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Vacaciones escolares en confinamiento: ¿un alivio para los padres o más estrés?

Miles de niños no reciben la atención que necesitan para mejorar su desarrollo

Patricia Gea

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“Lamentándolo mucho, mis hijas van a tener que seguir haciendo deberes estas vacaciones”, asegura Patxi Linaza, padre de dos niñas que cursan Primaria. Tanto él como su pareja tienen que trabajar esta Semana Santa, uno de forma presencial y otro de forma telemática, así que no podrán dedicarse por completo al cuidado de las niñas. La pandemia ha dejado tantas circunstancias familiares como familias existen: padres que teletrabajan, que tienen que acudir a sus puestos o que han sufrido un ERTE. Pero para todos hay una cosa en común y es que durante los próximos diez días toca reformular horarios, rutinas, actividades y herramientas para combatir el aburrimiento. Para algunos como Patxi es una carga adicional de estrés; para otros, como Alberto Castel y Marta Albéric, padres de dos niñas de 7 y 11 años, es “un auténtico alivio”.

“Marta teletrabaja, tiene un despachito, se encierra y está muchas horas allí metida. Yo trabajaba en un hotel que han cerrado, me han hecho un ERTE y tengo tiempo libre: soy yo, sobre todo, quien se encarga de cuidar a las niñas estos días”, explica Alberto. Dice que para él las vacaciones escolares son un alivio porque le estaba costando mucho “hacer de profesor” de sus hijas. “¡Estaba perdido!”. Viven en Torrellas de Llobregat, un pueblo a 25 kilómetros de Barcelona, y el colegio de las niñas no daba clases virtuales durante el confinamiento: únicamente mandaba unas tareas diarias a modo de deberes. “La pequeña, de siete años, hace algunos dictados, trabaja con números... y yo tenía que estar con ella. Me agobiaba no saber si lo estaba haciendo bien, no sé qué ritmo de aprendizaje le corresponde con esa edad, no soy profesor”.

Durante las vacaciones, dice, no tendrá que desempeñar ese rol “obligatoriamente de lunes a viernes” y aprovechará la flexibilidad para buscar “otras actividades de disfrute como leer, dibujar, jugar…”. Reconoce que su situación es privilegiada, dentro de lo que cabe, ya que “hay familias que están desbordadas de faena”. “Imagino que si los dos trabajásemos y tuviéramos que estar sentados frente al ordenador mientras los niños juegan, eso sería un caos”. Es lo que sucede en casa de Patxi Linaza, en Madrid. Por eso ha acordado con su pareja que sus hijas sigan haciendo cuadernillos, estudiando y memorizando, e incluso dando extraescolares de forma online cuando sea posible. “También jugando, por supuesto, pero es fundamental para los padres que los niños tengan deberes, tareas, cosas que hacer y con material que esté disponible y sea habitual para ellas. Hay algunos trabajos, como el que les mandó el profesor de educación física, que consistía en hacer un equipo con chapas, que suponen doble esfuerzo para los padres: busca las chapas, recorta, pinta, colorea…”.

Compaginar teletrabajo y cuidados

Si los padres tienen que compaginar el teletrabajo y los cuidados, la psicopedagoga Clara García Velasco recomienda seguir una rutina casi idéntica a la habitual cuando acudían al colegio. “Es bueno cumplir unos horarios, unas rutinas de higiene y fijar un tiempo para actividades del colegio o instituto atendiendo a las indicaciones de sus tutores para continuar con el curso”. Propone incluso ir un paso más allá y hacerles partícipes de otras tareas, las de casa, de las que normalmente no se encargan. Así, se puede fomentar la autonomía “asignando labores al niño para las que está capacitado, como recoger la habitación, sus juguetes, ayudar en la limpieza o preparar la mesa”. Les mantiene entretenidos y, añade García Velasco, “les hacemos responsables”.

