicado en los últimos diez días”.

Miguel Turégano, miembro de la Sociedad Española e Médicos de Atención Primaria (Semergen), también apunta a la relajación de la población en el cumplimiento de las medidas sanitarias tras conocer la buena evolución del virus en Extremadura como una de las principales causas. Recuerda que tras el pico de la segunda ola los ciudadanos respondieron y se logró doblegar la curva en poco tiempo.

Turégano también considera que la COVID-19 comenzó a dispersarse en el puente del 6 de diciembre y pone sobre la mesa otra causa: la mayoría de los que ahora se infectan no presentan síntomas o estos son muy leves y eso repercute en los contagios. Casi una cuarta parte de las personas infectadas en Extremadura tiene entre 15 y 29 años.

Por ello recomienda evitar reuniones en el ámbito familiar y que se sigan extremando todas las precauciones a pesar de la llegada de las vacunas porque pasarán meses hasta que sean efectivas.

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