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Sara Cutiopala: “Queremos hacer justicia con las empleadas del hogar, que tengan derecho al desempleo y una jubilación digna”

Sara Cutiopala

Erena Calvo

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Sara Cutiopala aterrizó con su familia en la Región de Murcia en 2002, con 13 años. “Nací en Ecuador y crecí aquí, y aunque me considero ciudadana del mundo, también me gusta definirme como mujer migrante”, reivindica enérgicamente al otro lado del teléfono. Licenciada en Ciencias Políticas, Cutiopala es técnica de Acogida en la Fundación Cepaim y ha sido recientemente candidata a la Asamblea Nacional de Ecuador por la circunscripción de los Migrantes de Europa, Asia y Oceanía. Era la número 1 de la lista del partido de la Izquierda Democrática. Ganó el conservador Guillermo Lasso. El partido de Sara quedó el tercero. “Estamos muy contentos porque era la primera vez que nos presentábamos en España, y nos hemos convertido en la llave para gobernar”. Cutiopala explica que se arbitró ese sistema en la Asamblea a partir de que en el año 2000, “con la dolarización y la crisis que le siguió”, emigrasen alrededor de 2 millones de compatriotas. Ahora son más de 3 millones viviendo en el extranjero. “Yo era la principal candidata de mi partido por Europa, Asia y Oceanía porque justamente es en España donde se elige a la primera persona de esos tres continentes por la cantidad de ecuatorianos y ecuatorianas que residen aquí”. 

Incansable en sus metas, es además vicepresidenta de la Asociación de Empleadas del Hogar de Murcia, cuya misión es luchar por la ratificación del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Una meta de la que habla con pasión y el convencimiento de estar persiguiendo “que se haga justicia”. En España (datos de marzo) hay 382.509 mujeres dadas de alta en la Seguridad Social como empleadas del hogar, “pero calculamos que son más de 600.000 las que están trabajando, y en la Región de Murcia son 19.512 dadas de alta, pero al menos habrá en el sector unas 60.000, dos tercios se encuentran en la economía sumergida”, se lamenta Sara Cutiopala.

¿Cómo nace esta necesidad de proteger al colectivo de las empleadas del hogar y de cuidados?

Mi madre trabajaba como empleada del hogar. Cuando empecé la universidad, tomé conciencia del valor del trabajo de la comunidad migrante. Y me di cuenta de que gracias al esfuerzo de mis padres yo pude llegar a estudiar; esta circunstancia me dio la fuerza para luchar por nuestras mujeres, las mujeres migrantes. Y gracias a una iniciativa de Acsur Las Segovias nació el embrión de la asociación. Organizaron un encuentro para que las empleadas de hogar conociesen sus derechos y se invitó a mujeres de diferentes nacionalidades. Estuve presente porque me interesaba el tema y después de encontrarnos muchos domingos (era el único día que tenían libre muchas de esas mujeres) durante los últimos tres meses de 2011, en 2012 vio la luz la asociación.

Dices que las mujeres acudieron a ese encuentro para conocer mejor sus derechos.

Eso es. Todas esas mujeres (es extraño encontrar hombres que se dediquen a estas tareas) conocen sus obligaciones y las cumplen a rajatabla, pero en cambio no conocen sus derechos. Unos derechos que una vez se ratifique el Convenio 189 esperamos que mejoren, que tengan acceso a la prestación por desempleo, así como a una jubilación digna. Porque hoy en día no tienen ni una cosa ni la otra. Y ese es el principal objetivo de nuestra asociación, que en estos momentos forma parte de una plataforma junto a UGT, CCOO, Murcia Acoge, Cepaim, Programa Oblatas y Asociación Rumiñahui y que nos sirve para apoyarnos mutuamente. Nunca hemos recibido subvenciones del Estado, ni de la Comunidad, ni del Ayuntamiento. Las compañeras que formamos parte de este proyecto lo hacemos de forma altruista porque tenemos las ganas de luchar y ese sueño de ratificar el Convenio.

¿Están muy desprotegidas las mujeres?

