La vuelta a la guardería en Madrid: grupos burbuja de cinco niños y un aviso de que la “seguridad total” no es posible
Las guarderías del Ayuntamiento de Madrid se preparan para reabrir el 1 de julio. Mientras la Comunidad define el regreso al colegio en septiembre entre quejas ante las órdenes marcadas por el Ministerio porque, dicen, no hay espacio para que los niños estén separados un metro y medio, el protocolo redactado por el Consistorio, al que ha tenido acceso eldiario.es, es un ensayo estival –está pensado para el mes de julio– de lo que está por venir en las escuelas de los más pequeños: grupos burbuja de cinco niños como máximo, tomas diarias de temperaturas y un aviso a las familias de que la “seguridad total” no es posible “por las características de la etapa educativa”.
Este plan está restringido solo a las familias que acrediten que no pueden cuidar de sus hijos en casa, ya sea porque tienen que acudir físicamente al trabajo o por “situaciones de vulnerabilidad” que valorará el área de Familias, Igualdad y Bienestar Social, según el documento. Fuentes municipales no aportan aún datos de qué previsión de asistencia tienen aunque la semana pasada las familias tuvieron que avisar por anticipado de si acudirían o no.
Las educadoras de otras comunidades que también han abierto sus escuelas infantiles, como Catalunya y Baleares, se han quejado estas semanas de que se utilicen los centros solo por el carácter conciliador. En Madrid, la situación es todavía un poco más polémica porque el Gobierno regional y también el municipal cortó la financiación de estas escuelas –si estaban gestionadas por empresas, la mayoría– con el argumento de que no podían teletrabajar. “No somos limpiamos mocos”, se quejaban. Ahora, son las primeras exigidas para volver a la actividad.
En la red municipal de Madrid, los progenitores deben firmar un papel de “compromiso” en el que asumen que la escuela infantil queda libre de responsabilidad si se producen contagios en el contexto del centro educativo. El documento también es un contrato que les obliga a cumplir con las medidas de seguridad para no poner en riesgo a los demás: tomar la temperatura al niño antes de salir de casa todos los días, evitar que lleven juguetes de casa (si es imprescindible, desinfectarlos) y ser puntual a la hora de entrada y salida, que debe ser acordada previamente con las educadoras para no generar aglomeraciones. Se recomienda evitar, en la medida de lo posible, que los menores se queden a la comida y a la siesta.
La mayor parte del tiempo en el exterior
Las educadoras de guarderías llevan semanas inquietas por las dificultades que entraña la vuelta al cole para niños tan pequeños. Dicen que es imposible atenderlos sin tocarlos y se quejan de que los protocolos aprobados hasta ahora por la Comunidad de Madrid no prestan atención a estas particularidades. Otros municipios se preparan también para abrir sin tener todavía instrucciones del Gobierno regional, atendiendo a sus propios protocolos.
Las ratios máximas fijadas son de cuatro niños de 0 a 1 años; y de cinco en las clases de 1-2 y de 2-3. Si no hay aulas disponibles para hacer estos desdobles, que suponen menos de un 50% del volumen habitual se podrán dividir las clases con la premisa de que los menores no se crucen ni hagan actividades en común. Los pasillos se consideran zonas “sucias”. La idea es que, para evitar contagios, los niños permanezcan “el mayor tiempo posible” en espacios exteriores, aunque sin coincidir con otros grupos burbuja o “unidades de vida”, como los llama el protocolo municipal.
La nueva normalidad, además, cambia de manera radical la filosofía de la mayoría de las escuelas de permitir el paso a las aulas de los adultos para dejar a los niños. Solo podrá hacerse si el bebé manifiesta muchas dificultades para quedarse en la clase y de manera excepcional. Tampoco se puede entrar al centro con carrito y los progenitores tendrán que cambiar los zapatos a los niños antes de acceder al aula. En cuanto a las medidas de seguridad de las educadoras, están obligadas a llevar mascarilla durante toda la jornada y se valorará el uso de medidas adicionales como gafas de protección.
Esta decisión obliga al Consistorio también a volver a firmar los contratos que suspendió durante la pandemia. Las escuelas infantiles fueron las primeras en caer de la estructura. Muchas hicieron Expedientes de Regulación de Empleo y las maestras fueron temporalmente al paro. El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, aseguró que se tomarían medidas para mantener todos los contratos, y que las educadoras pudieran continuar su labor educativa online, pero en la práctica no fue así. Las concejalías actuaron de manera errática y desigual. Y a final uno de cada cinco centros sufrió suspensiones de contrato mientras el resto teletrabajaba.
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