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Olmo Calvo: “Para ser fotoperiodista no tienes que irte a otros lugares, hay grandes desgracias aquí cerca”

El fotoperiodista Olmo Calvo.

Blanca Sáinz

Olmo Calvo es cántabro de nacimiento aunque tiene, como él dice, “su base en Madrid”. Quizá sus raíces fueron lo que le impulsaron a exponer en Castro Urdiales cómo es una operación de rescate en el Mediterráneo, o quizá fue su deseo de acercar a su tierra natal la situación que están sufriendo tantas personas en el mundo. Pero gracias a él, 'Mediterráneo: una gran fosa común“, tiene su propio lugar en el rompeolas de la ciudad, y en el mar Cantábrico.

Con más de diez años de trayectoria a sus espaldas, Calvo ya ha recibido dos de los premios más prestigiosos que pueden darse en fotografía, por un lado, en 2013, recibió el Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña, y por otro, y un solo año más tarde, pudo recoger el Premio Internacional de Periodismo ABC.

Desahucios, crisis humanitarias... Olmo Calvo ha conseguido hacer de la fotografía social su forma de vida, aunque, como él mismo admite, “cuando vas a casa no te olvidas de ello ni muchísimo menos”, lo que no le impide desarrollar un trabajo con el que ya ha “aprendido a vivir”.

Presenta en Castro Urdiales una exposición dura, cruda y valiente después de pasar una temporada en el Mediterráneo con Proactiva Open Arms. ¿Se pueden trasladar esas sensaciones a quien acuda a ver la muestra?

Mi intención es mostrar lo que sucede en el Mediterráneo en las operaciones de rescate. Si lo consigo o no ya no está en mi mano. Realmente hemos escogido un lugar que, yo creo, es propicio para transmitir esas sensaciones con el mar con esas grandes copias incrustadas en las piedras que van a recibir el impacto de las olas. Hemos hecho todo lo posible para que ese entorno transmita la realidad y la crudeza de esas operaciones de rescate. Pero luego está en la mirada de la gente que lo vaya a ver.

¿Cómo describiría 'Mediterráneo: una gran fosa común'?

Es una exposición de 15 imágenes donde se va a poder ver una operación de rescate en el Mediterráneo frente a las costas de Libia, a unas 20 o 30 millas. De ahí vamos a resolver las diferentes fases del proceso: desde que localizan la barca en el mar con las personas, después la operación de rescate de cómo les cogen y les suben al barco, y después el trayecto y la travesía hasta Italia. Luego se ve cómo la gente baja y al final son conducidos por la policía en el puerto.

Se trata de mostrar esa operación desde el principio hasta que termina, y mi trabajo es mostrarlo de la manera más objetiva posible. Yo me incrusto dentro de ese tipo de rescate y voy tomando imágenes de lo que sucede delante de mí sin interceder en lo que sucede.

 ¿Qué opina sobre lo ocurrido recientemente con el 'Aquarius'? 

Es una realidad que tiene muchas aristas. Lo que más se ha resaltado ha sido la decisión del Gobierno español y ese gesto que significa mucho, pero al final también se ha generado mucha atención mediática con más de 700 periodistas acreditados para cubrirlo. Quizá se debería poner el foco en por qué ha sucedido eso y en lo que tiene que ver con las políticas migratorias o con la posibilidad de que haya canales de acceso para que la gente pueda presentar sus solicitudes de asilo para poder ser refugiado en Europa. 

Yo creo que ha tenido esa relevancia dentro de lo que sucede, precisamente por todas las políticas que se están viendo en contra de los movimientos migratorios y la posibilidad de la libre circulación de las personas. Pero rescates hay todos los días, en España estamos recibiendo a gente en el sur prácticamente todas las semanas, gente que también viene en barcas exactamente igual que la gente que fue transferida al Aquarius y... por un lado puedes decir: ¿Por qué esa tensión mediática? ¿Es justificada o no? Yo lo intento leer y es un gesto político que dentro de esta coyuntura política a nivel europeo y mundial dice mucho, o se quiere interpretar como mucho.

