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Prueba del Citroën C4 155 CV, tal vez la mejor opción de combustión de la gama

Citroën C4.

Pedro Urteaga

Desde hace pocos meses, el Citroën C4 ha visto cómo se completaba su catálogo de motorizaciones térmicas con la incorporación de la que será su opción más potente. Con 155 caballos, se trata de una variante del conocido bloque de gasolina de tres cilindros y 1.200 centímetros cúbicos que entrega 100 y 130 CV en otras configuraciones y que aquí se asocia necesariamente a una transmisión automática de ocho velocidades (EAT8) y al acabado más lujoso de la gama, Shine.

Vaya por delante que estamos seguramente ante la versión de combustión más redonda del C4 y que, sin ánimo de determinar lo que a cada uno le conviene, seguramente merece la pena pagar el sobreprecio que supone respecto a la de 130 CV con el mismo acabado. Son 26.400 euros frente a 25.000, apenas 1.400 euros de diferencia que se compensan con creces en forma de mayor potencia, sí, pero sobre todo de mejor entrega de esa potencia, así como suavidad y hasta ahorro de combustible.

Veamos cómo han trabajado los ingenieros de Citroën para obtener estos logros. Se han centrado ante todo en suprimir aquellos rasgos que suelen afear el funcionamiento de los motores tricilíndricos. Las vibraciones, concretamente, se han neutralizado gracias a un árbol de equilibrado y al dimensionado de la polea del cigüeñal. Además, han aligerado las piezas móviles y reducido los rozamientos al emplear un revestimiento de baja fricción a base de carbono diamantado, más conocido en el ámbito industrial por su denominación inglesa Diamond Like Carbon.

El incremento de potencia de este motor respecto a las otras variedades del mismo bloque se consigue mediante el uso de un turbo de caudal más grande y de bujías de encendido e inyectores específicos, además del aumento del diámetro de la entrada de aire. El resultado es una potencia específica de 129 CV/litro y un par específico de 200 Nm/litro, con un par máximo 240 Nm entre 1.750 y 4.000 rpm, lo que nos sitúa ante un motor muy lleno, que responde con energía en un rango amplio de revoluciones.

Como guinda del pastel, su maridaje no puede ser mejor con la caja de cambios automática EAT8, que dispensa una transición rápida y fluida entre sus ocho velocidades y logra, a consecuencia en buena parte de ello, una mayor eficiencia. Como afirmábamos tras una primera toma de contacto -impresión corroborada ahora a lo largo de varios días de utilización-, la alianza funciona especialmente bien en los modos de conducción normal y Sport, en los que las transiciones son suaves y tienen lugar en un régimen de revoluciones adecuado.

Un consumo casi de diésel

Por el contrario, el tercer programa disponible, Eco, resulta demasiado lento de respuesta, a veces casi exasperante, y hasta nos atrevemos a afirmar que perjudicial en términos de consumo. Durante nuestra prueba, y una vez relegado este último modo de conducción, hemos obtenido un promedio inferior a los 6 litros/100 km, registro bastante destacable para un vehículo de gasolina y de cierto tamaño -capaz en todo caso de transportar holgadamente a cuatro adultos con su equipaje de fin de semana-, aunque, eso sí, bastante ligero, pues no llega a 1.400 kilos en vacío. Comprado con numerosos modelos actuales, muchos de ellos SUV, el C4 se antoja un peso pluma.

La versión equipada con este nuevo motor alcanza los 100 km/h desde parado en 8,5 segundos y homologa en ciclo WLTP un consumo medio de 5,8 litros/100 km, muy poco por debajo de la cifra que hemos conseguido nosotros. Sus emisiones de CO2 están comprendidas entre los 131 y los 145 g/km, según el equipamiento incorporado en cada unidad.

Aunque no hemos probado el C4 en su variante de 130 CV, por nuestra experiencia con otros modelos del mismo grupo Stellantis que montan idénticos motor y cambio podemos concluir que el consumo del de 155 CV es unas décimas inferior a pesar de disponer de mayor potencia y ofrecer una respuesta más dinámica y homogénea.

La transmisión automática se maneja ahora no por medio de la palanca de cambios tradicional, sino de un pequeño selector situado en la consola central. No cabe duda de que resulta más funcional y cómodo que aquella, y que contribuye a aligerar el habitáculo desde el punto de vista visual.

En contrapartida, conviene precisar -a riesgo de parecer puntillosos- que es más fácil no pulsar debidamente la tecla P (Parking), por ejemplo, que olvidarse de enclavar una palanca convencional en la posición correspondiente, por lo que cabe la posibilidad de que el coche siga avanzando cuando creemos que ya está aparcado y estamos distraídos buscando la cartera y el móvil para salir.

Para terminar, diremos que el desembolso de 26.400 euros lleva consigo el equipamiento más completo de la gama C4, que incluye funciones de ayuda a la conducción avanzadas como el reconocimiento de señales de límite de velocidad, alerta de cambio involuntario de carril, sistema de frenada de emergencia, indicador de atención del conductor y de descanso recomendado y dispositivo activo de vigilancia del ángulo muerto. Estéticamente, la versión luce detalles que subrayan su carácter más dinámico, entre ellos las llantas de aleación diamantadas de 18“ Aeroblade que puedes observar en las imágenes.

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