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El laberinto de María Guardiola: el pulso de Vox al PP abre un escenario incierto para la gobernabilidad de Extremadura

La candidata a la presidencia de la Junta de Extremadura por el Partido Popular, María Guardiola, el pasado viernes en el cierre de campaña

Santiago Manchado

Mérida —

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El juego político en Extremadura sigue como antes del adelanto electoral del domingo, a pesar de los desastrosos resultados del PSOE. El PP ha ganado las elecciones con una victoria pírrica (un diputado más, 29, pero a cuatro de la mayoría absoluta, y 10.000 votos menos), pero no ha logrado sacudirse la dependencia de Vox, que ha salido fortalecido de la decisión de María Guardiola de llevar a los extremeños a las urnas de forma anticipada.

Es decir, si la ya presidenta en funciones convocó las elecciones ante la “inestabilidad” en la región, incapaz de que su Gobierno en minoría sacara adelante los presupuestos por segundo año, ahora Extremadura ha vuelto a la casilla de salida, pero con una extrema derecha más fuerte con ganas de doblegar a Guardiola por las tensiones pasadas. Los escenarios para los pactos son muy reducidos y los plazos han empezado a correr.

El 20 de enero es la fecha límite para la constitución de la nueva Asamblea de Extremadura, la elección de su Presidencia y de los miembros de la Mesa, por lo que para esa fecha ya se podrían haber cerrado pactos para la gobernabilidad. No obstante, el primer intento para la investidura de la Presidenta de la Junta podrá dilatarse hasta el 19 de febrero, si se agotan los plazos previstos en el reglamento de la Cámara, aunque no es la opción de Guardiola, que ha anunciado el inicio de las conversaciones con el resto de partidos para su investidura.

La victoria agridulce del PP obliga a mirar a su derecha, aunque Vox no se lo va a poner fácil. Santiago Abascal ya advirtió en campaña que si necesita pactar con ellos, o “pasa por el aro” o “repite elecciones”. Incluso deslizó que prefieren otra candidata porque ella ha “contribuido a la demonización de Vox”. Para el PP sería suficiente la abstención de cualquier grupo, pero el PSOE, en plena catarsis interna y sin líder tras la dimisión de su secretario regional, y Unidas por Extremadura lo descartan. Sin embargo, la ultraderecha hará valer sus votos o sus abstenciones, ya sea dentro del Gobierno o permitiendo a Guardiola gobernar en minoría: “Si los votos de Vox cuentan en cualquiera de las fórmulas va a ser para un gran cambio”, ha avisado Abascal este lunes.

Está por ver hasta dónde llega esa advertencia porque la relación entre PP y Vox en Extremadura ha sido tormentosa. Hasta ahora, Guardiola había evitado exigencias de la extrema derecha que tienen que ver con recortes en igualdad, violencia de género o inmigración, y se había negado, por ejemplo, a poner trabas al derecho al aborto, una condición que Vox puso para apoyar los presupuestos de 2026, y a la eliminación del impuesto sobre transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados porque, según la Junta, supondría la “bancarrota” de la Hacienda extremeña. Esas exigencias se van a mantener para la aprobación de las cuentas.

Pero Vox no cierra ninguna posibilidad en la negociación con el PP, ni siquiera volver a entrar en el Gobierno autonómico porque, por los números conseguidos en las elecciones tras crecer hasta los 11 diputados, podría reclamar un papel más activo en ese Ejecutivo. Ese escenario sería un quebradero de cabeza para Guardiola, que ya en 2023 rechazó una coalición con el partido ultra, por ser “machistas homófobos y racistas”, aunque solo unos días después traicionó su palabra y entregó a Vox la Consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural, un departamento de nueva creación con competencias en prevención y extinción de incendios forestales, toros y caza.

“No quería a Vox y va a tener dos tazas”, ha dicho Abascal, que no olvida esas palabras de Guardiola, a la que ha calificado de “soberbia” por sacar pecho de su resultado en las urnas en lugar de arrepentirse de un adelanto electoral que solo le ha dado un diputado más.

El resultado del 21-D deja otros escenarios posibles, aunque quiméricos. Al PP le bastaría también con la abstención del PSOE, pero los socialistas adelantaron en la campaña electoral que no facilitarían un Gobierno de María Guardiola aunque ello ayudara imponer un cordón sanitario a Vox para que no tuviera influencia en Extremadura. Pero el socialismo extremeño se encuentra en crisis, tras haber perdido más de 108.000 votos y 10 diputados (de 28 a 18 asientos en la Asamblea) y lograr solo el 25% de las papeletas, el peor dato del PSOE en un feudo histórico. Su candidato, Miguel Ángel Gallardo, procesado por la contratación del hermano de Pedro Sánchez en la Diputación de Badajoz, ha dimitido y el partido se encuentra sin líder, a merced de una gestora.

El tercer escenario posible pasa por el voto favorable de Unidas por Extremadura, el espacio creado por Podemos, IU y Alianza Verde, que ha roto su techo y se ha pasado de cuatro a siete diputados al conseguir casi 18.000 papeletas más que en 2023. Pero la candidata de la coalición, Irene de Miguel, también fue clara durante la campaña, rechazando cualquier posibilidad que supusiera que María Guardiola volviera a ser presidenta, y en la noche electoral, cuando pidió a la candidata del PP que diera un paso al lado “si tiene un mínimo de decencia” por haber forzado un adelanto electoral, que ha costado siete millones de euros, para que el escenario político no cambiara. “La señora Guardiola es la gran perdedora de la noche”, dijo.

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