 

Su trabajo siempre ha estado muy enfocado a temas sociales y de denuncia y, sin embargo, es un fotoperiodista de éxito y de gran proyección. ¿Considera que le ha costado más llegar al éxito que a otros compañeros por haber tomado un camino políticamente incorrecto?

Yo realmente tampoco sé muy bien cómo se mide el éxito. Trabajo todos los días en temas del día a día para poder vivir, vamos, como cualquier trabajador que hace cosas que a veces gustan más y a veces menos. Realmente hago temas que me gustan y apuesto por ellos sin que nadie me lo pida y sin tener por seguro que voy a tener una distribución del material. Se trata de apostar un poco por lo que uno quiere, y en lo que uno cree y lo que a uno le gusta.

El tema del éxito hace un poco de daño a la profesión porque la visibilidad es muy importante para uno como fotógrafo y también para los temas que uno trabaja, pero si no lo cuidamos caemos en el juego de la competitividad constante de ver quién tiene más visibilidad. Muchas veces sucede esto, que se fijan más en los seguidores que tienes que en méritos profesionales.

Todos pensamos en fotoperiodismo como una especie de reporterismo de guerra con una cámara en la mano. ¿Esa imagen se corresponde con la realidad?

Como en todo, hay clichés, y como en cualquier profesión, en el fotoperiodismo también. Se pone fotoperiodismo con mayúsculas cuando son coberturas a nivel internacional en lugares complicados o con grandes crisis humanitarias. Pero bueno, yo realmente la mayor parte de mi tiempo estoy en mi ciudad base, que es Madrid, y trabajo en la realidad cotidiana. Muchas veces he apostado también por temas dentro de lo que era mi entorno, como el tema de los desahucios o el tema migratorio, quizá no en reportajes largos pero si en pequeños artículos. Así que en realidad el menor tiempo es cuando estoy fuera haciendo imágenes en otros países o en otras realidades.

Hay un cliché que es que para ser fotoperiodista tienes que ir a lugares complicados a hacer fotografías de grandes desgracias, pero también hay grandes desgracias aquí cerca. Si uno tiene la posibilidad de cubrir esas cosas es fantástico, yo intento tener un doble perfil y hacer un trabajo nacional y otro internacional. Y sí que es cierto que habitualmente se reconoce más el internacional para tener más visibilidad, pero una gran parte de los compañeros y compañeras que estamos en esto estamos la mayor parte del tiempo editando o trabajando en cosas más locales .

¿Ha llegado a tener algún problema por publicar fotografías que muestran una realidad que parece que se quiere ocultar en ocasiones?

Siempre tienes pequeños problemas, sobre todo a la hora de hacer las fotos, pero forma parte de la profesión. Puedes tener encontronazos con la policía, te pueden requisar material, borrar... Puedes tener también problemas con personas que no quieren que les hagas fotos en determinados momentos cuando tú crees que sí que tienes que hacérselas... Entonces, bueno, yo creo que es uno de los riesgos que van inherentes al trabajo y sabes que si vas a estar en la calle cubriendo lo que sucede a tu alrededor eres un elemento molesto y siempre vas a tener problemas. Es una cosa que se asume.

 ¿Cómo ha afectado a los fotoperiodistas la Ley Mordaza?

Supone un cambio muy importante, porque aunque en ocasiones no se aplique, está ahí. Hay un texto legal que aprueba una serie de prácticas que son un poco peligrosas, como que si un policía considera que una cosa no se debe fotografiar te puede llegar a hacer censura previa. Luego también está el tema de las multas, que ahora las pueden imponer de forma administrativa sin que vayan por la vía judicial. Eso quiere decir que si tú la quieres recurrir, la tienes que pagar, vamos, que ellos te imponen la multa y luego tú la recurres. No es que te denuncien y un juez decida si has cometido el delito o no. La Ley Mordaza es peligrosa porque solo por existir se puede hacer uso de ella y hacer mucho daño a la profesión.