Sí, lo están. Imagina una mujer que para mantener a su familia tiene que dejar de ocuparse del día a día de sus seres queridos para atender a otras personas y al cabo del tiempo, incluso de varios años, es despedida porque ya no hace falta en la casa de sus empleadores... esa mujer se queda con una mano delante y otra detrás. El trabajo de hogar cotiza menos, pero no tiene derecho a la prestación, se encuentra enmarcado en un régimen especial. La jubilación es otro tema espinoso. Hay mujeres que vinieron hace 20 años, por ejemplo con 40, y ahora tienen 60 y se ven con pocas expectativas de futuro. Muchas van a la Seguridad Social y en lugar de 15 años, por decir un ejemplo, han cotizado 5 años porque no siempre han estado dadas de alta. Son historias de la vida real.

¿Qué otras dificultades se encuentran estas mujeres?

Pues son mujeres mayoritariamente migrantes. Primero empezaron a trabajar en el sector las magrebíes y después las latinas. Y hemos podido constatar que existe un racismo y una discriminación brutal por sexo, por religión, por etnia, racial... Hay familias que no quieren mujeres árabes si llevan hiyab, e incluso han dejado de contratar a alguna chica por ser negra. Es muy duro encontrarse con esas situaciones en un país desarrollado.

¿Le chocan esas actitudes?

Claro que chocan, sobre todo en un país como España que también fue exportador de emigrantes a otros lugares hace no tanto tiempo. Por eso digo que hay que usar la memoria, volver a la familia, a los abuelos y las abuelas, que tienen mucho que contar, sus recuerdos, en los que también hay historias de emigración. Tenemos que aprender a valorar las cosas simples de la vida, como decía Chavela Vargas, escucharnos los unos a otros y acompañarnos.

¿Qué es lo peor en ese tipo de actitudes discriminatorias que describía antes?

Pues en los casi 20 años que llevo en España lo que he visto es que nos criminalizan y no nos valoran cuando hemos soportado la carga de muchos de los trabajos esenciales y se ha visto claramente en esta pandemia. Hemos sido los que hemos levantado los campos del Levante, Murcia o Andalucía. Y las empleadas del hogar han renunciado incluso a estar con sus propias familias para confinarse en el domicilio del empleador. No se nos valora, pero sí que se nos utiliza de forma partidista. No sé en qué mundo vivimos. Es triste porque España es un país diverso, y en eso reside su grandeza. Necesitamos una inclusión, pero real, en la que todos estemos juntos trabajando por este país y no cada uno por su lado. Y todos los gobiernos, da igual el signo, deben de trabajar por esa diversidad.

Volviendo al convenio, ¿en qué estado se encuentra actualmente?

La vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, dijo el 13 de abril que ya estaba en trámite, y aunque quedan muchos pasos por delante todavía, hay esa voluntad de que se le dé luz verde; todavía tardará al menos un año. Espero que pronto podamos celebrarlo, y hacer justicia poniendo el valor el trabajo de nuestras mujeres, que también podrán cobrar el salario mínimo. Ahora están cobrando el de 2017, que son 700 euros, por trabajar de internas cuidando a dos personas. Muchas de esas mujeres, además, no tienen documentación y eso les hace más vulnerables. Por eso el Gobierno central lanzó una campaña de concienciación, para que los empleadores se pusieran al día de la Seguridad Social y tuvimos una grata sorpresa porque según datos del Ministerio de Trabajo 28.904 mujeres fueron dadas de alta y actualizados sus datos para que puedan cobrar lo que marca la ley, 950 euros.

Lo que les corresponde, ¿no?

Exacto, pero te sorprendería saber que más de una persona de los barrios más pudientes no cumplen con la legalidad; es paradójico porque tienen dinero para retribuir a su empleada pero hemos encontrado casos tremendos de no pagar lo que se estipula a personas sin documentación. Se aprovechan de ellas. Aunque hay que destacar que no siempre es así y que también hay mucha gente que sí que cumple. Debemos poner el acento también en otra cuestión y es que hay muchas personas que están trabajando, pero no están cotizando. En este sentido, debemos alegrarnos de la reciente sentencia del Tribunal Supremo que valida la vida laboral para acreditar una relación contractual y poder regularizar la situación administrativa. Es una sentencia que va ser una gran ayuda para muchas personas que se encuentran en esta situación.

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