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Sindicalismo 2.0 frente al antisindicalismo

María Dolores Adsuar, Ernesto De la Cruz y Miguel Ángel Pérez

Hace unos días pudimos leer en la prensa regional que responsables de la UCAM intentaron expulsar de sus instalaciones a sindicalistas de CCOO, que se acercaron a informar de sus derechos a los trabajadores.

Las noticias sobre presuntas irregularidades urbanísticas y medioambientales de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM) han ido protagonizando titulares en los medios locales en los últimos años. Sin embargo, no ha trascendido tanto la situación de desamparo de algunos trabajadores de la UCAM en relación a la defensa de sus legítimos derechos laborales, al no existir evidencias de los instrumentos sindicales que la Constitución Española y las leyes otorgan a dichos trabajadores.

Esta situación no se puede achacar a los empleados ni a la dejación de los sindicatos, sino a la actitud de los gestores de la universidad privada que refleja la noticia citada. En este sentido, recordemos también el intento de movilización de profesores (anónimos) de la UCAM que un confidencial desveló el pasado verano, denunciando la explotación laboral mientras la institución privada realizaba donaciones millonarias al Vaticano.

Nos preguntamos por la labor de las distintas Administraciones, en particular de la Regional, en lo relativo a la vigilancia del cumplimiento de las obligaciones de la UCAM en el ámbito de lo laboral. Sería especialmente interesante conocer la labor realizada por la inspección de trabajo ante la más que probable inexistencia de secciones sindicales, de un comité de empresa, la aparente ausencia de negociación colectiva o si investigó la denuncia anónima de empleados que comentábamos anteriormente.

El sindicalismo decae y es maltratado en muchos ámbitos con impunidad, a la par que aumentan las privatizaciones y externalizaciones de servicios públicos elementales, crece el número de centros educativos y sanitarios privados, y se convierte en cotidiano el fenómeno de la inestabilidad y precariedad laboral que forma parte del modus vivendi de toda una generación de personas trabajadoras altamente cualificadas.

Quizá el languidecer del movimiento sindical se debe, en buena parte, a la campaña de desprestigio por parte de los promotores de una determinada política orientada a la desregulación laboral y la gestión del desmantelamiento y reconversión de los servicios públicos elementales. ¿Pero qué verdad hay cuando se acusa a los sindicatos de ser instituciones en desuso, anacrónicas, con escasa representatividad y sobredotadas en relación al servicio que prestan? ¿La desafección actual a los tradicionales sindicatos de clase, como UGT y CCOO, es sólo culpa de la derecha política y mediática o bien deberían estos replantearse su actuación?

En nuestra opinión y como sindicalistas de base, existe un amplio margen de mejora dentro de nuestras agrupaciones, y una profunda necesidad de reforma y adaptación a las demandas de una buena parte de la clase trabajadora cada vez más maltratada y precaria, que se siente desatendida y profundamente olvidada por parte de aquellos que deberíamos servir a sus intereses. Listamos una serie de aspectos en los que podríamos trabajar desde los propios sindicatos:

Primero: Reclamar la legitimidad y el protagonismo en la negociación y la mejora de las condiciones de trabajo. Los sindicatos son los instrumentos elementales y legales de representación de los trabajadores (artículo 7 de la Constitución Española).

En los últimos tiempos han surgido plataformas de trabajadores al margen de las organizaciones sindicales, la mayoría derivadas del descontento con las condiciones laborales y también con cómo son defendidos sus intereses. Dichas plataformas pueden hacer visibles los problemas y evidenciar el descontento, lo cual es enormemente útil, pero, entre otros problemas, tienen nula capacidad negociadora para alcanzar pactos legalmente vinculantes, y por lo general carecen de una estructura capaz de dar soporte a medio y largo plazo a sus reivindicaciones. En algunos casos, además, se pueden volver contra el colectivo de trabajadores ya que pueden servir de instrumento para deslegitimar a los propios sindicatos, o bien para aplacar los ánimos de una parte de la plantilla si el gestor de la misma alcanza pactos beneficiosos exclusivamente para unos pocos.

Segundo: Volver a ganar protagonismo entre sus representados. Si bien es potestad de los sindicatos la comunicación y la vigilancia de los aspectos claves de la negociación colectiva y la defensa de los intereses de los trabajadores en sus centros de trabajo, la credibilidad y valoración que un día tuvieron entre los trabajadores se basaba, en muchos casos, en la prestación de servicios en otros ámbitos laborales.

Se puede incrementar la autoridad de las secciones sindicales, por ejemplo, mejorando la transparencia y las vías de comunicación y la información proporcionada, incidiendo en el asesoramiento legal, informando sobre aspectos de atención básica a trabajadores y sobre otros relacionados con la mejora profesional. Los sindicatos pueden asumir el liderazgo social en la organización, formación y orientación laboral, áreas que están siendo desatendidas o reducidas por muchas administraciones y empresas.

Tercero: Promover la elección de representantes sindicales con capacidad real de liderazgo, formación y una conducta personal coherente y ejemplar. Uno de los aspectos de mejora elemental es incrementar la competencia técnica de los dirigentes en el área de su representación, estableciendo códigos de conducta éticos y funcionales que incluyan, entre otras cuestiones, períodos obligatorios de relevo en las responsabilidades al frente de secciones, organismos y comisiones, ya sea a nivel local, autonómico o institucional.

Es especialmente sensible que los líderes sindicales muestren coherencia y competencia, como en cualquier ámbito de representación. Sin ir más lejos, en el ámbito cercano de quienes escriben estas líneas, y enlazando con la primera parte de esta columna, hace tiempo que muchos integrantes de la sección sindical de UGT de la Universidad de Murcia pensamos que es más que conveniente que la central de UGT en la Región de Murcia releve de sus funciones como representante de UGT en el Consejo Económico y Social de la Región de Murcia (CES) a D. Víctor Meseguer Sánchez, profesor de la UCAM y también responsable de la Cátedra de Responsabilidad Social Corporativa de esta misma universidad privada.

Es difícilmente comprensible que una persona nombrada por un sindicato de clase como UGT para la representación de su ideario y principios en el CES sea capaz de defender los mismos ocupando un lugar preeminente en una universidad privada, de ideario ultracatólico y con todos los interrogantes que la rodean en materia de derechos laborales.

En definitiva, reclamamos y reivindicamos la valoración y el reconocimiento hacia el sindicalismo en su fundamentación jurídica, es decir, un sindicalismo respetado en todas las instituciones y empresas, con el objetivo último de velar por los intereses legítimos de los trabajadores y como agente social de mejora y progreso para ambas partes, a la vez que creemos en una muy necesaria reforma de la acción sindical, adaptándola a las nuevas necesidades de los trabajadores, intentando que la misma sea consecuente con los principios ideológicos de cada sindicato, y con un liderazgo basado en los principios de transparencia, competencia, coherencia y buen gobierno.

*María Dolores Adsuar Fernández es profesora titular de la Universidad de Murcia, Presidenta del Comité de Empresa del PDI de la UMU de 2016 a 2018.

*Ernesto De la Cruz Sánchez es profesor titular de la Universidad de Murcia, Presidente del Comité de Empresa del PDI de la UMU de 2013 a 2016.

*Miguel Ángel Pérez Sánchez es profesor titular de la Universidad de Murcia, Presidente del Comité de Empresa del PDI de la UMU de 2011 a 2013.

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