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Entrevista

Begoña Iriarte, actriz y titiritera: “La clase media artística está desapareciendo”

La actriz Begoña Iriarte en la plaza de los Apóstoles en Murcia | J. A. F.

José Antonio Fuentes

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El próximo 22 de agosto, Begoña Iriarte (Donosti, 42 años) vuela de nuevo a Grecia con la asociación murciana Amigos de Ritsona. Acompañada de su icónico títere corpóreo, Beatriche Urruti, llevará el teatro y el humor a niños y adultos migrantes que malviven en las calles de Atenas y campos de refugiados.

De su infancia y adolescencia en Intxaurrondo recuerda las huelgas, las asambleas en el instituto, desalojar su casa por amenaza de bomba de ETA ya que vivía cerca de una comisaría de policía o el autobús, con el que solía ir al colegio, quemado. Una memoria y una identidad marcada por unos acontecimientos de los que aprendió que “la neutralidad no es una opción”.

Llegó a Murcia en 2002 tras la estela de Ángel Facio y su compañía Los Goliardos. Tras abandonar los estudios de Filología Hispánica se matriculó en la ESAD -Escuela Superior de Arte Dramático- de Murcia para estudiar Interpretación Musical. Ha trabajado en compañías como Periferia Teatro y Hormigas Suben al Árbol. Creadora escénica, actriz, titiritera, modelo... un pluriempleo artístico que no evita la precariedad laboral ni su implicación en ONG como Amigos de Ritsona y PAREM -Asociación para la Ayuda a Personas Refugiadas en Murcia-. Además, codirige y protagoniza, junto a Clara Sáez de Tejada, el postcast feminista, 'Fue sin querer'.

Durante la entrevista paramos dos veces. El camarero y un amigo -ambos extranjeros- saludan a Iriarte amistosamente. Hablan de pasaportes, de la lentitud de la burocracia, de viajes y nuevos destinos laborales. Todo muy rápido. Hay alegría compartida en los reencuentros y una fisura por la que reconocer ciudades alejadas de la violencia y hostilidad al otro.

Este verano vuelves a visitar los campos de refugiados en Grecia con la asociación Amigos de Ritsona ¿Cómo está la situación actualmente?

Ahora mismo hay devoluciones en caliente, están tirando mucha gente al mar, familias enteras, aunque toquen tierra son devueltas al mar en botes. Así, los refugiados no aumentan, pero sí los muertos. Por otro lado, los campos de refugiados son centros de internamiento con muchas restricciones para entrar y salir. Han criminalizado la ayuda humanitaria. La última vez que estuvimos en Lesbos no pudimos entrar. Las ONG que trabajan allí lo hacen prácticamente a escondidas.

En verano hace un calor horrible, las tiendas donde viven alcanzan los 50ºC. Hay personas que llevan más de cinco años sin documentación en el campo, sin poder salir. Muchos son hombres jóvenes que viajan solos puesto que las familias, mujeres y niños tienen prioridad a la hora de salir del campo. ¿A qué te lleva esta situación de violencia y miseria? Imagínatelo.

¿Qué aporta el teatro y el humor en este contexto?

La gente no viene a sobrevivir a Europa sino a vivir, eso ya lo hacen en sus países de origen. Las ONG ponemos parches. Sé que no voy a salvar a nadie ni a arreglar nada.

Realmente fue Beatriche -títere de gomaespuema- la que me empujó y me convenció para emprender estas acciones porque yo tenía muchas dudas. Miraba las noticas y al trozo de gomaespuma y sentía que ahora sí podía ofrecer algo de igual a igual. No importa el idioma, el espectáculo está construido a base de gags y habla de los fallos humanos, de la estupidez humana, eso le hace gracia a todo el mundo, es universal.

En 2016 fui sola a Atenas. Había muchos squats -edificios ocupados utilizados por las ONG como alternativa a los campos de refugiados- en la ciudad. Entraba, coordinada con ONG locales, y montaba el show. Después fui a Lesbos con Amigos de Ritsona, al campo de refugiados de Moria y Monte de los Olivos.

¿Quiénes son las hermanas Urruti?

Una pareja artística formada por un títere y yo. Construí a Beatriche para una formación teatral que iba a recibir, por pura precariedad. El taller era de manipulación de títere corpóreo y muppet y el profesor no tenía títeres para todos. Pensé: “Con el pastizal que me he gastado para estar mirando, me muero”. En 2015 nació Beatriche. Desde el primer momento me decían que la muñeca funcionaba muy bien.

Laboralmente, ¿cómo has entrado en la pandemia y cómo has salido?

Tuve la suerte de empezar a trabajar como modelo en la facultad de Bellas Artes en enero de 2020, gracias a eso pude solicitar la cobertura de autónoma durante la pandemia. Me veía haciendo la maleta y volviendo a casa de mi madre. Pasado el parón más fuerte de la pandemia conseguí bastantes bolos en la Región. Y esto, se lo tengo que agradecer, especialmente, a muchas mujeres gestoras culturales. Han sido hadas madrinas, fue un momento difícil para mí.

