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Sudores, mentiras, enfados, preguntas trampa y zascas históricos: grandes momentos de los debates presidenciales en EEUU

Imagen de uno de los debates entre John F. Kennedy (derecha) y Richard Nixon (izquierda)

Javier Biosca Azcoiti

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Este martes (madrugada del miércoles en España) se celebra el primer debate presidencial entre el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden. Como en los grandes combates de boxeo, la pelea ha comenzado en el pesaje, antes de pisar el ring. Trump ha afirmado que su próximo rival “no es Winston Churchill debatiendo” y que su irregularidad en citas pasadas le hace pensar que se dopa en los grandes eventos. Por eso el presidente ha pedido un test antidroga para Biden. Al vicepresidente no le han faltado ganas de contestar, pero ha logrado contenerse: “Él es casi… No, no voy a comentar nada”. La estrategia de Trump no es nueva, hace cuatro años hizo lo mismo con Hillary Clinton poco antes del debate presidencial.

Desde el primer debate televisado hace justo 60 años entre Richard Nixon y John F. Kennedy, estos enfrentamientos políticos se han convertido en parte de la tradición estadounidense. Seis décadas de debates entre candidatos a la presidencia, vicepresidencia y entre candidatos de un mismo partido han dejado momentos que ya forman parte de la historia de EEUU. En cualquier caso, el estilo extravagante del presidente ha elevado el listón de lo que puede llegar a ser considerado un momento histórico.

La intimidación fallida de Al Gore contra Bush

En el debate de 2000, George W. Bush respondía a la pregunta del moderador sobre lo que le diferenciaba de su rival. “Bueno, la diferencia aquí es que yo puedo conseguir las cosas. Que puedo conseguir algo positivo para la gente. Esa es la cuestión en está campaña”. Entonces Al Gore se levanta de su silla, se acerca a pocos centímetros del republicano y se queda mirándole fijamente. Bush para su discurso durante un segundo, le devuelve la mirada, asiente y continúa mientras desata la risa del público.

Si su mujer fuese violada y asesinada, ¿apoyaría la pena de muerte?

En 1988 el demócrata Michael Dukakis se enfrentaba en el segundo debate presidencial a George H.W. Bush. La noche acababa de empezar. Primera pregunta del periodista de la CNN Bernard Shaw: “Gobernador, si Kitty Dukakis [esposa del candidato] fuese violada y asesinada ¿apoyaría la pena de muerte irrevocable para el asesino?”. Respuesta, sin dudarlo un momento: “No, Bernard. Creo que sabes que me he opuesto a la pena de muerte toda mi vida. No veo ninguna prueba de que sirva de disuasión y creo que hay formas mejores y más efectivas para luchar contra el crimen violento”.

No hacía falta más debate. Dukakis había perdido. Había respondido, pero no había hecho ninguna referencia sentimental a la pregunta trampa del periodista. Bush no deaprovechó la oportunidad: “Mucho de esta campaña es una cuestión de valores. Creo que hay algunos crímenes que son atroces, brutales e indignantes. Para esos crímenes brutales sí que creo en la pena de muerte”.

“Eso ha sido totalmente innecesario, senador”

Ese mismo año, el debate entre vicepresidentes también dejó un gran momento. Dan Quayle, candidato a la vicepresidencia de George H.W. Bush, trazó una desafortunada comparación de sí mismo con John F. Kennedy. “Tengo tanta experiencia en el Congreso como Jack Kennedy cuando se presentó a la presidencia”, dijo Quayle. Su rival, Lloyd Benson, candidato de Dukakis, levantaba las cejas. “Senador, yo serví con Jack Kennedy, conocía a Jack Kennedy, Jack Kennedy era amigo mío. Senador, usted no es Jack Kennedy”. Las cuatro frases demoledoras provocaron los aplausos del público mientras Quayle miraba perdido al vacío. “Eso ha sido totalmente innecesario, senador”, contestó muy serio el futuro vicepresidente. “Usted es el que ha hecho la comparación, Senador”.

Los sudores de Nixon

No es el mejor zasca ni la anécdota más graciosa, pero quizá sí es la más recordada. Año 1960, primer debate presidencial de la historia de EEUU: Richard Nixon contra John F. Kennedy. Más de 66 millones de personas conectadas en un país que por entonces tenía solo 180,7 millones. Lo más recordado de aquella noche es el traje gris de Nixon que le hacía casi desaparecer con el fondo del mismo color –mientras Kennedy resaltaba en la imagen con su atuendo oscuro– y los sudores en el rostro que le daban un toque brillante. Existe polémica sobre quién ganó aquel debate, pero Kennedy, que se haría con la presidencia, se llevó el apartado de presentación y quedó retratado como un futuro buen líder.

“Educación, comercio y... vamos a ver... Ups... No puedo decir la tercera”

Los debates en las primarias entre candidatos del mismo partido también dejan grandes momentos. En 2012, el republicano Rick Perry hizo el ridículo cuando presumía, como buen conservador estadounidense, de que iba a eliminar tres agencias del Gobierno. El problema es que se olvidó de la tercera. “Te diré algo, son tres agencias del Gobierno las que desaparecerán cuando llegue a la presidencia: comercio, educación y.... ¿Cuál es la tercera? eh..”. “¿La EPA [Agencia de Protección Ambiental]”, bromea alguien. “Eso, la EPA”, contesta en broma un Perry que no sabe por donde salir. “¿En serio?”, pregunta uno de los periodistas. “No señor, hablamos de agencias del Gobierno que... Pero hay que reformar la EPA”, dice Perry. “¿Pero no puede mencionar la tercera?”, insiste el periodista. “Educación, comercio y...vamos a ver.... No puedo decir la tercera, lo siento. Ups”.

“La URSS no domina Europa del Este”

En el primer debate entre el presidente Gerald Ford y Jimmy Carter en 1976 será recordado por un problema técnico de sonido que paralizó el debate durante 26 minutos. Los dos candidatos se quedaron allí, de pie tras sus respectivos atriles y en antena hasta que se solucionó el problema. Una situación algo incómoda.

En el segundo debate, una intervención de Ford destaca sobre todas las demás. “No hay dominación soviética de Europa del Este y nunca la habrá bajo una Administración Ford”, afirmó el presidente desafiando la verdad conocida. “¿Le he entendido que ha dicho que los rusos no están utilizando Europa del Este como su esfera de influencia y ocupando la mayoría de los países ahí?”, contestó atónito el periodista. Era plena Guerra Fría y la revista Time tituló: 'The blooper heard round the globe' [la metedura de pata escuchada en todo el mundo].

Trump, la guerra de Irak y su actitud hacia las mujeres

El presidente ya lleva unos cuantos debates y también ha dejado grandes momentos. En el debate de las primarias republicanas la periodista Megyn Kelly preguntaba: “Ha llamado a las mujeres cerdas gordas, perras, guarras y animales asquerosos”. “Solo a Rosie O'Donnell”, respondió Trump en referencia a la presentadora de televisión. “Para que conste, fue mucho más allá de Rosie O'Donnell”, aclaró Kelly. “Creo que el gran problema que tiene este país es ser políticamente correcto [...] Lo que digo es lo que digo y si no te gusta, Megyn, lo siento. He sido muy amable contigo aunque probablemente podría no serlo viendo como me has tratado a mí”.

Posteriormente, en el debate presidencial contra Hillary Clinton también se enfrentó con el moderador cuando este dijo “usted había apoyado la guerra de Irak antes de la invasión”. Trump le interrumpió elevando el tono y separando bien las palabras: “Yo no apoyé la guerra de Irak. Eso es un sinsentido de los grandes medios de comunicación que soltó ella [Hillary Clinton]. Francamente, creo que el mejor miembro de su equipo son los grandes medios de comunicación”. El moderador continúa: “Mi pregunta es: si usted apoyó...”. Trump, enfadado, vuelve a interrumpir: “¿Le gustaría escuchar? Espere un minuto. Yo estaba en contra de la guerra, para que lo publique”. El moderador insiste: “Lo publicado muestra lo contrario”. “Lo publicado muestra que tengo razón”, concluye Trump. Lo cierto es que el ahora presidente no siempre se mostró contrario a la invasión.

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