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El fin del viejo bipartidismo

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez

Juan Ramón Calero García

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Las pasadas elecciones en Francia con los paupérrimos resultados de los socialistas y de los conservadores han puesto en alerta a los analistas políticos patrios sobre la posibilidad que se repita en España lo que ha sucedido en Francia con el fin del bipartidismo imperfecto, que se repartía el poder en el país vecino desde la instauración de la V República en 1958.

La cuestión que planteamos en este artículo es si es posible que el PP y el PSOE se conviertan en partidos marginales en España. Mi opinión, a riesgo de equivocarme, es que en España este bipartidismo tiene los días contados. Entiendo que esta situación atemorice a un sector de la población, pero lo que va  a suceder es inevitable. Es un hecho que la sociedad ha cambiado bastante en poco tiempo y es complicado que partidos tradicionales den una respuesta adecuada a las necesidades de un electorado cambiante.

Recordemos que el bipartidismo imperfecto que ha gobernado España durante cuarenta años fue instaurado por la generación política de los llamados 'hijos de la guerra civil', dicha generación sufrió la dictadura interminable del general gallego, y tras su muerte, tuvo la necesidad de perdonar, de restaurar la convivencia entre españoles y de regular la convivencia a través del consenso político. Ahora bien, cuarenta años después la generación que ha asumido la primera línea en la gestión política ha cambiado. Por fortuna, nos parecen lejanos los traumas de nuestros antepasados y esta generación ya no es la de 'los hijos de la guerra civil', sino la de 'los hijos de transición'. Soluciones políticas que se dieron en aquella época ya no sirven para ésta.

Esta generación, de la que me considero parte, está cansada tanto a derecha como a izquierda, de que nos gobiernen siempre los mismos, dando la sensación de que en ocasiones se esfuerzan más en crear problemas y conflictos que en buscar soluciones. Los grandes partidos han convertido sus juventudes o nuevas generaciones en una cantera de profesionales de la política, con escasa preparación académica y profesional pero muy duchos en la dedicación a la vida pública como un medio de vida, olvidando los ideales y el altruismo de sus antecesores, y desde luego rebajando el nivel político, como podemos ver semanalmente en el resumen de las intervenciones en el Congreso.

A este hecho hay que añadirle que internet, las redes sociales y la gran variedad existente de medios de comunicación han creado una sociedad en la que información es accesible de forma rápida, y es posible contrastar varias versiones sobre un hecho antes de formarse una opinión. Recuerde el lector que en épocas pasadas, con el control de la cadena pública de televisión y de un par de medios de comunicación privados se podría influenciar de una manera eficaz en la opinión pública. Quizás el punto de inflexión fue con los atentados del 11 de marzo de 2004 y el intento fallido del gobierno de Aznar de convencer a los españoles de que la autoría del atentado era de ETA y que nada tenía que ver con la foto de las Azores y la guerra ilegal de Irak.

Desde 2015 el cambio se ha acelerado y se puede comprobar en cada convocatoria electoral. Como todo proceso de cambio a veces se atasca y tiene retrocesos. La superación de este bipartidismo parecía que la iba a encabezar Ciudadanos por la derecha y Podemos por la izquierda. Actualmente parece que se quedaron en el intento debido al exceso de personalismo y narcisismo de sus líderes. Pero el hecho de que estos partidos hayan fracasado, no implica que no puedan surgir partidos políticos que, como en Francia, entierren políticamente a los conservadores y a los socialistas. Un ejemplo de esto es lo que sucedió en Madrid, en dónde el partido Más Madrid con una candidata más atractiva para el electorado de izquierdas que el socialista, superó con facilidad al PSOE. Otro ejemplo lo tenemos en la Región en dónde en las últimas generales Vox ganó al PP, quizás por el cansancio del electorado a los más de veinte años de gobierno del PP en esta Comunidad, sin que hayan sido capaces de resolver los grandes problemas de la Región, como es el tema del agua o de las infraestructuras, a lo que actualmente se añade el problema del Mar Menor, y con el vergonzante empeño mediático de culpar siempre al Gobierno central de su propia incompetencia, sobre todo, cuando es de otro color político y cuya máximo exponente fue la campaña del 'Agua para todos', enterrada en el olvido cuando gobernó Rajoy.

Naturalmente no va a ser un proceso fácil, pero va a ser inexorable. Puede que haya un sector de la población que quiera que vuelva el bipartidismo provocado por los patinazos protagonizados por Ciudadanos y por Podemos. Sin embargo, creo que este movimiento pendular no va a durar mucho, hay una nueva generación a los mandos de este país que reclama soluciones nuevas y es complicado que el viejo bipartidismo las pueda dar. Al viejo bipartidismo le va a pasar como a luz del ocaso, la cual intenta brillar más antes de morir, pero inevitablemente se va a ocultar en el horizonte, la única duda es saber el tiempo que va a tardar.

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