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Alberto Caride, poeta: “En tu vida, si no podas las ramas muertas, las nuevas no pueden crecer”

El poeta y periodista Alberto Caride

José Miguel Vilar-Bou

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'La rama nunca se desgaja limpia del leño' (Raspabook) es el nuevo poemario del poeta y periodista Alberto Caride (Alcantarilla, 1982). Sus versos hablan de supervivencia, de la necesidad de adaptarse y dejar lo muerto e innecesario atrás. Pese a la imagen recurrente de la ceniza que recorre el libro, se trata de poemas antirresignación y que apelan al pasado desde una melancolía orgullosa y feliz: “Somos la suma de muchas cosas”, afirma. Alberto Caride es coordinador del ciclo de recitales poéticos los Lunes Literarios.

¿Los poemas 'La rama nunca se desgaja limpia del leño' fueron escritos en un periodo largo de tiempo o son producto de un momento concreto?

Entre mi poemario anterior y este pasaron cuatro años. Llevaba tiempo sin escribir y yo, cuando escribo, es porque necesito decirme algo a mí mismo. En esta caso fue así. Los poemas surgieron en apenas un mes. Uno muy intenso en lo literario y lo personal. Luego fui retocando y seleccionando esos esbozos. Así que sí: Son producto de un momento determinado y de un espacio muy corto de tiempo. Es algo que nunca me había pasado. Siempre había ido escribiendo a lo largo de meses o años.

¿Por qué elegiste ese verso para el titulo, que además se repite en varios poemas?

Fue el primer verso que escribí. Luego vinieron el resto. Lo elegí porque esa imagen resume el poemario. Alude a que los cambios en la vida nunca se dan de forma limpia. Cuando hay un cambio vital, por muy distinta que sea nuestra nueva dirección, una parte del pasado la arrastramos con nosotros. Y a la vez, parte de lo nuevo contamina lo anterior, no los hechos, que no se pueden cambiar, sino la forma en que los percibimos. Es como cuando arrancamos una rama del árbol: El corte nunca es limpio, sino que una parte del tronco se agarra a la rama y viceversa.

Uno de los poemas habla de la necesidad de cortar las ramas muertas para dejar crecer las nuevas.

Ese está basado en un artículo de jardinería que explicaba las fases de la enfermedad de la tristeza, que afecta a los frutales, en especial cítricos. El texto describía las tres fases de la enfermedad: Primero la floración a deshora, luego el árbol se seca y, finalmente, o se poda hasta dejarlo en un esqueje o muere. Así me sentía yo en ese momento: como un árbol enfermo de ese mal. Aquel artículo de una bloguera argentina me pareció pura poesía, justo lo que yo quería escribir, así que le pedí permiso para versificar su texto y le pareció maravilloso. Casi no tuve que retocarlo. En realidad el poema habla de no tenerle miedo a los cambios: A menudo nos cuesta levar el ancla, pero, si no lo haces, si no podas ciertas ramas, otras nuevas no pueden crecer. No hay que temer tomar decisiones.

Uno de los temas de fondo del poemario es la ecología. Se percibe una preocupación por la naturaleza.

Mis poemas siempre han sido urbanos, pero en estos la naturaleza es casi protagonista. Ha ido creciendo en mí esa preocupación por la naturaleza, y al mismo tiempo esa conexión con ella.

En otro de tus poemas, en que haces referencia a la muerte de Leonard Cohen, hablas de un mundo en combustión. Tus versos parecen conectar con el sentimiento colectivo de catástrofe y desconcierto que quiere reinar hoy en día.

El libro habla de una catástrofe que yo sentía dentro, pero que se proyecta también fuera. Por eso en los versos se fueron colando cosas como la muerte de Leonard Cohen, que sucedió justo en ese mes de escritura. La imagen de la ceniza y la combustión recorre buena parte del poemario. El cambio para mí ha sido eso: La realidad personal en que vivía ardió y desapareció. Por eso la idea de ceniza. Casi todos los poemas están como manchados de ceniza.

Pese a ello, es un poemario de supervivencia, de seguir adelante.

Siempre me han dicho que escribo desde la melancolía y es cierto, pero es que para mí la melancolía no es algo negativo. Es bueno mirar de vez en cuando atrás, no porque cualquier tiempo pasado fue mejor, sino para sentirse orgulloso de lo vivido. De ser la suma de todo lo que nos sucedió. Por eso escribo del pasado: No echándolo de menos. El pasado es tierra quemada, ya soy otro.

La poesía está de moda.

Cuando tenía dieciséis años y decía que escribía poesía, la gente me miraba como a un perro verde. Ahora te dicen: “Qué guay”. Ha cambiado la óptica. Las nuevas tecnologías y las nuevas formas han democratizado la poesía. Hoy todo el mundo ha leído algún poema. Como fenómeno, me parece muy bueno. Ahora bien, no es poesía todo lo que se publica. O no es la poesía que a mí me gusta. Pero desde esos textos alguien joven puede dar un salto a, por ejemplo, un José Hierro. Eso es algo muy positivo.

¿Es para ti importante publicar?

Este es mi tercer poemario. El primero fue una ópera prima que, creo, publiqué demasiado pronto, pero me ayudó a seguir escribiendo. Es bueno publicar en el sentido de que los poetas, si tenemos un poemario en el cajón, siempre le estamos dando vueltas, te quema. En el momento en que publicas, ya te olvidas, lo sacas de tu cabeza. Entonces publicar me ayuda. Y luego a los poetas nos gusta que nos lean. Hay esa parte de acto comunicativo. Si uno se sube a un escenario a recitar es porque busca que alguien lo escuche. Entonces sí, me gusta publicar. No es una actividad básica para vivir, pero, si tengo la posibilidad, me gusta hacerlo.

Hablando de recitar, eres coordinador de los Lunes Literarios: lecturas de poesía semanales que tienen lugar en el café El Sur.

Llevamos ocho años de forma ininterrumpida todos los lunes a las 21.30. Son ya cientos de recitales, ahora en el café El Sur, aunque nacieron en el Zalacaín. Los Lunes Literarios están concebidos para acercar la poesía no tanto a los lectores de poesía como a la gente en general. Gente a la que le gusta tomarse una cerveza y escuchar. A veces es una presentación, a veces un recital. No hace falta haber publicado para participar. Y cuatro veces al año hacemos concurso de escritura rápida.

¿En qué proyectos andas metido?

Ahora trabajo con dos artistas, Sofía Tornero y Petrus Borgia. Cuando nos conocimos hubo mucha química y de inmediato salió la idea de hacer algo juntos. Entonces yo estoy creando poemas a partir de sus obras y ellos crean pinturas y esculturas desde mis poemas. Queremos formar un corpus que mostraremos en una exposición en 2020. Van a ser veinte obras y veinte poemas.

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