Como profesora de Secundaria en centros públicos durante más de veinte años, he visto cómo en algunos centros no se plantea la posibilidad de que universidades privadas hagan publicidad en ellos en horario lectivo, en otros se hacía y, después de debatirlo, se ha decidido no seguir haciéndolo, y en otros se hace sin que se cuestione siquiera o incluso ignorando las opiniones en contra de parte del profesorado.
El argumento a favor que más escucho sobre que se haga esta publicidad es el “derecho a la información” del alumnado, sin embargo, la información está a disposición por muchísimas vías: basta una llamada a una universidad privada o un correo y recibes toda la información que desees. Además de que suelen disponer de recursos para publicitarse en redes sociales, medios de comunicación, vallas publicitarias, patrocinio de equipos deportivos, etc. Por lo tanto, me parece un argumento muy débil frente a los argumentos que hay en contra.
Para mí, el principal argumento en contra es que la educación pública debería ser el lugar donde menos se notaran las diferencias económicas que hay entre los alumnos y las alumnas. Todos los años veo el sufrimiento de quienes se esfuerzan muchísimo para obtener la nota que les permita acceder a los estudios que quieren mientras ven, en la mesa de al lado, personas que con mucho menos esfuerzo y notas más bajas podrán hacerlos porque pueden pagarlo. Hablamos de estudios que pueden costar en una universidad privada unos 12.000-15.000 euros anuales. ¿Quién puede pagar más de 1.000 euros mensuales sólo en matrícula, además de otros gastos que se generan como desplazamiento o alojamiento? Creo que desde los centros públicos debemos ser sensibles a esta desventaja, debemos apoyar a esas personas que se esfuerzan, debemos evitar promocionar el mensaje de que “quedarás fuera porque eres más pobre”. Igual, exactamente igual, que luchamos cada día para que nuestro alumnado se sienta en igualdad de condiciones en tantos otros aspectos.
No estoy cuestionando la opción personal de que algunas familias decidan al final que, si su hijo o hija no ha conseguido entrar en los estudios que quiere cursar, y pueden pagarlo, aunque sea con esfuerzo, pueda cursarlos en una universidad privada. Comprendo perfectamente esta decisión. Comprendo que, incluso pudiendo entrar en una universidad pública, elijan por los motivos que crean oportunos una privada. No estoy cuestionando absolutamente nada de las universidades privadas (puesto que eso sería otro tema). Simplemente digo que los centros públicos no son el lugar apropiado para que vengan a hacerse publicidad y que, al permitirles hacerlo, estamos desatendiendo a una parte importante de nuestro alumnado que se esfuerza cada día en condiciones de desventaja y para quienes esa “información” no tiene sentido porque no pueden pagarla. No podemos hacer casi nada para cambiar la realidad fuera pero, por favor, tratemos de que en nuestros centros públicos lo que se perciba sea, en la mayor medida posible, igualdad de oportunidades, justicia y recompensa al trabajo bien hecho.
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