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La UE deja a los refugiados afganos en manos de Irán y Pakistán a cambio de ayudas

Un 'marine' de EEUU distribuye agua a los evacuados en el aeropuerto de Kabul.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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“Queremos mantener los flujos migratorios bajo control y las fronteras de la UE, protegidas”. La frase es del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la ha pronunciado tras la reunión del G7 de este martes. ¿Y qué consecuencias tiene eso? “Trabajaremos con los países de la región, especialmente Irán, Pakistán y los de Asia central, para abordar las diferentes necesidades. Se necesitará protección internacional para las personas perseguidas y vulnerables. Y los Estados miembros de la UE contribuirán a este esfuerzo internacional”.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha insistido: “Nuestro principal esfuerzo debe ser asegurar que los desplazados internos afganos reciban ayuda o que la comunidad internacional contribuya a su apoyo en los países vecinos. Por tanto, el apoyo a la región es de suma importancia y seguiremos, por supuesto, trabajando con los países de la región”.

En la memoria de los 27 permanece la crisis de 2015, en la que la Comisión Europea intentó que más de 130.000 refugiados fueran distribuidos entre los países de la UE, pero no fue así por la negativa de Hungría, Polonia y República Checa, que se vio reforzada tras la llegada al Gobierno italiano de Matteo Salvini, líder de la Lega, en junio de 2018.

Fuentes comunitarias afirman que “no es que no se quiera acoger refugiados”, sino que “en estos momentos lo urgente es ayudar a los países vecinos, lo que también sirve para que los refugiados no estén lejos de sus familiares y lugares de origen”. Las fuentes también insisten en que “nadie supo prever hace tres semanas lo que iba a pasar tres semanas después, por lo que en estos momentos es arriesgado aventurar qué va a pasar en el futuro. Es todo muy prematuro y complejo. Hay que ir viendo la evolución de los acontecimientos”.

Sin pacto migratorio

La crisis de 2015 partió la UE hasta el punto de que no se alcanzó un pacto migratorio global por el rechazo al sistema de cuotas obligatorias propuesto por Bruselas para aliviar la presión de los países de entrada, como Italia y Grecia. La Justicia europea condenó a Budapest, Praga y Varsovia, pero en el fondo ganaron el debate político, pues la UE ha terminado enterrando el mecanismo de cuotas en su nueva propuesta de pacto migratorio. Al tiempo, cerró un acuerdo con Turquía para externalizar el control de fronteras a cambio de 6.000 millones iniciando un sistema que está a punto de reproducirse con otros países. En este caso, en Irán y Pakistán. O, indirectamente, en Afganistán con los propios talibanes, a los que se pide que garanticen la salida de afganos a través de terceros países si quieren seguir recibiendo ayuda humanitaria.

“El reasentamiento es voluntario, sin ninguna duda”, ha dicho la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, este martes, descartando la posibilidad de un plan europeo para los refugiados y, por supuesto, nada que tenga que ver con cuotas de acogida en la UE. “El High Level Resettlement Forum [que reúne a la UE, EEUU, Canadá y ACNUR] tiene experiencia en abordar estos temas, y es importante tener un enfoque coordinado. Y creo que este foro internacional es la respuesta adecuada a una crisis de dimensión internacional. Afganistán no es un asunto de la UE, sino de la comunidad internacional”.

El propio Janesz Jansa, primer ministro conservador esloveno, presidente de turno de la UE y admirador de Donald Trump, ya ha mostrado su rechazo a acoger refugiados afganos: “La UE no abrirá ningún corredor migratorio europeo para Afganistán. No permitiremos que se repita el error estratégico de 2015. Tenemos que ayudar solo a las personas que nos ayudaron durante la operación de la OTAN y a los países que custodian la frontera exterior de la UE para protegerla por completo”.

Un discurso compartido por el canciller austríaco, Sebastian Kurz, quien comanda un gobierno de coalición entre populares y verdes: “Austria ha hecho mucho al acoger a 44.000 afganos. Tenemos una de las comunidades afganas per cápita más grandes del mundo, después de Irán, Pakistán y Suecia. Todavía hay grandes problemas con la integración y, por tanto, estamos en contra de una cuota adicional”.

