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Justin Trudeau: primer ministro de Canadá y heredero de Obama en el liderazgo liberal

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en el Despacho Oval

The Guardian

Suzanne Goldenberg (Washington) —

Ojalá la batalla por la Casa Blanca fuera tan agradable, soleada, optimista, flagrantemente inclusiva y abierta como el traspaso simbólico del puesto de líder liberal del mundo angloparlante que tuvo lugar el pasado jueves entre Barack Obama y Justin Trudeau.

Obama, canoso y acercándose al final de su mandato. Trudeau, en los primeros meses del suyo. Los dos líderes afirmaron que, cuando se trata de lo que denominan las “grandes ideas” del cambio climático y la inclusión económica, ambos comparten una visión global común. Con la misma importancia, pareció que Obama ha encontrado un sucesor para defender esas causas liberales en Norteamérica y en el escenario global una vez que él deje su cargo, un Robin para su Batman.

“Desde mi perspectiva, ¿qué puede no gustar?”, planteó Obama en una rueda de prensa conjunta en la Casa Blanca. Recordó que Trudeau –al igual que Obama siete años antes– llegó al poder con un mensaje de esperanza y cambio. Ambos llegaron al poder como líderes jóvenes, atractivos y carismáticos, cuyas habilidades políticas fueron subestimadas por el establishment porque no tenían a sus espaldas una carrera política convencional.

Canadá y Estados Unidos reivindican desde hace tiempo una relación especial, aunque esa cercanía se congeló un poco bajo el mandato del exprimer ministro Stephen Harper. Pero con Obama y Trudeau alzándose en sus pódiums gemelos bajo un sol radiante, parecía que el presidente de EEUU había encontrado a alguien que continuaría su defensa sobre el cambio climático y otras causas que han dado vida a sus últimos meses en la Casa Blanca.

Según dijo Obama, tener a Trudeau a su lado podría ayudar a unir a los países en torno al acuerdo sobre el cambio climático que se alcanzó en París. “En los grandes asuntos que nos acechan en el horizonte es vital que trabajemos juntos, porque, cuanto más alineados estemos, más podremos influir en la agenda internacional”, manifestó el presidente estadounidense. “El cambio climático es un buen ejemplo”.

Obama sugirió que esa visión compartida se aplica a las políticas de inclusión económica y diversidad, y que el estadounidense o canadiense de a pie necesita tener garantizada una prosperidad futura. “Si ven sociedades en las que a muy pocos les va cada vez mejor y la clase media y la gente trabajadora se queda cada vez más atrás, eso desestabiliza la economía”, afirmó Obama. “También empieza a desestabilizar nuestra política y nuestras democracias”.

El presidente de EEUU no hizo ninguna referencia explícita a la decisión de Trudeau de dar personalmente la bienvenida a los refugiados sirios en el aeropuerto de Toronto el pasado diciembre, pero instó a los estadounidenses a no parapetarse tras fronteras cerradas. “El mundo es grande y vamos a ayudar a darle forma”, proclamó.

Trudeau, aprendiz de Obama

El primer ministro canadiense se mostró de acuerdo. Dijo que, cuando se trata de “los grandes asuntos”, de los desafíos globales como el cambio climático, los dos líderes están firmes en el mismo lado. “El presidente y yo estamos de acuerdo en muchas cosas, incluidas algunas de gran importancia, como la dirección hacia la que queremos que avancen nuestros países para garantizar un futuro limpio y próspero”, afirmó Trudeau.

Las ocasiones como esta –la primera visita de Estado de un líder canadiense a Washington en casi 20 años– buscan un aire de grandiosidad por la importancia de los asuntos que se debaten y por la cercanía entre las posturas de los dos líderes. La visita, sin embargo, no dio esperanzas de resolución en temas comerciales prosaicos como el de la madera blanda.

Sí que pareció afianzarse la relación de tutorización que dio la impresión de desarrollarse entre ambos en su primera reunión el pasado noviembre. Obama se ha mostrado estudiadamente neutral en la disputa presidencial de Estados Unidos, pero en cuanto a la agenda global, pareció haber estado cerca de designar a un sucesor, o al menos así es como lo describió Trudeau.

“He aprendido mucho del presidente Obama. Es alguien con profundidad de pensamiento. Alguien con un gran corazón pero también con un gran cerebro”, dijo el canadiense en la rueda de prensa. “Para mí, poder contar con un amigo que ha pasado por muchas de las cosas a las que yo estoy a punto de enfrentarme en el ámbito político y en el internacional es muy reconfortante”, prosiguió. “Es siempre estupendo tener a personas en las que puedes confiar, con las que puedes contar personalmente”.

Obama, por su parte, parecía disfrutar de su nuevo papel. Dijo en broma que había aconsejado a Trudeau que se tiñera el pelo antes de que se le volviera demasiado gris. Luego, tras reprender a los periodistas por relegarlo a un papel de viejo hombre de Estado antes de que haya terminado su tiempo en la Casa Blanca, acompañó al líder canadiense fuera del escenario dándole una palmada de protección en la espalda.

Traducido por: Jaime Sevilla

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