Los dos Estados, de solución ideal a opción inviable
El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, ha fijado los parámetros para una posible solución al conflicto palestino-israelí en el último lanzamiento de los dados de la administración Obama. Su discurso se centró en la “solución de dos Estados”.
¿Cuál es la idea principal?
Durante décadas, la solución de los dos Estados ha sido mantenida por la comunidad internacional como el único acuerdo realista para acabar con el conflicto. Su base es la división en dos Estados, Israel y Palestina, viviendo pacíficamente uno al lado del otro en la tierra comprendida entre la ribera occidental del río Jordán y el Mar Mediterráneo. Este territorio quedaría dividido en líneas generales por la “Línea Verde” anterior al armisticio de 1967, con probablemente alguna modificación. Jerusalén, que ambas partes quieren como su capital, sería una ciudad compartida.
¿Cuáles son los obstáculos?
Las negociaciones pasadas no han logrado progresar hacia esta solución y actualmente no hay nuevas conversaciones a la vista. Las principales barreras son las fronteras, la cuestión de Jerusalén, los refugiados, la insistencia de Israel en ser reconocido como un “Estado judío” y la división geográfica y política de los palestinos entre Cisjordania y Gaza.
Los palestinos exigen que las fronteras de su nuevo Estado sigan la Línea Verde, lo que les entrega el 22% de su territorio histórico. Pero Israel, que ha construido centenares de asentamientos en el lado palestino de la Línea Verde durante los últimos 50 años, insiste en que la mayoría de estos territorios se deberían convertir en parte del Estado de Israel. Esto requeriría una nueva frontera que implicaría, según los críticos, la anexión de importantes zonas de Cisjordania. Los cambios acordados en las futuras fronteras podrían de algún modo aliviar las diferencias, pero las negociaciones se han estancado en este asunto fundamental.
Jerusalén es otro obstáculo. Israel ha afirmado que no puede llegar a ningún acuerdo si la ciudad es compartida o dividida entre las dos partes en conflicto. Por su parte, los palestinos afirman que no cederán en su reivindicación y acceso a sus lugares sagrados, los cuales están todos en Jerusalén Este, del lado palestino de la Línea Verde.
Por otro lado, los palestinos han insistido desde hace tiempo en que los refugiados de la guerra de 1948 y sus descendientes tienen que tener el derecho a volver a sus antiguos hogares, aunque muchos diplomáticos creen que sellarían la disputa con un “derecho de regreso” simbólico. Israel rechaza cualquier movimiento de este tipo.
Israel insiste en que los palestinos deben reconocer a Israel como un “Estado judío”. Los palestinos aseguran que esto negaría la existencia de uno de cada cinco ciudadanos israelíes, que son de origen palestino.
Por último, cualquier posible acuerdo se complica por la brecha política entre Fatah y Hamás, las dos principales facciones palestinas, y por la división geográfica entre Cisjordania y Gaza.
¿Sigue siendo posible?
Durante años, diplomáticos internacionales, ciudadanos palestinos y algunos israelíes han estado advirtiendo de que el tiempo se agota mientras la continua expansión de los asentamientos israelíes se traga territorio que se convertiría en parte del Estado palestino. Muchos palestinos y algunos israelíes dicen ahora que ya se ha sobrepasado el límite y que la solución de dos Estados es imposible; en privado, muchos diplomáticos están de acuerdo con esta afirmación.
La extrema derecha israelí ha presionado por la anexión de Cisjordania, que implicaría forzar a su población palestina a vivir permanentemente bajo una administración militar o a desplazarse a los países árabes vecinos.
Muchos palestinos y algunos israelíes defienden ahora una “solución de un Estado”, trasladando el foco a una campaña de derechos civiles para los ciudadanos palestinos, que pronto se convertirían en una mayoría en un Estado binacional. Esto sería el fin efectivo de la patria judía y, por tanto, es inaceptable para la inmensa mayoría de los judíos y de muchas otras personas.
¿Cuál es la visión de Trump?
Durante su campaña electoral, Donald Trump prometió trasladar la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén, un movimiento potencialmente explosivo que evidenciaría que Estados Unidos considera la ciudad como la capital israelí. El presidente electo también ha sugerido que el conflicto palestino-israelí no será una prioridad para su administración.
Trump ha nombrado como embajador estadounidense para Israel a David Friedman, un ferviente opositor de la solución de dos Estados y gran defensor de la expansión de los asentamientos y de la indivisibilidad de Jerusalén, “eterna capital” de Israel.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti