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¿El último reparto del Banco de Alimentos de Vitoria?

Varios ciudadanos se acercan este jueves al banco de alimentos de Vitoria.

Iker Rioja Andueza

Alrededor de 450 familias de Vitoria con escasos recursos quedarán fuera de la ayuda de manutención del Banco de Alimentos. ¿Por qué? Pues porque las instituciones comunitarias no han mantenido en 2017 la ayuda de 17.000 euros que recibía la asociación alavesa de trabajo social (AGLE) para realizar labores de intermediación y distribución de los lotes de comida. Esta es la historia de esas familias que acuden al punto de reparto con el corazón encogido, entre el 'shock' por quedarse sin nada y la esperanza de quienes se ofrecen a dar continuidad al servicio

Vitoria. 9.00 horas de un jueves de invierno. El tráfago de vehículos y personas en la hora punta de colegios y empresas disimula un pequeño goteo de mujeres y hombres que, acompañados por un carro de la compra, se acercan hasta la antigua base de las ambulancias de la DYA en la calle de Brasil, ahora punto de distribución del Banco de Alimentos de Álava. Llevan el carro de la compra, pero también una pesada mochila. Son desde padres de una familia numerosa hasta prejubilados sin recursos pasando por mujeres víctimas de violencia de género o antiguos reclusos. Se agolpan frente al cercado que da acceso a la sede de la asociación para recoger, a cambio de un pequeño boleto de papel, algunos productos básicos. Sólo los menos llegan al lugar en coche. El resto desafía a la lluvia.

Esta realidad que golpea a 7.000 personas en Vitoria ha saltado a los medios de comunicación después de que la asociación AGLE, una de las intermediarias que distribuye los lotes de comida del Banco de Alimentos, anunciara el lunes a 450 familias que el recorte en una ayuda de 18.000 euros proporcionada por la Unión Europea les impide atenderles. AGLE, que da cobertura a 150 beneficiarios, amplió el servicio a 600 el pasado año merced a esos fondos. Pero en 2017 ni han llegado ni llegarán.

Algunos de los presentes estaban al corriente, como Darío Alejandro Oviedo, un argentino que habla del “shock” que han sufrido los afectados, él el primero. Otros no conocían la noticia y se enteran a golpe de entrevista con la prensa que la de esta semana quizás sea la última entrega. “Yo soy víctima de violencia de género y estoy en trámites de divorcio. Cobró 426 euros pero no puedo acceder a la renta de garantía de ingresos y a la ayuda de vivienda porque aún comparto la propiedad de una casa en Madrid con mi exmarido. Sin esto no tengo nada”, se sincera Maribel, madrileña residente ahora en Álava y que sobrevive gracias a una amiga.

“Estoy en una situación muy jodida”, abunda Misha, que acaba de salir de prisión sin ningún tipo de recurso económico. “Si no tenemos para comer, ¿qué nos queda? ¿Pedir?”, remata un vitoriano de toda la vida.

Los voluntarios del Banco de Alimentos, entre comentario y comentario, van comprobando si los que guardan la fila disponen del ‘ticket’ de comida exigido. “¿Tienes la papeleta para hoy?”, repite el hombre que hace las veces de recepcionista. La organización entiende que los afectados pueden acudir a los servicios sociales del Ayuntamiento para que se pueda articular una solución. Al fin y al cabo, no se trata de un problema de reservas del Banco de Alimentos, sino de falta de recursos para la distribución de los productos. Podría darse el caso de que se tuvieran que tirar los productos perecederos sobrantes.

Entretanto, Darío Alejandro Oviedo llamaba la atención sobre uno de los presentes. “Escuchémosle, es parte de la solución”, comentaba optimista. Era Juan Carlos Gutiérrez, de la asociación Nuevos Pasos. A todo el que le escuchaba le contaba que su ONG no sólo iba a acoger a las 450 familias afectadas sino a “2.000”. “La idea es multiplicar por diez lo que hacemos ahora”, indicaba este hombre. “No tiene por qué suponer ningún problema de gestión. Conseguiremos voluntarios y haremos el reparto en varios días”, respondía preguntado por las dificultades logísticas.

“Nuestra intención es buscar asociaciones y eso lleva un proceso”, matiza Daniel Fernández, presidente del Banco de Alimentos de Álava, que cuenta con 71 entidades colaboradoras. “Agradecemos mucho todas las ofertas y tenemos que aprovechar esta inquietud. Pero hay que estudiarlo bien y la junta tiene que ver si estas organizaciones reúnen las condiciones”, abunda Fernández, que no ve con malos ojos tampoco la implicación del Ayuntamiento en esta crisis. Será el martes cuando los responsables del Banco de Alimentos se reúnan para evaluar la situación. “Hay que solucionar esto cuanto antes”.

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