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Prueba del Kia Ceed ‘mild hybrid’: el buen compacto de siempre, pero ‘con etiqueta’

El Kia Ceed se ha consolidado como uno de los modelos compactos más conocidos y fiables.

Pedro Urteaga

La andadura del Kia Ceed, iniciada en 2007, prácticamente coincide con el periodo en que la marca coreana ha conseguido transformar radicalmente su imagen en los mercados europeos hasta erigirse en una de las más reconocidas y apreciadas. En paralelo, y sin generar mucho ruido, el Ceed se ha hecho un hueco entre los modelos compactos más demandados -y fiables, detalle muy importante-, como si de un heraldo de la filosofía de la firma se tratase.

La última de las actualizaciones del vehículo ha incluido, como es cada vez más frecuente, la incorporación de sistemas de hibridación ligera (MHEV) de 48 voltios asociados tanto a motores diésel como de gasolina y que dan acceso al distintivo ambiental Eco de la DGT. Por nuestras manos ha pasado estos días la versión mild hybrid con propulsor de gasolina de 120 caballos y cambio automático de siete velocidades, que en acabado Tech tiene un precio de 27.521 euros.

No hablamos de un coche barato -casi ninguno lo es actualmente-, pero se halla entre los más asequibles de su categoría, de modo que aquí se anota un primer tanto a favor.

Este Ceed MHEV añade a su motor tricilíndrico de gasolina y 998 centímetros cúbicos un pequeño motor eléctrico destinado a generar corriente eléctrica y que trabaja a una tensión nominal de 48 V. El sistema se completa con una batería que se ha emplazado bajo la superficie del maletero, en el lugar en que habitualmente encontramos un doble fondo.

El compartimento de carga cubica unos correctos 357 litros que, en caso de necesidad, se convierten en 1.253 abatiendo los respaldos del asiento trasero. Con este en su posición normal, el vehículo ofrece en su parte posterior espacio suficiente para acomodar a dos -mejor que tres- pasajeros, que no echarán en falta ni más altura ni más hueco para las piernas salvo que sean de una estatura excepcional.

Volviendo al modo de impulsión del Ceed híbrido ligero, el aporte eléctrico permite suplementar el empuje del motor de combustión en determinadas circunstancias y reducir, aunque sea en una proporción poco significativa, el consumo de combustible. No es un secreto para nadie que buena parte del atractivo de una versión como esta estriba sobre todo en la pegatina que lleva aparejada, especialmente para los usuarios que habitan en grandes ciudades.

En cualquier caso, el registro que hemos obtenido durante el recorrido que acostumbramos a realizar para nuestras pruebas es ajustado, de no más de 6,5 litros cada 100 kilómetros conduciendo a un ritmo tranquilo tanto en ciudad como fuera de ella. El dato homologado en ciclo combinado WLTP es 5,6 litros/100 km.

En carretera, la fuerza del motor resulta satisfactoria en condiciones generales, aunque no cabe esperar de 120 CV una respuesta de especial contundencia. De los tres modos de conducción disponibles, el Eco nos parece el menos recomendable, pues debilita en exceso la entrega de potencia, mientras que el normal y el más deportivo proporcionan el empuje que se espera de ellos.

¿Redondo o insulso?

El Kia Ceed es de esos coches que no sobresalen en ningún aspecto pero tampoco presentan flaquezas que desaconsejen su adquisición. Lo que a algunos pueda parecerles un producto insulso otros lo pueden considerar redondo, sobre todo si se tiene en cuenta lo difícil (pero aparentemente sencillo) que es conseguir un equilibrio general como el que muestra el modelo coreano.

Podemos afirmar exactamente lo mismo en lo relativo al tipo de suspensión escogido para el coche, que vendría a situarse en un lugar equidistante entre la comodidad a ultranza de un Citroën C4 y el tarado más firme que encontramos, por ejemplo, en un Ford Focus, del que es normal que derive un tacto de conducción más directo y unas reacciones más precisas.

El Ceed se siente más cómodo en autovía, donde ese compromiso entre confort y eficacia resulta más conveniente, que en carreteras de curvas, en las que la dirección transmite poca información al conductor y el coche en general no exhibe un comportamiento demasiado ágil. Repetimos que lo que para unos puede ser un defecto otros lo encontrarán menos relevante y hasta preferible. 

Complétese el cuadro que ofrece el vehículo coreano con un interior, como hemos visto, amplio para su tamaño -además de práctico- y un equipamiento que cabe calificar de generoso desde el nivel de acabado más básico, y obtendremos como conclusión que se trata de un modelo digno de ser tenido en cuenta para quien necesite un coche, ante todo, equilibrado y que tenga en la discreción una de sus virtudes principales.

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