 ¿Es complicado conservar la independencia trabajando para medios dependientes?

Yo trabajo de manera independiente para mucha gente, y como freelance tú puedes decidir. A mí nunca me han dicho cómo hacer unas fotos o qué enfoque le tengo que dar, sino que yo mando un trabajo y dependiendo del medio para el que trabaje puedo llegar a intuir que siendo un tema polémico le van a dar un sentido u otro a la información. En mi mano está hacer o no ciertos trabajos. Tenemos una responsabilidad grande porque influimos en la opinión pública a través de nuestras informaciones. No es lo mismo que otro trabajo que no tiene ese plus de incidencia y hay que pensárselo un poquito... Pero no deja de ser un trabajo y te tienes que buscar la vida para encontrar un equilibrio.

Y sí.  Hay coberturas que quizá no haría por gusto, ni por temer que puedan usar las imágenes con determinados sentidos… Pero hay ocasiones en las que lo tienes que hacer porque es trabajo. Y ahí está tu posibilidad de decir que no, y a veces uno no acepta y listo. Yo creo que muchos compañeros que se dedican a esto lo han hecho.

 Al leer su currículum da la impresión de ser una persona, como poco, responsable con lo que está ocurriendo en el mundo. ¿A veces no tiene la sensación de que carga un gran peso con sus coberturas?

No, para nada. Yo voy haciendo las coberturas y los trabajos que me reclaman, que yo creo que son importantes y que tienen relación con los derechos humanos, que es en lo que yo me he centrado. Y así voy haciendo lo que puedo hasta donde puedo. Hace unos años estaba más obsesionado con estar en muchos sitios y con no perder la oportunidad de lo que estaba sucediendo, pero ahora me lo tomo con un poco más de calma. No hago todo lo que me gustaría, porque me gustaría estar en más lugares y hacer muchísimo más, pero ahora me lo tomo con relativa tranquilidad.

Soy consciente de que mis imágenes no van a cambiar el mundo, son solo un granito de arena, igual que las de otros muchos compañeros y compañeras, y al final, entre todos y todas hacemos un trabajo en el que vamos registrando lo que sucede. Pero nadie es imprescindible, ni mucho menos. Tú vas haciendo tu caminito, vas participando con tu material y construyendo este presente y este legado en imágenes de lo que vamos viendo. Pero eres uno más y si yo no estuviera no se iba a notar, porque por suerte somos muchas y muchos los que registramos lo que sucede a nuestro alrededor.

¿Cómo es irse a casa después de vivir situaciones límite como desahucios o rescates de inmigrantes?

Uno interioriza que es parte,lo cual no quiere decir que te deje de importar lo que vives, pero al final también lo ves de otra manera, porque no lo puedes ver constantemente de una forma personal. Estás trabajando en ello, lo intentas documentar de la mejor manera posible y eres consciente de que lo mejor que puedes hacer es mantenerte en tu posición, documentarlo y registrar todo lo que hay delante de ti.

Sin embargo, cuando vas a casa no te olvidas de ello ni muchísimo menos. Está ahí, y aprendes a convivir con las cosas, porque tú tienes la suerte de poder volver a tu casa, a tu rutina y a tus circunstancias, pero los que realmente lo pasan mal son los que están sufriendo delante de ti. Esa gente que va a ser desahuciada, los refugiados en Bangladesh, la gente que cruza el Mediterráneo, o mil historias...

Si me paro a pensarlo fríamente no sé cómo voy a sentirme mal si la gente que está sufriendo esas cosas delante de mí no se lo toma tan a la tremenda. Y a veces me replanteo cómo me lo voy a tomar yo tan a la tremenda si los propios afectados tienen una entereza increíble. Entonces, bueno, aprendes a convivir con ello.

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