La agresividad al volante, clave en los picos de emisiones de NOx
Las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) se cuentan entre los principales enemigos de la calidad del aire en numerosas ciudades del mundo y provocan miles de enfermedades pulmonares y muertes prematuras. Europa ha establecido nuevos procedimientos destinados a reducir el impacto de estas emisiones procedentes de los vehículos de combustión, entre ellos la normativa de ensayos en condiciones reales de conducción, conocidos como RDE (Real Driving Emission tests).
Un equipo español acaba de aportar su colaboración en este campo al estudiar diversas tecnologías de reducción del NOx en modelos diésel sometidos a condiciones de conducción real. Los investigadores del Instituto Universitario de Investigación del Automóvil (INSIA), de la Universidad Politécnica de Madrid, han determinado que las emisiones más altas de óxido nitroso se producen en forma de picos concentrados en un reducido porcentaje del tiempo de conducción. De forma general, el 80% del total de estos gases se expulsa en menos del 20% del tiempo de utilización del coche.
Aunque son muchas las variables involucradas en generar esos picos de emisiones, y difíciles de precisar, el estudio indica que tienen mayor probabilidad de presentarse en ciertas condiciones operativas del motor, como el alto régimen de giro, en circunstancias particulares de circulación del vehículo (mayor pendiente de la vía, carreteras donde se circula a mayor velocidad) y cuando se añade al nocivo cóctel una elevada agresividad del conductor, traducida en aceleraciones bruscas y a menudo injustificadas.
Aplicación de estrategias de 'ecodriving' para la reducción de emisiones
El denominador común a todos estos factores parece ser una fuerte demanda de potencia, bien sea por circunstancias insoslayables, como la necesidad de superar un repecho, bien por capricho del conductor. Como este último es el único aspecto en el que cabe influir, Natalia Fonseca, una de las investigadoras que ha formado parte del equipo de trabajo, insiste en “la aplicación de estrategias de ecodriving para la reducción de emisiones de vehículos en general”. La lucha contra la contaminación es también una cuestión de actitud, “y es innegable la responsabilidad de los conductores” al respecto, concluye Fonseca.
Sobre la dificultad de predecir cuándo van a darse las mayores concentraciones de NOx de un vehículo, el INSIA explica que, a diferencia de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero, que dependen directamente del consumo de combustible -y por lo tanto de la potencia demandada-, aquellas dependen además de factores difíciles de controlar en las condiciones tan cambiantes dentro de la cámara de combustión de un motor y del funcionamiento de los sistemas de reducción de ese gas que se empleen en cada caso.
Los ensayos RDE realizados por el instituto han incluido tres tipos de rutas -urbanas, rurales y por autopista- que discurrieron por Madrid y alrededores y sumaron 765 kilómetros y unas 17 horas de medición y registro instantáneo. Las pruebas se atuvieron a la normativa europea 2017/1151, que establece los criterios que definen una conducción considerada “normal” además de las condiciones ambientales y de carretera reguladas que son exigibles para obtener resultados homologables.
Los vehículos sometidos a prueba fueron tres SUV diésel Euro6b fabricados entre 2016 y 2017 y equipados con diferentes tecnologías para la reducción del NOx. Uno de ellos empleaba un sistema EGR (Exhaust Gas Recirculation), que reintroduce en la cámara de combustión los gases de escape del motor con el fin de reducir la temperatura de la combustión. El segundo montaba una válvula EGR y un dispositivo LNT (Lean-NOx Trap, o trampa de NOx) y el tercero, tanto un sistema EGR como otro SCR (Selective Catalytic Reduction) que usaba para la reacción catalítica la solución de urea conocida comercialmente como AdBlue.
Los hallazgos del INSIA pueden ser útiles en el diseño de políticas de bajas emisiones de óxido nitroso y en la optimización de estrategias de control de este gas contaminante y de efecto invernadero. Paralelamente, sirven para concienciar, como hace la profesora Fonseca, sobre la necesidad de modificar nuestros hábitos de conducción, y no solo encomendarse a los progresos de la tecnología, si queremos a contribuir a mejorar la calidad del aire en las ciudades y a mitigar el calentamiento global.
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