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Los berlineses reaccionan contra la publicidad omnipresente en sus calles

Un edificio de Berlín cubierto por una lona publicitaria.

Carmela Negrete

Berlín —

El viernes termina el plazo para la recogida de firmas iniciada por un grupo de berlineses para prohibir la publicidad en la capital alemana. Estudiantes, profesionales de la publicidad y otras personas comenzaron en 2017 a redactar una propuesta de ley popular para regular los anuncios que pueden verse en el espacio público berlinés. Ya han reunido más de 30.000 firmas, más de las 20.000 necesarias para que el Senado de Berlín tenga que pronunciarse sobre la medida.

La iniciativa “Berlín libre de publicidad” (Berlin Werbefrei, en alemán) ha escrito una ley con el título “para la regulación de la publicidad en los edificios y el espacio públicos” con la que pretende prohibir los anuncios en escuelas, guarderías y universidades, así como regular de forma estricta la poca publicidad que sería permitida, y sobre todo luchar contra la publicidad discriminatoria, como es el caso de la publicidad sexista.

Asimismo, pretenden que los contratos publicitarios sean públicos. La publicidad con fines sociales y de actividades tendría lugares dedicados en especial para dicha función en de la ciudad. Por otro lado, la publicidad en forma de pantallas electrónicas estaría prohibida en todos los casos. Este último tipo de anuncios está aumentando en las calles de Berlín y está planeada la instalación de decenas de nuevas pantallas por toda la ciudad.  

Razones no les faltan: Berlín está plagada de publicidad, tanto, que es difícil imaginarse cómo sería sin ella. Por eso los activistas han colgado en su web una galería de imágenes que han creado con lo que sería el antes y el después de aprobar la ley.

Para los iniciadores, la publicidad puede ser en muchos casos “una forma de ensuciar la ciudad”, escriben en su web. Organizaciones como Ecologistas en acción llevan décadas en España alertando sobre la llamada “contaminación visual”

El portavoz y uno de los iniciadores de la idea berlinesa, Fadi El-Ghazi, explica a eldiario.es que “a diferencia de la radio que se puede apagar, o de una revista, cuyas hojas pueden pasarse, en el espacio público esto no es posible”, de ahí la necesidad de proteger a los ciudadanos.

Debido a la dificultad para discernir qué publicidad sería discriminatoria, la ley propuesta contempla en realidad el ya existente catálogo de recomendaciones del consejo publicitario alemán. La diferencia sería que dichas normas no serían voluntarias para las empresas anunciantes, sino obligatorias, de forma que cuando se incumplan, la publicidad pueda ser retirada de las calles por la Administración.

“Con esta ley cuestionamos el principio fundamental de nuestra sociedad según el cual todo ha de regirse en función de reglas comerciales”, asegura el abogado. La acogida de la propuesta en los medios ha sido positiva y El-Ghazi asegura que las personas que han firmado afirman a menudo que “por fin ocurre algo en este sentido”.

En cuanto a los partidos políticos, Die Linke se ha sumado a la iniciativa, los Verdes la ven con buenos ojos y en el Partido Socialdemócrata, que gobierna con los otros dos anteriores el Ayuntamiento de Berlín, según el portavoz de “Berlín libre de publicidad”, en este momento hay opiniones divididas.

Una vez que se realice un recuento de los votos se comprobará si efectivamente se llega al número necesario, ya que al parecer en ocasiones firman personas que no tienen derecho a participar en estas propuestas legislativas, como es el caso de ciudadanos de la Unión residentes habituales en la ciudad. A continuación, la norma deberá ser expuesta a un análisis jurídico que determine su legalidad, al comprobar que no entre en colisión con otras leyes nacionales.

El ejemplo de São Paulo

Superadas ambas barreras, el Senado de Berlín tendrá que decidir si aprueba la medida. En caso afirmativo, en 2019 Berlín podría pasar a ser una ciudad como São Paulo, donde ya hace más de una década se prohibió la publicidad en las calles con la ley Ciudad Limpia, gracias a la cual se retiraron unos 15.000 carteles publicitarios.

Para los amantes del arte del grafiti, la ciudad se ha convertido desde entonces en una especie de meca, no solo porque desde 2011 tiene un museo dedicado al arte urbano, sino porque los grandes edificios y la ausencia de anuncios hacen que su contemplación sea más fácil. 

El actual alcalde de São Paulo, sin embargo, no está muy contento con los grafiteros y desde 2017 hay una nueva ley que les multa con hasta 3.200 dólares (unos 2.700 euros) por pintar en las fachadas. Las empresas de publicidad no han parado de idear nuevas estrategias desde la prohibición y en 2015, por ejemplo, utilizaron drones con maniquíes para dejar volar por la ciudad las últimas tendencias de moda de la temporada.

En todo caso, El-Ghazi matiza que la propuesta berlinesa no es tan radical como la de Brasil, que prohíbe incluso carteles en camiones, ya que la publicidad propia en la fachada de comercios seguiría siendo legal. Eso siempre que el gobierno de Berlín no rechace la medida, pues en ese caso, “Berlín libre de publicidad” tendrá que recoger 200.000 firmas en menos de cuatro meses. De conseguirlo, se celebraría un referéndum en la ciudad, como ya ocurrió en el caso de la remunicipalización del agua o de la decisión sobre el antiguo aeropuerto de Tempelhof, en el que se planearon construir viviendas en detrimento de la gigantesca zona verde que lo comprende.

En Berlín se miran en el ejemplo de Grenoble en Francia, que en 2014 fue la primera ciudad europea en prohibir la publicidad. Según el alcalde de dicha ciudad, Eric Piolle, del partido Europa Ecología Los Verdes (EELV, por sus siglas en francés), se habrían perdido unos 150.000 euros en recaudación que su gobierno suplió recortando el presupuesto en otras áreas y plantando árboles en los lugares que antes ocupaban las vallas publicitarias.

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