Comienzan a tapiar el antiguo edificio de Extrapiel
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Cuando llegamos, la policía se va en el coche patrulla. Los agentes nos dicen que ya han comenzado a tapiar el antiguo edificio de Extrapiel y que sólo queda una chica dentro. El estado del edificio es deplorable. Vemos botellas de litronas en los alféizar, ventanas tapiadas con agujeros, trozos de techo que se caen a cachos... Una auténtica ruina insalubre.
Los albañiles hacen su trabajo. Están poniendo ladrillos y han comenzado por la parte de atrás del edificio. Después de haber visto 'REC', nos armamos de valor para entrar por delante, ahí se supone que está la chica que falta por salir. El panorama no puede ser más impresionante. Jeringuillas, pipas de crack, cristales, basura, ropa, compresas, ruedas de carrito de niño rotas y una bicicleta nueva apoyada en la pared sin candado.
“Pero deja mi bici, muchacho”, le increpa al fotógrafo una chica desde una ventana. “Sólo iba a hacer una fotillo, pero bueno”, le contesta. Le pregunto si quiere hablar a la cámara y me dice que no. De todas formas, le pregunto cuánto tiempo lleva viviendo ahí y me dice que tres meses porque se ha ido de casa de su madre, que vive en Yagüe. Afirma que cuando los echen, se irán al albergue.
“La policía dice que sólo quedas tú y que te van a desalojar para tapiar el edificio”, le informo. “Eso dicen”, asegura ella. También les trasladamos la que nos había dicho la policía, que iban a tapiar el edificio, que ya habían empezado por atrás y que sólo había una chica. “Pero todavía hay gente durmiendo en la parte de atrás, marroquíes”, asevera.
Le acompaña en la la ventana un hombre, que saca una jaula con un pajarillo amarillo que parece un canario, pero no sabemos si está vivo. Lo que está claro es que no se le oye cantar. De hecho hay un silencio sepulcral, sólo comparable al que se respira en el cementerio. En este lugar no parece haber tampoco un atisbo de vida.
Por una ventana se ve un gato, que al vernos pone en guardia sus orejas. Por otra, revolotean las abejas y la chica nos advierte de que hay un enjambre y nos recomienda que tengamos cuidado. La verdad es que no sabemos qué es más peligroso, las picaduras de abejas o respirar ese aire y pisar ese suelo lleno de jeringuillas y cristales rotos.
Sale del edificio otro hombre con muletas y la chica le aconseja que coja sus cosas porque van a cerrar y le pide que despierte a los demás y se lo diga. Resignado vuelve a entrar en el edificio a recoger las cosas y nosotros nos vamos. Durante el día tapiarán todo el edificio pero probablemente, tal y como nos explica la policía, volverán a entrar por la noche.
VECINOS
El gerente de Bodegas Franco Españolas, Martín de Andrés, ubicadas al lado del local de Extrapiel, calcula que viven no más de 15 personas y asegura que su empresa no tiene nada que ver con el desalojo de los 'okupas'.
“No hemos interpuesto ninguna denuncia ante la policía, tan solo mantuvimos un encuentro con responsables municipales en el que les trasladamos nuestra preocupación sobre la gente que vivía en la nave”. De Andrés afirma que “de ocupas no tenían nada, era más bien otro tipo de gente que se dedicaba a otro tipo de cosas”.
De hecho, el gerente de las bodegas indica que hace un par de días, a una mujer le robaron el bolso y
el ladrón se refugió en el local, también recuerda que en verano tiraron a una persona por la ventana y que últimamente se estaban viendo coches raros. “Es una cuestión de seguridad, cada vez había más gente allí metida, y qué tipo de gente...”
Bodegas Franco Españolas está construyendo un museo en sus instalaciones y preguntado De Andrés sobre si la gente que habitaba este local podría perjudicar la imagen de esta nueva instalación, la respuesta del gerente es contudente: “No tiene nada que ver una cosa con la otra. De hecho, el museo está casi terminado y se ubica en la parte delantera de la fachada de las Bodegas, no al lado del local”.
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