Vecinos de Kiev y Leópolis, entre el shock y la huida por la invasión rusa: “Esto es inexplicable”
A Igor Likhvanchuk le despertó de madrugada el estruendo de dos explosiones cerca de Kiev. “Nos pusimos en pie y empezamos a prepararnos”, cuenta horas después, mientras se refugia en un andén del suburbano de la ciudad, junto a su mujer, dos amigos y dos perros. “No sabíamos qué hacer y bajamos al metro para resguardarnos de una posible segunda ola de proyectiles”.
A su alrededor, observaba inquietud, tensión, pero aún no percibía desesperación. “La gente entra y sale. No es la vida normal de los ucranianos, pero no es la vida en pánico”, decía Likhvanchuk, filólogo hispánico, cuando aún empezaba a digerir la situación de su país, tras la ofensiva lanzada por Rusia en la madrugada de este jueves. Reconoce haber necesitado tomar un par de tranquilizantes para mantener la calma. “Han pasado muchas cosas esta mañana y ahora vamos entendiendo… ”.
Paralizados durante unas horas en el metro de Kiev, Likhvanchuk y sus amigos buscaban un plan, que aún no habían llegado a materializar. “El problema es que mis familiares están lejos y no podemos llegar a ellos”. Su suegra está a 150 kilómetros de Kiev. Su padre, de 70 años, vive en Kovel, una ciudad situada entre las fronteras de Polonia y Bielorrusia, a 50 kilómetros de distancia de cada una de ellas. “Yo no puedo ir allí, no puedo salir de aquí”, dice, con cierta impotencia, como si necesitara justificarse.
Gabriela Sánchez ha recopilado los testimonios de tres ciudadanos ucranianos y un español.