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Artistas en pandemia

Manolo Pardo: “Ya no somos lo mismo, pero conservamos la capacidad de crear”

Manolo Pardo en su estudio en Aljucer

José Alberto Bernardeau

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Aquel “¡Quédate en casa!”, retumba todavía en los oídos de Manolo Pardo. Sin embargo, “como una montaña rusa”, señala, los miedos se fueron sucediendo jalonados por los ánimos aportados por buenas noticias, como el nacimiento de su segundo nieto. Con Carmen, su mujer, en el mismo trance, algo ayudaba ver al nuevo miembro de la familia, nacido en plena pandemia, “aunque fuera a través del cristal del coche en que mi hijo nos lo traía; para verlo allí, en aparcamiento”.

El trabajo con los pinceles decayó, y ahí estaban los telediarios para para sustentar el bajón, pero conformé pasó el tiempo, las nubes negras se fueron disipando. La situación económica estaba asegurada como jubilado. Nacido en Murcia, en 1951, desde muy joven trabajó como dibujante y diseñador en el sector de las artes gráficas. Pero el impulso decisivo para levantar el ánimo fue su orientación pictórica hacia la figura humana.

Manolo Pardo comenzó a asistir a sesiones colectivas de pintura con modelos del natural, y encontró el estímulo que necesitaba: “la figura humana, su movimiento, los torsos desnudos, la expresión facial…que nunca hasta ahora había acometido”. Su forma de pintar habitual dejó de tener sentido, con las galerías cerradas. Era el momento de investigar y, ¿por qué no con nogalina? “Un material noble, ideal para las aguadas y con indudables referentes hacia la pintura clásica, la de los grandes maestros”.

Además, con su experiencia en el diseño desde el ordenador, emprendió otra asignatura pendiente: la realización videográfica. “Necesitaba transmitir mi pensamiento con atribuciones sobradamente explícitas. Si falta la expresión, y la nogalina te la proporciona sobremanera, el arte falla”. Los instrumentos para la reorientación estaban en el mismo estudio, allí en Ajucer, así que instaló un programa adecuado y comenzó a hacer tutoriales para recrear su obra, que también fue subiendo a YouTube.

“Ya no somos lo mismo” que antes de la pandemia, suspira, pero todo parece tranquilizarse y ha vuelto “la serenidad para crear…”

Atrás quedan aquellas escenas grotescas cuando los niños “se acostumbraban tanto a vernos con mascarilla que si nos la quitábamos no nos conocían”. También los sobresaltos por las imposiciones profilácticas para alejarnos de la Covid, “empezando por las de nuestro propio hijo, sanitario él”.

Y ahora, de nuevo la pintura, aunque manteniendo el aliciente de pintar del natural el cuerpo humano. Reconvertirse da vida y lo de menos es la edad, “Goya empezó a hacer litografías con 90 años y Miguel Ríos ha hecho canciones nuevas, con 78 años”.

¡Suerte!

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