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Lola López Mondéjar, escritora: “Hemos hecho una sociedad en la que no queda sitio para los jóvenes”

La escritora murciana Lola López Mondéjar

José Miguel Vilar-Bou

Murcia —

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`Qué mundo tan maravilloso´ (Páginas de Espuma) es el tercer libro de relatos de la veterana escritora Lola López Mondéjar (Murcia, 1958). En él caben tanto la belleza del mundo natural como la crueldad humana o la más lúcida crítica.

Son muchos los temas que se entrecruzan en estos relatos, concebidos como una unidad. “Uno de los hilos conductores es la relación entre apariencia y verdad, la incapacidad de saber lo que el otro piensa”, explica Lola. Pero hay mucho más: el viaje como manera de alejarnos de nuestra vida para poder comprenderla, las dificultades de la generación jóven para hacerse un sitio en la sociedad, el diálogo entre generaciones, la mirada trascendente frente a la visión puramente racional de la existencia. Lola López Mondéjar es, además de escritora, psicoanalista y dirige desde hace catorce años el Taller de Escritura Creativa de la Biblioteca Regional de Murcia.

Uno de los hilos conductores de los relatos que componen `Qué mundo tan maravilloso´ es, como tú misma has dicho, lo que nos une como seres humanos y como criaturas de la naturaleza.

El libro quiere ser un canto en ese sentido, porque hoy vivimos un individualismo ciego, atroz. Un narcisismo de la diferencia en el que todos queremos vernos muy singulares y hemos olvidado que necesitamos al otro, que sin el otro no existimos, y que nos parecemos muchísimo entre nosotros. Para empezar, el 99,5% del ADN de los seres humanos es compartido. Y sin embargo, ahí estamos siempre subrayando las diferencias.

La protagonista del cuento que abre el libro es Marta, una pintora en plena crisis creativa: no ve la utilidad de seguir pintando, pero a la vez siente que la pintura forma parte de su identidad. Esa aparente contradicción, ¿la has sentido tú?

Me pasó tras terminar la última novela: ya no tenía deseo de escribir, y así estuve durante más de un año. Sentía que no tenía nada de que hablar y eso lo asumí, pero la ausencia de la escritura dejaba un gran vacío porque yo había construido mi vida para crearle un espacio, le había dedicado mucho tiempo… Así que el que no estuviese me generaba una cierta perturbación.

Hasta que el deseo de escribir regresó.

Llegué a creer que no volvería a escribir, hasta que un día, en Antequera, adonde había ido a dar un taller, vi la Peña de los Enamorados. Sentí la atracción tan poderosa, telúrica, que esa roca ejercía, y empezaron a venirme imágenes de otras mujeres que hubiesen estado antes allí, percibiendo lo mismo que yo.

Ese es el argumento del relato.

El cuento es una reivindicación de lo mágico porque la explicación exclusivamente racional y científica del mundo, lo que se llama el “desencantamiento del mundo”, nos deja un vacío de sentido. Y de repente aparece el pensamiento mágico, que llena más nuestra necesidad de trascendencia.

`Si empezásemos a pensar con el corazón´ es un título muy interesante viniendo de una psicoanalista.

Lo saco de una cita de Hofmannsthal. Es difícil pensar con el corazón: A veces pensamos demasiado con él y no incluimos cierta racionalidad; o bien lo abandonamos y convertimos nuestra vida en un automatismo racional. Esa mezcla entre los afectos y la razón, entre la emoción y el realismo, es lo que te da más felicidad en la vida, si es que podemos hablar de felicidad. Más bien de momentos de felicidad. Incluir las emociones en las decisiones tiene buen resultado.

¿Hay ironía cuando dices `Qué mundo tan maravilloso´?

El mundo tiene una belleza innegable, lo que pasa es que la relacion nuestra con esa bellaza no es cuidadosa: es una relación de depredadores en que la presa es la naturaleza. Estamos agotando los recursos del mundo. Así que hay una ironia, sí; pero también defiendo la belleza del mundo físico, que es hermosísimo.

Los últimos cuentos del libro hablan de una sociedad distópica o futura en que, como en `Apoptosis´, jóvenes brillantes empiezan a suicidarse al no encontrar un lugar en el mundo.

Hemos construido una sociedad donde no le hemos hecho hueco a los jóvenes. En la parte `Mundos futuros´ del libro pongo una cita de Bauman que habla de los “seres superfluos”, que no son necesarios, y eso es lo que les está sucediendo a muchos jóvenes. Es un tema que a los que tenemos hijos entre veinticinco y treinta años nos preocupa enormemente. Están muy preparados, pero pasan grandes dificultades para encontrar un lugar.

En ese relato hay un diálogo entre padres e hija en que ambos `bandos´ hacen críticas muy certeras a la generación opuesta.

Es que a mi generación nos tocó vivir una época maravillosa en la que luchamos contra el franquismo y construimos el mundo que conocemos hoy: el Estado del Bienestar, los recursos sanitarios gratuitos, los servicios sociales, la red de bibliotecas… El futuro existía y era esperanzador. Queríamos cambiar el mundo y de hecho lo cambiamos. Y vivimos muy bien. Sin embargo, nuestros hijos van a tenerlo mucho más difícil.

Luego está `Sacrificio´, en que los padres tienen que morir para que sus hijos puedan tener descendencia.

Ese cuento es una metáfora de algo que no se percibe mucho en nuestra sociedad pero que está sucediendo: muchos padres, en vez de disfrutar de una vejez de estilo nórdico, están teniendo que sacrificar su bienestar por el de sus hijos: son cuidadores de sus nietos, reservan ingresos para que su descendencia tenga un colchón… Es un sacrificio que va más allá de lo que nuestros padres hicieron por nosotros, que fue procurarnos una carrera, un lugar en el mundo… Tú ocupabas ese lugar y eras autónomo, tenías un empleo estable. Eso ahora se prolonga hasta los treinta y cinco y más allá. Y repercute en la sociedad y la familia, sobre todo en la mediterránea.

Desde hace catorce años diriges el taller de escritura creativa de la Biblioteca Regional de Murcia, que este año se lleva a cabo en el Centro Cultural las Claras. Es obvio que hay mucha gente que quiere aprender a escribir.

Quienes se apuntan a estos talleres son personas que le exigen a la vida. A lo mejor están jubilados o simplemente encuentran un hueco para el taller. Entonces éste se convierte en un espacio mágico, de mucha belleza. Algunos alumnos llevan conmigo ocho años, otros se han ido y han vuelto. Han crecido muchísimo, escriben cuentos maravillosos. Con el tiempo, algunos han ganado premios o han publicado, como Gloria García Carreras, Jesús Cánovas, Isabel Buendía, María José Benito, Encarna Carrillo, Conchita García Bayonas… Otros, como Mariano Sanz, ya publicaban antes. También sacamos un libro juntos: `26 historias que no vienen a cuento´.

Imagino que en el taller verás la vocación por la escritura en su estado más puro.

Es una experiencia que te vincula mucho a la literatura. Y también crea grupos humanos, relaciones, afinidades… Me parece que esta sociedad, culturalmente, está muy desértica, y Murcia muchísimo, y que cuando se habla de cultura se concibe como espectáculo, no como trabajo de base, de ir creciendo poco a poco, formando a los ciudadados… Y sin embargo la gente tiene necesidad de eso. Tiene el deseo de saber.

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