Elecciones en Portugal: la derecha llega débil y la batalla se traslada al reparto de las izquierdas
Portugal acude este domingo a las urnas. Cuatro años después de la formación de un acuerdo sin precedentes entre las formaciones progresistas para dar estabilidad a un gobierno del Partido Socialista, algo que ha sido percibido a menudo como un ejemplo para la izquierda europea, la derecha llega debilitada a los comicios y la batalla se traslada al reparto de las izquierdas.
“Da para ser amigos, pero no para casarnos”, ha afirmado en campaña António Costa, primer ministro socialista, sobre el pacto, denominado en un principio por la derecha como “geringonça” (chapuza). La principal preocupación de Costa es no alcanzar la mayoría absoluta y que sus socios actuales, Bloco de Esquerda (aliado de Podemos) y Partido Comunista, aumenten respecto a 2015 sus exigencias y condiciones para dar luz verde a un gobierno.
Las encuestas dan al Partido Socialista una clara mayoría. Su horquilla de votos oscila en todos los sondeos entre el 36,5% y el 38%, lo que en el mejor de los casos le dejaría con 114 diputados, a dos de la mayoría absoluta, y en el peor, con 104. En cualquier caso, mejoraría los resultados de hace cuatro años, cuando obtuvo 86 escaños. En 2015 el Partido Socialista no fue la fuerza más votada, pero se convirtió en el partido gobernante gracias al pacto con otras formaciones de izquierdas (que no entraron en el Gobierno).
Costa está especialmente preocupado por el Bloco de Esquerda y advierte que si el Partido Socialista no recibe el apoyo suficiente, solo hay que mirar a España para comprobar lo que podría ocurrir: “Tenemos que tener un partido socialista fuerte que garantice la estabilidad de Portugal. Tenemos que mirar todos a España para percibir los riesgos que supone tener un Partido Socialista débil y un Podemos fuerte”. “Hemos tenido cuatro años de estabilidad y España ha tenido cuatro elecciones en cuatro años”.
“La estrategia de Costa ha sido centrar la atención en la necesidad de estabilidad y para eso es necesario reforzar la mayoría del Partido Socialista”, señala Patricia Lisa, analista del think tank Real Instituto Elcano. “Sin embargo, si no logra la mayoría absoluta, está dispuesto a repetir la solución gubernamental de la legislatura pasada”, añade. En ese sentido, Lisa sostiene que las referencias a España, las amenazas de bloqueo político y las críticas al Bloco de Esquerda “son atribuibles a la campaña”. “Los paralelismos son simplistas. Ha hecho esa comparación porque está en campaña”, asegura.
Según las últimas encuestas, publicadas el viernes, la segunda fuerza en el Parlamento será la formación conservadora Partido Social Demócrata (PSD) con un 28% de los votos, lo que le dejaría con unos 83 diputados, seis menos de los que actualmente tiene. Mientras, el Bloco de Esquerda obtendrá según estos sondeos el 10% de los votos, siendo la tercera fuerza y con un apoyo similar que en las elecciones pasadas. Por último, la coalición de comunistas y verdes, la CDU, sería cuarta con el 7%.
Durante estos cuatro años, el Gobierno progresista de Portugal ha aumentado las pensiones, ha eliminado los recortes en el subsidio de desempleo, ha garantizado la gratuidad de los textos escolares, ha reducido las tasas universitarias, ha devuelto muchos de los recortes a los trabajadores del sector público y privado durante la crisis, ha aumentado los impuestos sobre los grandes patrimonios y ha aumentado el salario mínimo, entre otras cosas.
Lo que nació de forma despectiva bajo el calificativo de “chapuza”, ha acabado convirtiéndose para muchos en la respuesta a las políticas de austeridad. Un contexto económico favorable ha permitido al Gobierno poner en marcha estas medidas progresistas. El paro, por ejemplo, ha pasado del 14% en 2014 al 6,5% en 2019. Sin embargo, a pesar de los logros, la tensión ha ido aumentando a lo largo de la legislatura y se ha intensificado con la campaña electoral.
“Esta solución de gobierno se construyó a pesar del Bloco de Esquerda y al que luego el Bloco se unió”, ha afirmado recientemente el primer ministro. “Ha habido un partido, que no es el Partido Socialista, que sentía que tenía que crecer a expensas del electorado de los demás. Ya han oído que el Bloco de Esquerda tiene la impertinencia de decir a los socialistas que les voten a ellos”, ha añadido.
Por su parte, la líder del Bloco de Esquerda, Catarina Martins, ha señalado que “el Gobierno no habría hecho nada sin el Bloco y el Partido Comunista”. Martins ha recordado que a tres semanas de las elecciones de 2015, su formación presentó las condiciones para negociar, pero “el Partido Socialista no respondió, continuando su campaña para apelar a la mayoría absoluta”. Según Mariana Mortágua, otra dirigente del partido izquierdista, el objetivo en estas elecciones es conseguir más “fuerza en los ámbitos que marcarán la próxima legislatura y en un conjunto de carteras en los que no ha sido posible hacer tanto”.
Lisa, sin embargo, no cree que esta tensión fruto de la campaña electoral vaya a romper la tendencia hacia el pacto iniciada en 2015. “La experiencia anterior ha demostrado la resiliencia del sistema político portugués, que ha logrado una estabilidad que nadie creía que iba a mantener y eso ha creado un precedente de que sea cual sea la correlación de fuerzas, se puedan alcanzar acuerdos que permitan la gobernabilidad”.
Por otro lado el ascenso del partido animalista PAN es uno de los aspectos que más llama la atención de los analistas, ya que algunos destacan que podría darse la situación en la que el Partido Socialista y el PAN sumasen mayoría absoluta y esquivar así al Bloco de Esquerda. La analista del Real Instituto Elcano no lo descarta: “Siempre se ha alineado con las políticas del Gobierno, no tiene líneas rojas para el Partido Socialista y además es un partido que ideológicamente no es tan marcado como el Partido Comunista o el Bloco de Esquerda”.