Coincide en esto María Acaso, profesora, investigadora de Educación Artística y madre de dos hijas. “Es un buen momento para enseñarles qué es el trabajo colaborativo y comunitario, para hacerles ver que hacer todo juntos es bueno para todos. Con los más pequeños podemos utilizar estrategias de gamificación (convertirlas en juegos)”. En su opinión, los padres pueden aprovechar esta tesitura para romper con “la división tajante entre ocio y trabajo que se hace en el colegio y que, por inercia, reproducimos también en casa”. “Hacer cosas que no nos motivan genera un clima de malestar”, apunta. Pero, ¿qué podemos hacer juntos que no suponga una obligación para ninguno?

“Si lo pensamos bien, pasamos todos mucho tiempo viendo series y películas, tanto ellos como nosotros. Ahí podemos encontrar contenido que se relacione con sus vidas, con las nuestras o con lo que está pasando en el mundo. En general, que les interese. Podemos verlas y analizarlas críticamente para que haya un aprendizaje y elegirlas de forma comunitaria para que todo el mundo participe en la toma de decisiones. Son aspectos de la educación que están olvidados en los contenidos de la escuela y que es bueno trabajar. A veces no lo hacemos por falta de tiempo”, asegura.

¿Cómo les entretengo tanto tiempo?

Meri Francés vive en Barcelona y está pasando la cuarentena con sus hijos de 12 y 13 años. Es profesora y, como los niños, también tiene vacaciones en Semana Santa, lo que le permitirá hacer cosas con ellos que antes no podía. “Hasta ahora tenían un horario fijo: levantarse a las ocho, empezar clases online a las nueve, pasar toda la mañana conectados y también charlando con los amigos, y por la tarde deberes y tiempo libre”. La mayoría de veces, esas horas muertas le piden estar solos, cuenta Meri: “Se van a la habitación y allí hacen lo que quieren”. Pero no quiere que encerrarse en el cuarto sea la dinámica habitual que sigan sus hijos durante las vacaciones, así que ha hablado con ellos “de qué nos gustaría hacer” y han hecho un calendario de actividades. “A uno le gusta más cocinar, quiere hacer crema y tortilla de patatas, otro prefiere el deporte y estamos buscando vídeos en internet para hacer rutinas”.

Si no tenemos tiempo para hacer estas actividades, hay otras que además de poder hacerlas solos “son importantes para que los niños mantengan el ritmo de aprendizaje”, señala la psicopedagoga García Velasco. Por ejemplo, la lectura. “Bien con los materiales con los que venían trabajando o aprovechando los recursos que muchas bibliotecas públicas ponen a nuestro alcance de manera gratuita estos días. Podemos incluso permitirles que sean ellos quienes inventen su propia historia a capítulo por día, trabajando así la creatividad, el vocabulario, la escritura y la lectura”. “La clave es encontrar un equilibrio, alejarse de los extremos, es decir, es muy importante que los niños tengan actividades mentales que hacer, pero también que se entretengan con cosas que les gustan”, añade María Acaso.

García Velasco da algunas ideas, como son “los tradicionales juegos mesa en los que pueda participar toda la familia, hacer papiroflexia para trabajar la motricidad fina, escuchar música, hacer viajes virtuales utilizando internet o manualidades con cosas que se encuentren por casa fomentando el reciclaje de materiales y la ayuda al medio ambiente…”. Explica María Acaso que “con estas actividades micro podemos hablar con ellos de temas macro, como, efectivamente, el medio ambiente. O entender el confinamiento y el trabajo en casa como una metáfora de lo que está pasando a nivel global: esto que vemos en casa en pequeño pasa en el planeta a lo grande”.

Los padres pueden desarrollar estrategias, afirman las expertas, para sacar un aprendizaje de una situación tan difícil como esta, tanto unos como otros. “Y no olvidemos recordarles de vez en cuando lo bien que están llevando sus tareas y su comportamiento”, concluye García Velasco, “son días extraños para los que somos adultos, pero también para los niños”.

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