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The Beer Experience: una cata de altura con la familia de cervezas Heineken

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Somos Malasaña

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Nos hemos dado cuenta de que la cerveza es el nuevo gin tonic. Llevábamos años bebiéndola, pero ahora estamos empezando a saber el porqué de muchos de sus matices y a descubrir nuevos sabores poco habituales por estos lares. A este cambio de percepción están ayudando iniciativas como The Beer Experience, un recorrido por los tipos de cerveza más significativos organizado por el grupo Heineken, que nos permitió conocer -y que podrás averiguar tú también, lee al final- algunos aspectos curiosos de las marcas Affligem, Paulaner, Guinnes y la propia Heineken.

El evento lo acogía el club Argo, un edificio imponente de varias alturas ubicado en el 7 de la plaza de Santa Ana. En su primera planta, la experta catadora británica Melissa Cole nos recibía con un relato de las diferentes fases de elaboración de la cerveza, desde la época del paleolítico superior (hace 10.000 años), cuando se elaboraron las primeras bebidas fermentadas a base de cereales, hasta la actualidad. Del recorrido histórico y práctico nos quedamos con varios detalles: uno, el de que los principios de la fermentación y la acción de la levadura eran desconocidos en sus inicios, por lo que se atribuía a la magia la consecución final de la cerveza. Tanta influencia ha tenido este hecho que una de las puntas de la estrella roja de Heineken hace referencia a ella. Las otras representan los cuatro elementos naturales con los que se elabora esta bebida: agua, tierra, viento y fuego.

El otro detalle que nos sorprendió fue el de que la principal diferencia entre las cervezas tipo lager (las rubias más habituales como Heineken) y las tipo ale (más consistentes) es la voracidad de la levadura en la fase de fermentación en la que se come el azúcar y aparece el alcohol. Los primeros tipos de cerveza cuentan con una cepa de levadura realmente hambrienta, creada originalmente por Louis Pasteur, que deja el líquido final mucho más ligero que las de tipo ale (del estilo de Affligem, por ejemplo) y con menor carga nutrivita para el que lo consume.

Catando y comiendo

Pasada la explicación teórica, subimos una planta para disfrutar de la cata en cuestión, en un majestuoso salón donde nos esperaban las cuatro protagonistas de la tarde. La primera cata, la de archiconocida Heineken, nos supo diferente, tal vez por el ambiente, por mirarla con ojos nuevos o por los chips de verduras con la que la acompañamos. Gracias a nuestra Beer Coach, que nos recomendó servirla entre 0ºC y 3ºC, descubrimos para qué sirven los relieves de los vasos de esa marca (es la inclinación que debe tener el recipiente al tirar la cerveza) y que unos pequeños puntitos en su fondo permiten ir sacando el carbónico de la bebida, con esas burbujas tan características de una cerveza lager tipo pilsen.

Sobre la mesa de al lado descansaba una de mis preferidas, la Paulaner, cerveza alemana de trigo, de fermentación alta y sin filtrar. Una recia botella de medio litro que se sirve en vaso alto, que se completa agitando en el envase la parte final del contenido y así sacar la característica corona de espuma que adorna un buen servicio de esta bebida y le aporta gran valor nutritivo. La probamos, cómo no, acompañada de salchicha, en forma de tartaleta, que permitía apreciar más su agradable sabor amargo. Como curiosidad, nos contaron que los monjes de Munich que elaboraban su receta originalmente la tomaban durante la Cuaresma como sustituta del alimento.

Pero la estrella de la cata, para nuestro gusto, era la cerveza de abadía Affligem, que se encontraba enfrente y que pudimos catar en su versión blonde (tiene dos más, la double que probaríamos luego y la triple) de una curiosa manera: el barman -o barwoman, deberíamos decir en este caso- servía primero en una gran copa el 90% de la botella y el resto lo echaba en un recipiente de menor tamaño. El resultado era, por un lado, el cuerpo de la Affligem y, en la otra, el alma, más turbia y con mayor presencia de levadura. Al probarla descubrimos su gran sabor, fruto de una receta que se empezó a elaborar en el 1074 siguiendo la Formula Antiqua Renovata. El acompañamiento con un vasito de foie le vino perfecto.

La cata finalizaba con otra clásica en el mundo de la cebada fermentada, la irlandesa Guinness, cerveza negra por excelencia que nació de forma accidental, fruto de un incendio y del posterior aprovechamiento de la cebada quemada. Probamos la Guinness Draught, que se sirve a sí misma, gracias a que incorpora nitrógeno líquido en su proceso de fermentación. Por ello solo hay que echarla en el vaso y esperar a que adquiera su color rubí característico. La cata, agradable, nos hizo oler primero los aromas de café que desprendía el vaso y luego apreciar el regusto a regaliz que deja en el paladar, que acabamos saboreando en la última planta del edificio, en una terraza con magníficas vistas al centro de Madrid.

Pide una cata en tu casa, para ti y tus amigos

Lo mejor de la iniciativa de The Beer Experience es que una cata como la que hemos relatado puede viajar hasta el salón de tu casa. El grupo Heineken está organizando decenas de ellas en los domicilios de aquellos que se lo solicitan a través de la página oficial, www.thebeerexperience.es. Para conseguirla solo tienes que facilitar tus datos y esperar a la llamada de la marca cervecera: si resultas entre los agraciados visitarán tu casa un beer coach y un chef para ofrecerte -a ti y a nueve amigos- una sesión de hora y media con los mejores sabores cerveceros y culinarios. Algunos de los que ya lo han probado han colgado su experiencia en las redes bajo el hastag #TheBeerExperience.

Como resumen de la cata que vivimos, los responsables del evento grabaron este vídeo en el que aparecemos junto a los compañeros del blog de Madrid Premium:

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