“El reasentamiento es voluntario”, ha insistido Von der Leyen sobre la acogida de refugiados: “De hecho, la propia Comisión Europea no puede reasentar, porque no es territorio comunitario. Hacen falta, por ejemplo, visados humanitarios, que dan los Estados miembros, por supuesto, y están en este momento debatiendo sobre los que han sido evacuados, con visados humanitarios, y que, efectivamente, tratan ahora de encontrar un destino final”.

Así, Von der Leyen despeja el asunto en dos sentidos: hacia arriba, en el ámbito mundial, y en horizontal, en el plano de cada Estado miembro, y avanza que la de los refugiados será una cuestión que se abordará en los próximos días por los ministros de Interior y Migraciones. Además de insistir en la defensa de su propuesta de pacto migratorio, que incluye el “patrocinio de devoluciones” por parte de quienes se niegan a las acogidas y que cuenta con el rechazo de todos los países del sur por la falta de “solidaridad”.

En este contexto, Von der Leyen anunció este martes un “aumento en el apoyo humanitario para los afganos de 50 millones de euros a más de 200 millones”. Esta ayuda humanitaria se suma a las contribuciones de los Estados miembros de la UE.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha insistido: “Todo esto tiene una dimensión europea e internacional. Por eso, estamos trabajando junto con nuestros socios en la Unión Europea, pero la comunidad internacional tiene sus responsabilidades, como se acaba de abordar en la reunión del G7”.

Pero la comunidad internacional, al menos el G7 como institución, de momento no ha dado un paso adelante en lo que tiene que ver con la acogida de refugiados. En la declaración aprobada este martes, se afirma: “Pedimos el cumplimiento de los derechos humanos, incluidos los derechos de las mujeres, las niñas y los grupos minoritarios, y que el derecho internacional humanitario se respete en todas las circunstancias. Cooperaremos juntos y con los países vecinos y otros países de la región en el apoyo a los refugiados afganos y las comunidades de acogida [Irán, Pakistán, entre otros] como parte de una respuesta regional coordinada a largo plazo”.

Reino Unido, Canadá y EEUU

No obstante, Reino Unido anunció la semana pasada un “nuevo plan de reasentamiento a medida, destinado a reubicar hasta 20.000 afganos vulnerables”. Y la Casa Blanca ha anunciado este martes que “desde el 14 de agosto, Estados Unidos ha evacuado y facilitado la evacuación de aproximadamente 58.700 personas”, y que “desde finales de julio” ha “reubicado a aproximadamente 63.900 personas”.

“Acojo con satisfacción que durante el G7, Canadá y Reino Unido han anunciado cifras significativas para el reasentamiento de refugiados: 21.000 y 20.000 respectivamente”, ha dicho Von der Leyen sobre países que no son de la UE algo que, de momento, no puede decir de países de la UE, salvo de España, que ha recibido a más de cuatro centenares de evacuados, antiguos colaboradores de las instituciones europeas en Afganistán: “También Estados Unidos anunció su compromiso de reasentamientos. Es importante que este tema se trate a escala mundial para coordinar esfuerzos”.

Según ha publicado Amnistía Internacional antes de la crisis afgana actual, casi 10.000 afganos corrían peligro de muerte y tortura tras su devolución por gobiernos europeos, porque muchos afganos en busca de asilo y refugio eran devueltos por los países de la UE.

La Comisión Europea firmó en abril un acuerdo migratorio con Afganistán para la devolución de migrantes afganos que se encuentren de forma irregular en la UE. “Esta declaración conjunta ayudará a abordar la migración irregular y promocionar esfuerzos conjuntos en la lucha contra las mafias y el tráfico de personas y facilitar la reintegración sostenible de personas que vuelvan a Afganistán, centrándose en sus necesidades personales y las de las comunidades de acogida”, apuntaba un comunicado de la Comisión Europea.

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