Eres autónoma, si pudieses contabilizar un sueldo mensual, ¿cuál sería?

Soy poco más de mileurista. Me da miedo hacer cuentas. Tengo un coche de 22 años, una bicicleta y un alquiler, nada más. No vivo mal para lo pobre que soy. Cada vez que empieza el año no sé el trabajo que voy a tener.

¿Cómo gestionas la incertidumbre laboral?

Como puedo. Ahora estoy tranquila porque hoy me han confirmado que vuelvo a trabajar como modelo en Bellas Artes, lo que me garantiza un ingreso hasta junio del año que viene. Es lo único fijo y no depende de mi actividad teatral. Cuando tienes 25 años esto se vive de otra manera. Los miedos cambian conforme cumples años y la energía vital no es la misma. Como mínimo, tengo dos ataques de pánico anuales que resuelvo hablando con amigas y mi madre. No me acostumbro al vértigo de no encontrar trabajo y verme con un pie en la calle.

También colabora con PAREM -Asociación para la Ayuda a Personas Refugiadas en Murcia-. ¿Qué labor despeñas y en qué consiste el trabajo de esta ONG?

PAREM trabaja en la inclusión social de las personas refugiadas que ya están en la Región de Murcia. Somos una ONG pequeña que trabaja, sobre todo, con voluntariado. Recibimos una ayuda del ayuntamiento de Molina de Segura para el proyecto La Casita, una casa de acogida que gestionamos en Molina. El resto de proyectos depende de la demanda y la disponibilidad de la persona voluntaria. Yo me encargo de la parte cultural y tengo el apoyo de centros escénicos de Murcia y Molina de Segura que me ceden entradas regularmente, también de la Filmoteca y el centro escénico La Madriguera. Voy con personas refugiadas al teatro.

Cuando uno no tiene lo básico es muy difícil poner atención en las actividades culturales. Ir al teatro no va a hacer que encuentres trabajo pero facilita el hecho de conocer gente y quitarte un poco el miedo. Las personas negras tienen miedo de las personas blancas. Somos una sociedad que da miedo. Si las mujeres blancas pasamos miedo muchas veces, ¿cómo no lo va a pasar alguien con un color de piel y cultura diferente? En el patio de butacas de un teatro, cuando te ríes junto a un montón de gente, que en tu día a día ves muy diferente, se rompen algunas barreras de esta sociedad violenta y hostil con el extranjero. Aunque a mi pesar cada vez soy más pesimista, sigo con ganas en el proyecto.

En los últimos años Vox ha irrumpido con fuerza en la Región ¿qué te dicen las personas migrantes residentes en Murcia, hay una preocupación creciente?

Ellos saben quién es Vox. Ayer, un chico de la casa de acogida estaba viendo GTV Televisión y me mandó una captura de pantalla de la televisión en la que se leía: “Argelia nos corta el gas pero nos manda más inmigrantes ilegales”. Todo esto les afecta y sienten miedo. Su preocupación es legalizar su situación y encontrar trabajo.

Las personas con un pensamiento racista se ven refrendadas por un partido político que las apoya y hace que, incluso por la calle, se envalentonen en sus posicionamientos políticos.

¿Qué piensa Beatriche del fin del mundo contemporáneo al que parecemos abocados después de la pandemia, el cambio climático, las crisis ecológicas y económicas o las guerras más cercanas a Occidente?

Beatriche está un poco hasta el coño de todo. Está de vuelta. Ella quiere reír y pasarlo bien a pesar de todo. Sabe que todo eso existe y por ello se viene conmigo a Grecia. Si hace un bolo donde gana cuatro perras o nada porque cree que es necesario, lo hará. La pesimista de las dos soy yo.

La pandemia sacó a los espectadores de los teatros. Ahora, la inflación y crisis económica tampoco ayuda a incrementar el gasto en cultura de la ciudadanía. Teniendo en cuenta que, además, los hábitos culturales están en continuo cambio ¿qué crees que va a pasar con el teatro y sus profesionales?

Es algo que se veía venir y seguramente la pandemia lo ha acelerado. En teatro nos está pasando lo mismo que al resto de la sociedad: no existe la clase media artística. Empezar un nuevo proyecto teatral requiere mucha pasión, fuerza y una capacidad de mantenerte económicamente mientras estás produciendo. Hay súper producciones con grandes presupuestos y vías de distribución, pero el tejido cultural que está por debajo de eso, pequeños autónomos y profesionales con producciones más modestas y afán de investigación, está despareciendo. Es un peligro porque ahí está la efervescencia y las propuestas novedosas, que exploran más allá de lo comercial y donde se dejan ver las inquietudes sociales.

Para finalizar ¿alguna música que te ayude a sobrellevar el final del verano murciano?

Queralt La hoz y la canción 'Con poco'. Todos los días canto y bailo sola en mi cocina porque sino este mundo es insoportable.

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