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Jesús Zudaire, presidente de la Asociación de Abusos Sexuales en centros religiosos de Navarra: “El que diga que no tiene secuelas, miente”

Abusos sexuales

Amaia Otazu

Jesús Antonio Zudaire es el presidente de la Asociación de Víctimas de abusos sexuales en centros religiosos de Navarra. Los abusos, sufridos a manos del entonces director del colegio diocesano Nuestra Señora del Puy (Estella), empezaron en el curso 1962, cuando apenas tenía ocho años, y terminaron en 1968, cuando cumplió los catorce y se marchó del colegio. Hace unos meses, con 65 años y tras 18 de tratamiento psicológico, Jesús finalmente interpuso la denuncia. Fue llamado a declarar más tarde -el 29 de marzo de 2019-, pero en las diligencias previas se desestimó su causa y se dieron por extinguidas las consecuencias penales porque su agresor murió hace 25 años. Sin embargo, las secuelas siguen ahí.

Jesús ha padecido desde que es niño problemas como insomnio, ansiedad o déficit de atención. Hace unos meses, y a raíz de conocer en la prensa algunos sucesos de abusos sexuales a menores, fue capaz de abordar su dolor. Entonces se descubrió que algunos de los síntomas padecidos durante su vida estaban relacionados con los episodios sufridos durante su niñez. No solo menciona secuelas como el insomnio o la ansiedad, sino también el estrés postraumático, la dificultad para relacionarse o, incluso, problemas gastrointestinales y dolores crónicos generales. Jesús está trabajando para salir adelante y se ha volcado en numerosas iniciativas para ayudar a otros en su misma situación. Ha fundado, junto con otros compañeros y compañeras denunciantes, la Asociación de Víctima de Abusos Sexuales en centros religiosos de Navarra, cuya principal línea de trabajo es la de conseguir “verdad, justicia y reparación”. Hasta ahora, en Navarra se han registrado 29 denuncias por este motivo. La última, esta misma semana. Puede que se presente alguna más, aunque Jesús asegura que “cada uno lleva su proceso”, y por tanto, marcarán sus propios tiempos. En su caso, él inició su camino de reconstrucción presentando una denuncia donde recoge los episodios sufridos en el colegio diocesano de Nuestra Señora del Puy. 

En ella, Jesús narra que los abusos se cometían principalmente en el aula, donde el director y también profesor les llamaba a la pizarra y les pedía que se acercasen luego a su mesa. Jesús explica que, una vez allí, les metía la mano bajo la vestimenta, les tocaba los genitales y les introducía el dedo en el ano, todo ello delante de sus compañeros. Las clases tenían en torno a 45 alumnos y “el cura se encaprichaba de 10 o 15”. Los abusos también se producían al ir al baño (“con la puerta abierta del baño, se quedaba enfrente del alumno y observaba, manifestando que tenía que comprobar que no estaban mucho tiempo ni haciendo guarradas”); o en los vestuarios, tras la clase de gimnasia. Allí, y de acuerdo con la denuncia, “el director entraba en la zona de duchas, quedándose enfrente de los alumnos mientras estos estaban duchándose. Acto seguido, les iba diciendo a algunos de los alumnos, de uno en uno, que se acercaran a él con el pretexto de examinar si tenían una correcta limpieza, momento en el que solicitaba al alumno que subiera una pierna para observar y tocar la zona genital y el ano, manifestando que era para comprobar si el alumno se había lavado bien esa zona”.

A los doce años de edad, Jesús empezó a “ser consciente de que aquello me incomodaba, no me gustaba y no era natural, pero ya teníamos el sentido de culpabilidad. ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? ¿Qué habré hecho yo mal?”. Por ello, cuando el director le ordenaba salir a la pizarra y acercarse a su mesa, se negaba. En la denuncia narra que “al negarse a ello, el director solía golpearle con la mano abierta en el cuello, entre el hombro y la cabeza, con un bofetón que le tiraba al suelo, manifestando 'que te sirva para otra vez'. Todo ello sucedía delante de los otros compañeros”. Cuenta Jesús que desde que se empezó a oponer a esos abusos, comenzó a tener más problemas. El director solía castigarle con mayor frecuencia y le suspendió en las asignaturas que impartía, y en las que antes tenía buenas calificaciones. A los catorce años, en 1968, pudo dejar el colegio. Asegura en la denuncia que tiene constancia de que pocos años después, en 1973, un grupo de alumnos sorprendieron al director cuando abusaba de alumnos más pequeños. A raíz de aquello, el entonces director fue trasladado.

La causa judicial ha sido archivada, pero Jesús trabaja ya en una denuncia canónica conjunta con otros denunciantes para explorar la vía eclesiástica. El Arzobispado -de quien depende el colegio diocesano de El Puy- asegura que todavía no han recibido ninguna denuncia oficial, aunque sí que han recibido cartas de algunos denunciantes.

El Arzobispado ha sido invitado a la mesa redonda que eldiario.es en Navarra ha organizado este viernes 22 de noviembre en Pamplona, pero ha declinado el ofrecimiento.

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